OPINIóN
Pandemia por coronavirus

Tenemos el diario del lunes, pero no lo estaríamos leyendo bien

La OMS advirtió que en Europa más de la mitad de los muertos por COVID-19 residían en hogares para mayores. Hay que tomar medidas de manera urgente.

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Traslado de adultos mayores del hogar San Lucas de parque Avellaneda | Juan Obregon

La semana pasada, una suerte de saturación mediática invadió nuestros hogares con información en tiempo real sobre un geriátrico, Apart Incas, ubicado en el barrio de Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires. La secuencia que pudimos observar es que luego de denuncias desde el anterior viernes 17 de abril (que dicen haber realizado desde el mismo geriátrico pidiendo asistencia al gobierno porteño y a las obras sociales y prepagas), el SAME se presentaba con sus súper expertos súper equipados a evacuar un hogar donde residían 29 adultos mayores, y que revelaba un total de 19 personas infectadas de COVID-19.

La indignación invadió a la opinión pública, que miraba exhausta como un hogar donde residen personas mayores, que son de riesgo por estar en el rango de edad que el coronavirus ataca más implacablemente, fueron desatendidas por días, por responsabilidad ya sea del geriátrico, de autoridades gubernamentales que no habrían respondido en tiempo y forma frente al pedido de auxilio, o de las obras sociales y prepagas, que tampoco habrían respondido como corresponde.

Al margen de responsabilidades particulares o compartidas (que dirimirá la Justicia cuando salga de su feria - temporada abril 2020), aquello que pudimos constatar, es que lo ocurrido en el geriátrico del barrio de Belgrano no representa una excepción, sino la regla, porque los centros geriátricos (desde los más elegantes a los más precarios) en prácticamente toda la nación argentina trabajan en condiciones lamentables y sin controles.

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A partir de la mediatización de tan abominable realidad, emergen sin pausa en una suerte de catarsis, infinidad de testimonios de aquellos que cuentan con familiares en geriátricos, testimonios que develan la pésima atención que otorgan estos sitios para el cuidado de adultos mayores en épocas “normales”, y que, en época de un virus híper contagioso y que ataca fuertemente a personas mayores, representa una amenaza letal. 

Así, comenzaron a conocerse un sinfín de centros geriátricos que actuaron en condiciones similares, el Hogar San Lucas en Parque Avellaneda, el Hogar Beit Sion en el barrio porteño de Flores, la Residencia Libra en Monte Castro, un geriátrico de Saldán en la provincia de Córdoba, el Hospital Geriátrico Provincial en Rosario, e infinidad de Hogares para adultos mayores en Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires y en las diferentes provincias del país, que estarían enfrentando al “virus silencioso” en espacios descuidados y repletos de adultos mayores. A modo informativo, solo en la Ciudad de Buenos Aires existen actualmente 478 geriátricos donde residen cerca de 16.000 adultos mayores. Vale decir, la cantidad de personas que forman parte del grupo de riesgo que se encuentra hoy residiendo en centros geriátricos es inmensa, en la ciudad porteña y en el resto del país.

¿Saben que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad del total de los fallecidos por COVID-19 en Europa fueron personas que vivían en residencias u hogares para adultos mayores?

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Hans Kluge, Director regional electo para la OMS en la región europea, hizo hincapié en que el personal que trabaja en los centros geriátricos debe contar con mejor acceso a insumos básicos y equipamiento de protección.

Repetimos sin pausa que no queremos ser Italia, donde hasta el día 28 de abril, se contabilizaron según la OMS, 201.505 infectados y 27.359 fallecidos por coronavirus, y tememos serlo si no realizamos una buena lectura “del diario del lunes”. En sintonía con esto, se decretó desde el día 20 de marzo, un aislamiento obligatorio para toda la nación. Este aislamiento proponía desde un principio articularse con el equipamiento veloz de nuestros precarios centros de salud. 

Voces disonantes cuentan de un lado y otro; que, mientras el Poder Ejecutivo afirma que los insumos se incrementan para fortalecer nuestro sistema sanitario, los médicos y enfermeros claman por recibir aquellos insumos más elementales, tales como barbijos profesionales, en lugar de tapa bocas fabricados por sus amigos o vecinos. Es claro que nuestro sistema sanitario aún no se encuentra en condiciones de enfrentar en tiempo y forma una pandemia, por eso continuamos confinados en nuestras casas, respetando las sucesivas etapas de aislamiento que siguen decretándose.

 

 

Padecimientos similares suelen sufrir los centros geriátricos en Argentina, donde los trabajadores manifiestan no contar con las protecciones necesarias para resguardarse y resguardar a los adultos mayores a su cuidado. Cabe agregar que dicho personal, en un país donde la recesión económica está a la orden del día, trabaja en su mayoría en más de un geriátrico y en diversos centros médicos para generar ingresos suficientes para su subsistencia, y así suele trasladarse e ingresar con tanta facilidad el “virus silencioso” a los geriátricos. 

Bajo este cuadro de situación ¿se puede esperar que la inmensa cantidad de adultos mayores en centros geriátricos no se contagie de coronavirus? Y si el enorme temor que tienen quienes nos gobiernan es que colapse nuestro sistema de salud, me pregunto y les pregunto ¿no es prioridad número 1 que el virus no ingrese y se expanda en hogares de adultos mayores, que son el gran grupo de riesgo y que reúnen una enorme cantidad de población?    

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Insisto, si la OMS nos comunicó que más de la mitad del total de los fallecidos por COVID-19 en Europa fueron personas que vivían en residencias u hogares para adultos mayores ¿no deberíamos poner el foco en estos centros y activar urgentemente protocolos de estrictos cuidados para que no se enferme o muera gran cantidad de adultos mayores, no se contagie o muera gran cantidad de personal de la salud que atiende dichos hogares, y no colapse nuestro sistema sanitario por tener que recibir miles de infectados pertenecientes al grupo de riesgo, en un contexto de falta de insumos y de personal sanitario?

Si tenemos el diario del lunes, deberíamos leerlo con mayor detenimiento.