POLICIA

Crimen en Gesell: vuelven a considerar la hipótesis del robo

Detuvieron a un hombre que vive a una cuadra del lugar donde murió Cynthia Filippone. Galería de fotos

La mujer murió desangrada frente a sus hijos.
La mujer murió desangrada frente a sus hijos. | Facebook.

Lo encontraron manejando su vehículo. Estaba acompañado por una mujer que, ante la presencia policial, entregó la información que desde hace días buscaban: “¡Él fue quien la mató!”. Según fuentes cercanas al caso, esa fue la facilidad con la que la Policía llegó a Sergio Daniel Muñoz, el primer detenido por la causa del crimen de la artesana de 40 años, que fue encontrada sin vida en el living de su casa en Villa Gesell el lunes por la noche.

La Fiscalía descentralizada de Villa Gesell, que interviene en el caso, no ofreció mayores precisiones acerca de los elementos que pudieron llevar a las autoridades hasta Muñoz. Según trascendió, Muñoz vive en Paseo 110 y Avenida 6, a una cuadra de donde la mujer fue brutalmente asesinada.

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Algunos vinculan a este hombre con uno de los acusados por el crimen de Armando Peñalba, un mecánico que fue ultimado en 2009 luego de intentar intervenir en una pelea ocasionada por un choque que dos vehículos tuvieron en la puerta de su taller sobre el Paseo 112 bis y la Avenida 12. Tanto Peñalba como Filippone murieron por cortes de un elemento punzante. En ambos casos, fueron atacados en lugares de su propiedad. El acusado se apellidaba Muñoz y había nacido el mismo año, aunque aquel se llamaba César Oscar y este Sergio Daniel. Se tratarían de dos hermanos de la misma edad, miembros de una numerosa familia compuesta por los padres y sus nueve hijos.

Hasta ese entonces, la investigación se había concentrado en el círculo íntimo de la víctima, con particular énfasis en Simón Hernández, el hijo de Daniel, la persona con quien la mujer convivía en la vivienda donde fue asesinada. Sin embargo, tanto él como su padre aseguraban encontrarse caminando por la playa a la hora del femicidio, versión que fue confirmada por las cámaras exteriores de un hotel que se encuentra a metros del mar. También descartaron al exmarido de Filippone, quien se presentó a declarar y pudo demostrar que se encontraba en la ciudad entrerriana de Concordia, donde vive desde que se separara de la artesana. Ambos habían tenido dos hijos, los mismos que vieron cómo su madre se desangraba hasta la muerte.

Según la reconstrucción pericial, la artesana fue atacada en el patio de su casa mientras colgaba ropa. Recibió al menos dos cortes con un elemento punzante (uno en la cara y otro más profundo en el cuello) y utilizó los últimos esfuerzos de su agonía para entrar a la casa, donde se encontraban los chicos de 9 y 6 años, y pedirles que trabaran las puertas y las ventanas y se comunicaran por teléfono con Daniel, su concubino.

Al no advertir objetos faltantes ni cosas revueltas en la vivienda, los investigadores habían desestimado el robo como móvil del asesinato, deslizando la posibilidad de que pudiese tratarse de un problema personal o, incluso, de un ajuste de cuentas. Un argumento probable en esta clase de episodios, aunque ciertamente débil a la luz de los hechos, ya que bien puede caber la posibilidad de que el agresor haya abortado el hurto para fugarse con celeridad, asustado por haber ultimado a la mujer en una zona visible desde la calle y las casas linderas, o tal vez por los gritos que ella profirió al momento al momento del ataque, los cuales efectivamente fueron escuchados por una vecina que automáticamente llamó al 911. Esta línea de investigación, que ahora vuelve a ser estimada por los responsables de la causa, ya había sido advertida por Perfil.com aún cuando las autoridades preferían relegarla.

Seguridad. Develar el móvil y encontrar al culpable es algo más que un menester jurídico: también supone un costo político, en el caso de que el homicidio no haya respondido a un problema personal (tal como se pretendió postular durante los primeros días) sino a un hecho de inseguridad. El de Cynthia Filippone es el quinto asesinato que se produce en Villa Gesell en lo que va del año, a razón de uno por mes, un promedio impensado años atrás.

En Gesell, la inseguridad se convirtió en un problema cada vez más habitual y, por distintos factores, es bajo el porcentaje de casos que la Policía y la Justicia logran resolver.

No son pocas las personas que prefieren ahorrarse el tiempo de realizar denuncias que tal vez no conduzcan a lugares alentadores. De hecho, Filippone y su concubino ya habían sufrido un robo en su vivienda hacia fin de 2013, aunque habían desistido de realizar la exposición en la Comisaría 1ª, la misma que ahora interviene en el femicidio. En aquella oportunidad, la casa estaba vacía y no hubo víctimas que lamentar.

También hay una línea que se tiene en cuenta por lo bajo y que los investigadores desarrollan con sigilo: contempla la posibilidad de que el o los atacantes fueran en búsqueda de Simón Hernández y terminaran encontrándose con su madrastra. Esta hipótesis se apoya en una observación clave: Simón vive en un garage reconvertido en casa, ubicado a escasos metros de donde Cynthia fue atacada.

Aún quedan varios elementos por considerar. Por ejemplo, la vehemencia con la que Filippone se defendió del ataque, ya que cabe la posibilidad de que retuviera ADN del agresor por su defensa, o bien la alpargata azul que fue encontrada en el extenso parque. También hay un particular interés por el mayor de los hijos de la víctima, de 9 años de edad, único protagonista junto a su hermana menor de la agonía de su madre. ¿Pudo él haber visto algo? ¿Qué capacidad de procesión de la información puede tener un chico de 9 años que ve como su madre entra por la puerta y se muere desangrada ante sus ojos? Preguntas perturbadoras, como todas las que se instalan día a día mientras el tiempo transcurre y aún no se hallan respuestas alentadoras.

(*) Especial para Perfil.com