Economista. Presidente honorario de la Fundación Grameen Argentina.
Si se intentara definir con simples palabras el clima general del país, éstas podrían ser desasosiego, cansancio, y también enfrentamientos.
Algunas evidencias:
El poder y el odio van de la mano
El oficialismo continúa impertérrito con el relato oficial, en sus más diversas manifestaciones: publicidad paga, emisoras de radio y tv adictas, diarios claramente enrolados, etc.
Aunque faltan varios meses para las próximas elecciones legislativas, el discurso apunta a los votantes del oficialismo basado en su infaltable relato, más allá de las realidades.
Con esta lógica fue armado un ilusorio presupuesto nacional para 2021, con un déficit primario equivalente a 4,5% del PBI que, en los papeles, sería financiado en más de la mitad con emisión, augurio de una continuidad inflacionaria sostenida.
El presupuesto oficial prevé una inflación imposible -por lo baja- de 29% a pesar que el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado a fines de octubre por el mismísimo Banco Central, estima para 2021 una suba cercana al 50% anual, mientras que consultoras independientes elevan esa estimación a cerca del 60% .
Qué y cómo será la pospandemia
El desasosiego se incrementa con los inevitables anuncios de incrementos tarifarios para electricidad y gas natural, sin mayores precisiones, a pesar de lo cual se avecina la preocupante perspectiva que ante la falta de rentabilidad de las empresas prestatarias y la consecuente parálisis de inversiones en el sector, ya se advirtió a la población la posibilidad de cortes de suministro, en el próximo verano.
La medicina prepaga, lo mismo que productos básicos de la canasta también agregan su dosis de combustible inflacionario, inevitable por la condición crítica y sin perspectiva del cuerpo económico y social.
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En este contexto, la población, inerme, contempla, en el marco de una cuarentena irresuelta, la carencia de plan alguno, intentada mediatizar en la comunicación oficial, por oscilantes promesas de vacunas a llegar algún día.
Una vez más, el dólar, ese implacable testigo del drama argentino, ha mostrado la debilidad absoluta de la economía nacional. Ante una cotización inimaginable poco tiempo atrás, experimentó oscilaciones de enorme magnitud, que impiden cualquier intento serio de proyectar un horizonte económico, con razonabilidad. Lo que retroalimenta la virtual parálisis económica.
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Clima de enfrentamientos múltiples, persistencia inflacionaria, carencia de planes y una pandemia que no ofrece aún certezas sobre su evolución futura, constituyen lamentablemente el escenario, más allá de las retóricas gubernamentales.
¿Será por eso que el consulado uruguayo se encuentra atiborrado de solicitudes de ciudadanos argentinos deseosos de un mejor modo de vida?
*Economista. Presidente honorario de la Fundación Grame en Argentina.