Esta frase "nadie sabe lo que puede un cuerpo..." fue escrita por Baruch Spinoza en el siglo XVII. Hace menos de un mes, el cuerpo de Fernando Baez Sosa destrozado en Villa Gessell, que no pudo ser abrazado por su madre, ha provocado una conmoción en la sociedad argentina. Pero nuestra sociedad tiene una añeja violencia, más allá de las invasiones inglesas y las guerras de la independencia.
Nuestra guerra civil en el siglo XIX alcanza el récord de 60 años, desde del día de la muerte de Juan Manuel Belgrano que es también el de la anarquía, pues esa fecha, el 20 de junio de 1820, es el día de los tres gobernadores en Buenos Aires; hasta 1880, cuando se baten las fuerzas de la Provincia al mando de Tejedor y, las nacionales, de Roca.
Fernando Báez Sosa, la noticia que nunca debimos leer
De esas terribles guerras que El Matadero de Esteban Echeverría es un símbolo y también un síntoma, pues los federales degollaban a los unitarios y los unitarios castraban a los federales; por lo cual Joaquín V. González, el que ocupara todos los puestos públicos imaginables menos el de Presidente de la República, afirmaba que "hemos crecido en el odio", mientras en el Siglo XX hemos tenido la Semana Trágica, las huelgas patagónicas con sus víctimas, la muerte de los anarquistas por la Revolución del 30 y más cerca en el tiempo, los fusilados de Trelew, denunciados por Tomás Eloy Martínez, los desaparecidos de la dictadura, impidiendo el más natural de los ritos humanos, que es el de los familiares enterrando a sus propios muertos y para una culminación de la violencia, nuestra tragedia de Malvinas, donde se volvió a sacrificar a nuestros jóvenes.
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Pero esta sociedad tala sus bosques, sin ningún reparo hacia la Naturaleza toda, ve morir a una mujer cada 30 horas por violencia, y sus accidentes viales son una clara muestra estadística de la indiferencia hacia la vida. Y Krishnamurti, el sabio indio que viviera en el siglo XX se preguntaba y nos preguntaba ¿Por qué la vida humana no es sagrada en el Tierra? Y creo que deberíamos interrogarnos, aparte de enseñar lo que enseñamos ¿enseñamos sentimientos? y si enseñamos sentimientos ¿que sentimientos enseñamos? ¿o no enseñamos sentimientos? ¿sólo hablamos? ¿y qué sentimientos transmitimos? ¿o no transmitimos ningún sentimiento? ¿es solamente un parecer ser? Es una pregunta para todos, todas y todes de nuestra sociedad; porque el cuerpo de Fernando nos está exigiendo una respuesta, que no sea equivalente a más palabras del mismo relato....quizás, como cuando George Steiner, decía: "by heart" , o sea, palabras que puedan brotar atravesando nuestros corazones conmovidos....