La última foto de las vacaciones en Puerto Madryn no es la que soñaron, aunque probablemente termine convirtiéndose en un portarretratos. Pese al viento y a una molesta llovizna, posan sonrientes junto a tres efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), delante de la combi que los llevará de regreso a casa. Es el final de una odisea que se extendió por más de 150 días.
Marina, su esposo Ramón y sus tres hijos Dylan (11), Byron (8) y Gael (5) demoraron cinco meses en regresar a su casa de Quilmes. Salieron el 14 de marzo pasado desde la terminal de ómnibus de Retiro, en un plan turístico-familiar pensado para siete días, y recién pudieron volver este domingo 16 de agosto.
"Llegamos a Madryn pensando en regresar a la semana siguiente para que los chicos retomen las clases, pero el 20 de marzo se suspendieron todos los viajes de larga distancia y nos tuvimos que quedar en lo de mi hermano", cuenta Marina a PERFIL.
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Eran once personas en una casa para cinco o seis. No hubo casi tiempo para el esparcimiento. Apenas llegaron a Madryn fueron hasta El Doradillo pensando en volver, pero nunca más pisaron la playa. Ni siquiera pudieron ir a visitar a otro familiar que vive en la ciudad de Trelew, a unos 60 kilómetros al sur de Puerto Madryn.
Las primeras semanas fueron difíciles, pero entendieron el contexto de la nueva normalidad y las restricciones para evitar la propagación del virus. Marina estudia la carrera de terapista ocupacional en la Universidad de Quilmes y pudo continuar con sus clases virtuales. Su marido es auditor de campo, una actividad que todavía sigue paralizada en el AMBA.
La familia siguió por televisión los relatos desesperados de los turistas argentinos que estaban varados en el exterior, y hasta llegaron a pensar que su situación era más beneficiosa por estar en el país. No sabían lo que les esperaba.
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Los "extranjeros" comenzaron a ser repatriados pero ellos siguieron a la deriva. Y sin respuestas. Con la terminal de ómnibus de Puerto Madryn cerrada y sin señales de una reactivación, intentaron regresar en remís. Pero se encontraron con una gran dificultad: el elevado costo de un viaje que, por si fuera poco, tampoco era seguro porque nadie podía asegurarles que pudieran llegar a destino por la cantidad de controles que debían atravesar.
"Nos querían cobrar 50 mil pesos por persona y además no nos daban garantías de llegar a casa", explica Marina. La otra odisea comenzó cuando intentaron obtener una ayuda del Estado. "Intentamos comunicarnos con la Casa de la Provincia pero nadie nos atendió. Lo mismo nos pasó con la Municipalidad de Quilmes. Enviamos mails a Transporte y Presidencia y también le escribí al senador nacional Esteban Bullrich, pero no nos respondieron. Recién cuando nos hicieron una entrevista en televisión nos contactaron", dice Marina.
Marina asegura que no tuvieron "en cuenta a la gente que estaba de viaje" por el país. "Era sencillo trasladar a los pasajeros que les habían cancelado los viajes. Tenían todos nuestros datos, pero se toman decisiones en lo macro y no en lo micro, y después terminan pasando estas cosas", entiende.
Ya instalada en su casa de Quilmes, la familia solo tiene palabras de agradecimiento para el personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, a cargo de José Glinski, que este domingo los trajo de regreso. “Les queremos agradecer a todos los que nos ayudaron, en especial al oficial jefe Jorge Pligiacampo, el principal Cristian Cobos y el ayudante Leonardo Fleitas, y a toda la PSA”, dice la mujer. Las vacaciones -probablemente las más largas de sus vidas- habían llegado a su fin después de 154 días eternos.
LN