POLICIA
a dos meses del escandalo en corrientes

Buscan a Lucho, el capo narco de Itatí que tenía caballos de carrera

Es uno de los dos prófugos que tiene la causa que llevó a la cárcel al intendente de la ciudad. Vivía a unos metros de Prefectura y cobraba sueldo como empleado público.

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Prófugos los dos. Lucho Salcedo y su hermano Cirilo tienen pedido de captura internacional. | interpol

Los hermanos Luis y Cirilo Saucedo son los únicos prófugos que tiene la causa que reveló el entramado narco de Itatí, por el que fueron detenidos el intendente Natividad Terán, su vice, jefes policiales y miembros de otras fuerzas de seguridad.

El menor, conocido como “el Gordo” o “Lucho”, es señalado como el jefe de “los Gordos”, una de las facciones que operaban en la ciudad correntina. Cirilo es su mano derecha, pero no es el único miembro de la familia que aparece vinculado al tráfico de drogas. Su hermana Angélica también jugaba un rol importante dentro de la organización. Era la encargada, según el relato de un testigo que declaró en calidad de “arrepentido”, de mantener “las tratativas” con el comisarío Diego Alvarenga para “dejar sin efecto actuaciones policiales labradas contra otros integrantes de la organización, principalmente de Lucho, y se comunicaba con el 911 para que personal de la Policía de la provincia de Corrientes concurriera a un determinado lugar para verificar si en esa zona había personal de la Prefectura Naval Argentina o de la Gendarmería Nacional efectuando tareas de investigación”. A diferencia de sus hermanos, está presa.

Cirilo, por su lado, compartía cierto lugar de mando pero por debajo de su hermano, quien le daba las indicaciones para actuar. Los dos hermanos, el nombre de una lancha que trasladaba más de 400 kilos de marihuana, atribuida a Lucho, que fue secuestrada en noviembre de 2014, da cuenta de la cercanía entre ambos.

Por su lado, el líder aparece muy expuesto en la causa investigada por los fiscales federales de Corrientes Flavio Ferrini y Carlos Schaefer, y el equipo de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), dirigida por Diego Iglesias.

Las escuchas que constan en el expediente dejan claro su rol de coordinador del trasporte de estupefacientes. Da indicaciones, alerta a los otros miembros de la presencia de las fuerzas de seguridad, se encarga del asesoramiento legal y se ocupa de negociar el precio de la venta y las entregas.

Los testimonios señalan al “Gordo” como “el capo, dueño de todo Itatí”. Antes de escapar, vivía a “una cuadra y media de Prefectura y frente a la Aduana”. Empleado de la municipalidad en los papeles, ingresaba a la comisaría de Itatí por “la puerta de atrás” para no dejar tan en evidencia la connivencia que existía entre el narco y el comisario.

Buena vida. Se le atribuye, además, una flota de autos de alta gama. Su esposa, Silvia Ayala, también detenida, intentó cubrirlo en su indagatoria: “Mi marido se va a trabajar a la municipalidad y vuelve a la una del mediodía, comemos, se acuesta un rato y sale con sus caballos de carrera a trabajar. Después viene de trabajar y se va a jugar a la pelota y vuelve a la tardecita”.

Lo que no pudo explicar es cómo Lucho había adquirido los vehículos. Las carreras hípicas serían, en realidad, una pantalla para el narcotráfico.