“Salí a correr como es habitual, escuchando música, con el celular envuelto en una bandolera, atada a mi mano. Volviendo por avenida Alcorta, cincuenta metros antes de llegar a Monroe, veo que un hombre me persigue. Me doy vuelta, veo que se coloca la capucha y me ataca con un cuchillo. Sin decir nada”.
Ocurrió el 31 de octubre pasado, cuando J.E. fue atacada por un desconocido. La joven pidió a PERFIL no publicar su nombre ni su rostro. Pero quiso que su historia se divulgue. “Mi intención es informar de lo que está pasando y escribirlo fue mi única salida para evacuar tanta desesperanza junta”, contó.
El ataque continuó: “En su intento de agarrarme, me tira al piso. Me tironea del brazo para sacarme la bandolera que estaba enredada en mi mano derecha. Empecé a gritar y a pedirle que parara. Para que me calle, sin decirme nada, impulsó el cuchillo hacia mi cara. Me cubrí con el brazo derecho y me gane un corte de 6 centímetros en el brazo, el cual me roza la nariz. Seguí gritando. Me dio un golpe de puño en el pecho, y me pateó la frente. Con mi mano izquierda libre, logré evadir las puntadas que me tiró y en una maniobra bastante afortunada, me pongo de pie y le saco el cuchillo”. Cinco ciclistas vieron la escena, pero no intervinieron. El agresor, desarmado, buscó en un tacho de basura “algún elemento para seguir lastimándome. No encontró nada y se retiró caminando”.
J.E. lo siguió y, pese a los llamados a la Policía, el hombre escapó.
“Después no pregunten por qué aparecen chicas muertas en las vías. El miedo paraliza y así es como mueren de un puntazo, como me pudo haber pasado a mí. Me esforcé para que lo agarren y no le pase a nadie más. No pude”, se lamentó la chica en Facebook.