OPINIóN
Universidad del Salvador

Tensión económica en tiempo electoral

“No hay elementos concluyentes que confirmen ni un auge vigoroso ni una desaceleración declarada” dice el autor y analiza el momento de tensión que ahora vive el país y debería descomprimirse en octubre.

Economía real
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Argentina se encuentra en la fase decisiva de un ciclo electoral signado por tensiones persistentes entre el gobierno nacional, las provincias y una oposición fragmentada. En este contexto, los indicadores económicos adquieren una dimensión política, operando como diagnósticos implícitos del clima institucional. El interrogante central excede lo coyuntural: ¿estamos ante un punto de quiebre, una transición ordenada o una prolongación de la tensión entre cosmovisiones y modelos de política pública en disputa? La respuesta se decantará gradualmente, moldeada por las preferencias del electorado y la lectura de los mercados.

El escenario económico exhibe rasgos de ambigüedad estructural. La producción muestra signos de expansión sin configurar por ahora un crecimiento económico sostenido; la inflación evidencia una oscilante desaceleración, y el mercado laboral se encuentra en una frágil estabilidad. No hay elementos concluyentes que confirmen ni un auge vigoroso ni una desaceleración declarada. Por ende, las categorías de transición o inflexión operan más como construcciones analíticas que como diagnósticos empíricos verificables.

Tres variables concentran la atención técnica en la actualidad: la trayectoria de los precios, la dinámica cambiaria y el nivel de reservas internacionales. La desaceleración de la inflación pierde potencia explicativa si el tipo de cambio intensifica su presión y la fragilidad del balance del Banco Central perpetúa la exposición a shocks externos.

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En cierto modo, cada cifra adquiere carga semiótica en cuanto es leída como anticipo de movimientos políticos o decisiones de política económica.

En ese marco, los gobernadores profundizan demandas por recursos, muchas veces interpretadas como contraprestaciones por apoyo legislativo o ajustes por previas reducciones.

Las negociaciones adoptan un formato colectivo, desplazando las peticiones individuales por posicionamientos grupales. Esta lógica sugiere que ningún actor político posee, por sí solo, la capacidad para redibujar el mapa institucional.

La oposición, por su parte, articula esfuerzos por conformar espacios competitivos, con fórmulas que oscilan entre alternativas moderadas y coaliciones más disruptivas. Sin embargo, la carencia de una plataforma económica consensuada limita su capacidad de convocar a un voto programático, incrementando el riesgo de atomización electoral.

Por su parte, en el sector privado predomina una racionalidad cautelosa. Gran parte de las empresas tienden a demorar decisiones de inversión y restringen incorporaciones de personal.

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Las familias refuerzan estrategias de ahorro en activos tangibles, como divisas e inmuebles, ante la volatilidad cambiaria y la incertidumbre financiera y política. La aversión al riesgo opera como principio rector en un horizonte marcado por la ambigüedad.

Frente a este escenario, pueden delinearse tres trayectorias económicas según el resultado electoral: i) un proceso de normalización macroeconómica si el oficialismo consolida su posición, respaldado por metas fiscales y las reformas en curso; ii) una fase de inestabilidad si el resultado debilita su capacidad de ejecución política; iii) una zona gris de indefinición, donde la ambigüedad de la señal electoral amplifique la incertidumbre sin derivar en una disrupción explícita.

En síntesis, Argentina navega en una zona de tensión entre visiones contrapuestas. El desafío consiste en una transformación institucional: reglas básicas, plazos verificables y consenso mínimo sobre políticas de Estado. Solo así podría reconvertirse la polarización en vector de desarrollo.

Qué cambio sería para el país si estas elecciones fuesen el primer momento de claridad ante la niebla que afecta la posibilidad que la tensión se transforme en una inflexión económica por un largo tiempo.

* Vicerrector Económico de la Universidad del Salvador