La sorpresa electoral en la PASO porteña de La Libertad Avanza, la jactancia de algunos de sus dirigentes, el protagonismo juvenil y el uso agobiante de las redes sociales, motivaron este repaso de la historia reciente del liberalismo local. Un espacio que se caracterizó por tener usinas militares, diversidad de sellos partidarios, tragedias públicas y distintas suertes electorales.
En los tiempos modernos, su primera gran elección fue en 1963, cuando el general Pedro Eugenio Aramburu arañó el 18 por ciento con dos boletas. Una, la de su propio partido, Unión del Pueblo Argentino, junto a Arturo J. Etchevehere. Otra, la del Partido Demócrata Progresista, con Horacio Thedy como vice. El triunfo fue para Arturo Illia, la proscripción para Arturo Frondizi y Juan Domingo Perón. Fue la única presidencial del hombre secuestrado y asesinado en 1970 por Montoneros. El exministro del propio Aramburu, y años más tarde de Raúl Alfonsín, Carlos Alconada Aramburú caracterizó ala organización armada como “un grupo de derecha”. “No sé si Imaz fue autor intelectual del secuestro y asesinato. Pero que tuvo participación, la tuvo. Firmenich entraba al ministerio del Interior como Pancho por su casa”, declaró. Mientras Francisco Imaz reinaba en el ministerio del Interior del Onganiato, el liberalismo perdió a una de sus principales figuras de peso electoral.
Los peligros de una "grieta" en el liberalismo
Con un peronismo revitalizado, en 1973 llegaron nuevos intérpretes y la habilidad del general Alejandro Agustín Lanusse no alcanzó para unificar en un solo binomio al liberalismo, las fuerzas provinciales y el conservadurismo. El capitán de la Marina, Francisco “Paco” Manrique, compartió fórmula con Rafael Martínez Raymonda y cosechó casi el quince por ciento de los sufragios capitalizando el enojo del voto antiperonista con el abrazo Perón - Ricardo Balbín. Sin embargo, desde la Rosada se impulsó al general Ezequiel Martínez que se llevó casi el tres por ciento. Finalmente, otro capitán del Ejército y ex ministro frondicista, Álvaro Alsogaray, impulsó a la Nueva Fuerza que no llegó al dos por ciento.
En 1975, el liberalismo llegó al peronismo de la mano de Ricardo Zinn, escondido detrás del lopezreguismo y el Rodrigazo. Golpe mediante, el liberalismo económico se encaramó una vez más de la mano de las marchas militares. De uno de cada cinco votos en 1973 al ciento por ciento de la Junta en 1976. Así avanzó de la mano del ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz y su ficción de la plata dulce.
En 1983, el inicio de nuestra historia reciente democrática dividió nuevamente la oferta. Alsogaray, Manrique y Martínez Raymonda separados, no llegaron a sumar el dos por ciento. El triunfo abrumador de Alfonsín interpretó a buena parte del voto liberal.
La confusión argentina entre liberales y conservadores
Las primeras elecciones presidenciales en democracia(1989)ofertaron la Alianza de Centro, Alsogaray obtuvo un poco más del siete por ciento tras cerrar campaña en un estadio de River lleno bajo una lluvia torrencial. La UCR armó la Confederación Federalista Independiente, una colectora que con Cristina Guzmán, en su rol de frontwoman, se llevó cinco puntos tras la candidatura de Eduardo Angeloz.
En 1995, el liberalismo marchó junto a Carlos Menem y ganó en primera vuelta. El peronismo alvearizado disciplinó a las estructuras políticas liberales que gozaron de un protagonismo inusitado en medio del uno a uno y las privatizaciones. La remake de la plata dulce funcionó. Un reducido núcleo de ese voto fue a José Octavio Bordón, un peronista de cepa mendocina y discurso moderado que no llegó al ballotage.
Para las presidenciales de 1999, Domingo Cavallo se transformó en factor aglutinante con Acción por la República y cosechó más del diez por ciento. El padre de la convertibilidad capitalizó el clima de bonanza económica que se respiró en la primera mitad de los 90.Fernando de la Rúa y la Alianza tampoco parecieron enemistados con las ideas liberales; seguramente, algo de ese voto cumplió el sueño de ver -por única vez- a un presidente peronista colocarle la banda a un presidente radical.
Los 90 son los tiempos del gran triunfo democrático de las ideas liberales sobre la administración de la cosa pública; y en paralelo, el turno del destete militar. Hasta aquí todos los principales referentes habían surgido tras su paso por la Marina o el Ejército. El nuevo siglo trajo nuevos intérpretes.
De la mano de Javier Milei, ¿vuelven los liberales?
En 2003, el liberalismo volvió a dividir aguas a pesar de sumar más del 40 por ciento. Por un lado, Menem lideró la primera vuelta con uno de cada cuatro votos. Por otro, la implosión del radicalismo después del 2001, ofrendó un nombre: Ricardo López Murphy. Una buena campaña publicitaria y el envalentonamiento de los sectores del poder concentrado lo posicionaron como un retador para llegar al ballotage del ensueño que nunca fue. El radical alvearista finalizó tercero; y un hábil Eduardo Duhalde logró colar a su delfín, Néstor Kirchner, en fórmula con otro hijo de los 90, Daniel Scioli.
En 2007, López Murphy volvió a la carga, no llegó al dos por ciento y el liberalismo quedó desdibujado pagando la cuenta de la fractura expuesta que dejaron los 90. En la buena performance de Elisa Carrió, seguramente también hubo algo de ese voto liberal.
El turno electoral de 2011 solo encontró como exponente a un exdirigente de la agrupación universitaria UPAU, Amado Boudou, que integró el binomio ganador. Mauricio Macri eligió aguardar cuatro años y dejó huérfano al sector. Si bien tuvo un pobrísimo desempeño, Carrió nuevamente llevó algo de agua para su molino.
El 2015 tuvo a Cambiemos como protagonista. El empuje entusiasta de la propia Carrió, la estructura centenaria de la UCR, el agotamiento de la paciencia social con los catorce años de peronismo y una novedosa campaña en redes hicieron el milagro. Si bien algunos intentaron encasillarlo en el desarrollismo, Macri dejó clara su identidad liberal en los últimos días.
Javier Milei, el libertario menos liberal
Finalmente, 2019: Si bien el actual presidente fue funcionario del peronismo en los 90, desreguló la actividad aseguradora y predicó en favor de las privatizaciones, sería torpe creer que el voto liberal se encolumnó allí. Macri resistió con el 40 por ciento y la oferta libertaria hizo un pobre debut con José Luis Espert.
El turno parlamentario del próximo domingo preanuncia un protagonismo de Juntos por el Cambio con su nuevo acento radical; un peronismo a la baja como en 09, 13 y 17; un crecimiento del trotskismo a manos de las defecciones cristinistas; y por último, la irrupción de Milei y Espert, con el enojo extremo como motor de búsqueda.
Mientras, los “liberales” de este turno tienen nexo con el fenómeno globalifóbico que nuclea a Jair Bolsonaro, Donald Trump, el clan Le Pen o el neofalangismo de Vox; en detrimento de los padres fundadores de la organización nacional y la ley 1420, nuestros liberales exitosos del Siglo XIX, los del “Gloria y loor” de las aulas.