“Soy víctima del sacerdote Julio Grassi”. Así se presenta “Gabriel” ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, en una carta que le entregó en mano Juan Pablo Gallego, abogado querellante en la causa e impulsor de la acusación al cura junto a Estela de Carlotto.
El caso vuelve a tener notoriedad con el nombramiento de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, quienes deberán estudiar el expediente que ya circuló por las vocalías de Juan Carlos Maqueda, Elena Highton de Nolasco y el propio Lorenzetti, a quien “Gabriel” le pidió –a través de la misiva– que confirme la condena al sacerdote.
Los abogados de Grassi recurrieron al máximo tribunal luego de que Casación y la Corte provincial confirmaran la condena impuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Morón que, el 10 de junio de 2009, condenó a 15 años de prisión al sacerdote al considerado culpable de haber abusado en dos oportunidades de “Gabriel”, uno de los menores que estaba a su cuidado en la Fundación Felices Los Niños.
Pese a la insistencia de los abogados de las víctimas, “Luis” y “Ezequiel” no fueron considerados en el fallo, la Suprema Corte bonaerense accedió al pedido de la defensa y será el tribunal presidido por Lorenzetti el que tendrá la última palabra de la causa que ya lleva 14 años sin resolverse de forma absoluta.
“A siete años de la condena obtenida, tenemos la expectativa de que –prontamente– la Corte Nacional dé su pronunciamiento definitivo, que cierre un caso tan claro, tan comprobado y por crímenes tan horrendos. Y que definitivamente haya un manto de piedad para las víctimas de los aberrantes delitos sexuales perpetrados por el Cura Grassi”, dijo Gallego a PERFIL. “En nuestro recurso a la Corte hemos pedido la elevación de la condena –que actualmente es a 15 años de prisión–; la Procuración ha respaldado nuestra posición acusatoria y por ende, esperamos un fallo ejemplar”.
En la carta, “Gabriel” hace referencia a otra que envió en 2013 al papa Francisco pero que no tuvo respuesta del ex cardenal de la Ciudad de Buenos Aires. “Creo que no llegó a destino”, dice el joven que hoy tiene 32 años.
En la misiva, la víctima de abuso solicita a Jorge Bergoglio que se le aplique la “tolerancia cero” al padre Grassi, es decir, “apartándolo de la Institución y reduciéndolo a laico”. En ese orden, le pide emitir “una clara señal pública de respeto hacia la independencia judicial”.
“Gabriel”, además, le recrimina al Papa que “no le soltó la mano” al cura condenado por abuso, pese a su “fuerte llamado contra los abusos sexuales a menores en el clero”.
Asimismo, menciona que, en 2011, se enteró de que la Conferencia Episcopal Argentina, por ese entonces bajo la dirección de Bergoglio, “encomendó un libro a un jurista en el que se me denigra y se informa que la Iglesia no necesariamente deberá acatar la decisión de la Justicia secular”. Se refiere al libro del penalista Marcelo Sancinetti, esposo de Patricia Ziffer, secretaria letrada de la Corte.
“Esperamos que se confirme la condena de Grassi, se lo expulse de la Iglesia a la que no representa y se mitigue la angustia de las víctimas de este proceso interminable contra uno de los sujetos más poderosos de la Argentina”, resumió Gallego.
A principios de este mes, durante su visita al Vaticano, el presidente de la Corte Suprema mantuvo una reunión privada con Francisco.
Fuentes judiciales indicaron a este diario que no tocaron el caso, como así tampoco ninguna causa judicial puntual de este país; sino que charlaron de temas más generales, como geopolítica internacional.
El 29 de junio, se le tomará juramento a Rosatti; tras la feria, será el turno de Rosenkrantz. El expediente, por lo pronto, descansa en la Secretaría Judicial Nº3 de la Corte.
Preso en Campana
Julio César Grassi permanece recluido en la Unidad Penitencia Nº 41 de Campana desde diciembre de 2013, luego de una breve estadía en la cárcel de Ituzaingó.
Según pudo reconstruir PERFIL a lo largo de estos años en prisión, el ex director de la fundación Felices Los Niños, se encarga de seleccionar y repartir la ropa que envía Caritas a la cárcel. Grassi “se viste como sacerdote (con su clásica camisa cleriman celeste) pero no puede ejercer ninguna función eclesiástica”, indicaron fuentes penitenciarias a este diario. Además, repartiría estampitas de santos entre los internos. Según sus allegados, el sacerdote usaba la biblioteca de la cárcel, donde tiene acceso a una computadora y puede conectarse a internet. Desde allí monitoreaba las actividades y novedades de la fundación del partido de Hurlingham.
En 2015, Grassi fue acusado por peculado. Desviaba camiones con donaciones destinadas a Felices Los Niños a la cárcel de Campana. Según la denuncia, el cura dirigía la operación desde su celda.