Recuerdo que escuché a José Luis Rodríguez Zapatero autodefinirse como “un borgiano en La Moncloa”. Años más tarde, y ya como ex presidente del gobierno español, el socialista plasmó su admiración por Borges en un libro recientemente editado en España “No voy a traicionar a Borges”, en el que habla sobre el impacto que tuvo en él la obra del escritor argentino: "Tanto importa Borges en mi vida que Argentina es el país que más me gusta después de España", confesó en la presentación de la obra, llevada a cabo esta semana en la sede madrileña del Instituto Cervantes.
La política fue la otra puerta de entrada a la realidad latinoamericana. “Curiosamente casi al mismo tiempo que en España nacía ansiosa la democracia después de 40 años de ese túnel oscuro, triste y lamentable de la historia de Europa y de la historia de nuestro país, sufría Argentina una dictadura militar sanguinaria, como fue la dictadura argentina”, recordó Rodríguez Zapatero el pasado martes en el acto organizado por Casa América y la Embajada argentina en España, para la presentación de la candidatura del Museo Sitio de Memoria ESMA como patrimonio mundial de la UNESCO.
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“La historia de esta segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica con golpes militares, con dictaduras horrendas como la argentina están por escribir, en la conciencia y en la memoria. Muchos responsables políticos de un lado y otro del Atlántico parece que están dispuestos a no asumir o no querer recordar cuales fueron los orígenes y los apoyos de esos golpes de Estado y de esas dictaduras. Por eso mi apoyo y solidaridad con Argentina”, argumentó el líder español, quien explicó que es “un apoyo auténtico. Va más allá de mi querida Argentina. La comunidad internacional le debe a Latinoamérica y a los períodos de dictadura y golpes de Estado una restitución histórica, desde luego; política, sin duda. Pero moral, me parece que es imprescindible”.
Ante la atenta mirada del embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, Rodríguez Zapatero destacó la figura de su padre: “Desde aquí deseo recordar la dignidad vibrante del presidente Alfonsín. Yo era joven, veíamos la salida de la dictadura argentina con esperanza. Vibrantes los discursos a favor de la democracia y la justicia”. Renglón seguido hizo lo propio con el ex presidente Néstor Kirchner y Cristina Fernández: “El presidente Kirchner y Cristina siempre me hacían compartir actos en relación con la memoria, con las madres de la Plaza de Mayo. Recuerdo emotivamente en el Río de la Plata un gran homenaje a todas las madres de la Plaza de Mayo”.
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Al igual que la Argentina, España tiene también historia negra. Con la presencia del ex juez Baltasar Garzón entre el público, Rodríguez Zapatero dijo que España sabe de historia, de injusticia y de memoria. Cada vez que hablamos y pensamos sobre la memoria democrática –comentaba– estamos haciendo historia. “Estamos haciendo historia noble, limpia. La memoria es compatible y deseable que vaya acompañada de perdón. La memoria es reconocimiento imprescindible”.
Conmovido –emoción que contagió a los presentes en el acto– Zapatero contó que la semana anterior tuvo la oportunidad en Alicante de visitar lo que fue la sede del último gobierno republicano. “Estuve sentado en el despacho del último presidente del Gobierno, y desde allí, con otros líderes, voló, ya en el último aliento de la República española, hacia el exilio. Según visitaba esa finca pensaba cuánto nos queda por construir. Incluso alguien que fue presidente del Gobierno y que vivió con emoción, conmovido imaginando lo que tuvieron que sentir aquellos hombres que por un afán democrático tuvieron que ir de su país, y muchos de ellos jugándose seguramente la vida en el exilio”.
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El exilio, tema muy presente aún en la España moderna. Quedan heridas por cerrar y cadáveres por desenterrar en las fosas cavadas en bosques y cunetas. Este déficit obedece en parte a que de ciertos sectores de la derecha española se oponen a que se hable de las consecuencias de la guerra y la postguerra. Rodríguez Zapatero primero, y Pedro Sánchez ahora, pugnan por aprobar la Ley de Memoria Histórica. Y en ella va implícito el reconocimiento de América Latina hacia los exiliados republicanos.
Girándose para hablarle a la cara al embajador Alfonsín, el ex secretario general del PSOE subrayó algo que le parece fundamental. Dijo que desde su experiencia política y su conocimiento de Latinoamérica siempre le llamó la atención por encima de cualquier otra cosa, “y que conviene decirlo aquí, en España, es que quienes mejor trataron a los españoles en el siglo XX fueron la Argentina, México y Venezuela. Los españoles que tuvieron que ir al exilio político o económico fueron recibidos en los países latinoamericanos excepcionalmente. Se sintieron enseguida compatriotas. Acaso, lamentó, no sabemos devolver esa solidaridad y esa justicia”.
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Para Rodríguez Zapatero las mejores páginas las escribieron juntos aquellos que hablan el mismo idioma en las dos orillas.
"Candente mañana, imperiosa agonía, incesante y vasto universo, melancólica vanidad". Esta frase pertenece al comienzo de “El Aleph”. También es la preferida del político español. "No sé si sienten ustedes lo que siento yo", dijo, tras leerla en la presentación de su libro “No voy a traicionar a Borges”.
La ESMA espera su merecido reconocimiento como patrimonio de la UNESCO; mientras tanto, con el permiso de Borges y Quevedo, la literatura unida a la memoria escribirá las páginas que aún están en blanco a ambos lados del Atlántico.