El tiroteo entre policías –ocurrido hace dos semanas en las puertas del Parque Avellaneda Shopping– reabrió una histórica grieta que enfrenta a las fuerzas de seguridad más importantes del país: La Bonaerense (o Los Patas Negras) vs. La Federal (o los Federicos).
La muerte del comisario Hernán Martín (43), que estaba a cargo del gabinete de drogas de la DDI Avellaneda-Lanús, generó un profundo malestar en la tropa de Fabián Perroni, el jefe de la Policía provincial. De mínima entienden que hubo un accionar desmedido y hasta irracional de parte de los hombres de la Policía Federal (PFA). Entre otras cosas, plantean gravísimos errores en el procedimiento y hasta deslizan otras hipótesis de lo que sucedió en la noche del viernes 29 de marzo pasado.
¿Eran policías coimeros los de la Provincia? ¿O les tendieron una cama? ¿Fueron víctimas de un grupo de inoperantes que montó un pésimo operativo? ¿O los atacaron con el objetivo de quedarse con el dinero de la coima?
Pasaron dos semanas y todavía la causa no responde las preguntas claves. Hay pistas y hasta versiones oficiales contradictorias que embarran una investigación judicial que, por estas horas, apuesta un pleno a los resultados de las pericias balísticas que fueron encargadas a Gendarmería.
¿Qué se sabe? Que el comisario de la Bonaerense, Hernán David Martín (43), fue acribillado arriba de un auto y que los que disparos que recibió fueron realizados por agentes encubiertos de la PFA. Según el informe preliminar de autopsia, el cuerpo del jefe policial presentaba siete impactos de bala, dos de ellos en el cuello y la cabeza.
¿Martín abrió fuego y los federales repelieron una agresión? El video obtenido de una cámara de seguridad que apunta a la playa de estacionamiento de la Shell tiene la respuesta a este interrogante: no.
Las imágenes son claras y reproducen la escena inicial de la supuesta extorsión, entre el capitán Eduardo Franicevich –compañero de Martín– y la mujer que debía entregar un sobre con dinero, y el momento en el que un auto blanco intenta escapar y es atacado a tiros. En ese coche –un Toyota Etios perteneciente a la Brigada– iba el comisario Martín.
Los investigadores analizan tres filmaciones del lugar. Y qué curioso: ninguna de estas cámaras registra a Martín disparando.
Una trama de extorsión narco detrás del tiroteo sangriento entre policías
Sin embargo, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, brindó una versión totalmente opuesta: “La Policía Federal les da el alto y rodean al delincuente (por el capitán Franicevich). Estos comienzan a los tiros y hieren gravemente a un cabo de la Policía Federal; uno de ellos es abatido, y tres más detenidos”. Pero nada de eso pasó.
En la misma sintonía. Néstor Roncaglia, jefe de la PFA, también avaló la teoría de un ataque a tiros de parte de la Bonaerense. En la madrugada del sábado 30 de marzo, mientras los peritos de Gendarmería trabajaban en el lugar, declaró: “El comisario es el que empieza a realizar varios disparos. Esta persona (por Martín) embiste a uno de los policías, es perseguido y se enfrenta a tiros con los dos policías”.
Lo más probable es que Martín haya tirado en la huida como respuesta a una agresión. Otra hipótesis –que nadie descarta– es que los proyectiles que hirieron a los federales los dispararon hombres de la misma división (una situación habitual que en la jerga se conoce como “fuego amigo”). “El que alguna vez intervino en un tiroteo sabe que cuando uno empieza a tirar se genera un efecto en cadena en el que todos disparan”, explica a este diario una fuente vinculada a la investigación.
Un rumor fuerte que está instalado en la Bonaerense indica que una de los balas que mató a Martín sería de punta hueca, que producen un daño mucho mayor, pero que están prohibidas en las fuerzas de seguridad. Las pericias balísticas son claves para derribar esta teoría y también para establecer cuántas líneas de fuego hubo y si efectivamente Martín hirió a los federales.
¿La denunciante aseguró que estaba siendo extorsionada por un grupo de policías? Sí, pero es cierto que también sembró dudas. ¿Qué declaró? Que había sido secuestrada y amenazada por hombres de civil que la interceptaron al grito de “alto policía”. Le dijeron “sabemos que tu marido es narco” y le reclamaron un dinero para no iniciarle una causa. “No estaban uniformados ni tenían armas”, describió la mujer, y a su entender, tampoco tenían “aspecto” de policías. Roncaglia dijo otra cosa: “Ella –por la denunciante– sospechaba que podían ser policías”.
Si efectivamente sospechaban que detrás de la maniobra había policías, ¿por qué la Unidad Funcional de Instrucción Nº 4 no convocó a la Auditoría General de Asuntos Internos (AI) del Ministerio de Seguridad de Buenos Aires? En rigor, no está obligada a hacerlo. Sobre todo si quieren evitar una filtración. En la práctica suele pasar lo contrario. De hecho, esta misma fiscalía pidió la colaboración de AI en un reciente procedimiento con personal de una comisaría involucrada en un acto de corrupción con narcos. ¿Raro, no?
José, el comisario prófugo que no está entre los más buscados
El jefe de la Brigada de Investigaciones de Avellaneda-Lanús, José Hernández (53)–acusado junto a su personal a cargo de cobrar coimas a narcos a cambio de no iniciarle una causa judicial– pasó sus primeros diez días prófugo con algunos privilegios: su imagen no aparece en los organismos oficiales locales ni internacionales de búsqueda de personas.
Hernández fue desafectado el viernes 29 de marzo, cuando agentes encubiertos de la Policía Federal Argentina (PFA) mataron a tiros al comisario de la Bonaerense, Hernán Martín (43), en la estación de servicio Shell del Parque Avellaneda Shopping.
La fiscal María Soledad Garibaldi –a cargo de la investigación– pidió su captura cuatro días después, junto a cuatro subalternos que sí fueron detenidos: el comisario inspector Aníbal Marcelo Ochoa, el jefe de operaciones Raúl Hernández, el comisario Esteban Aranda y el teniente primero Claudio Saldivia.
Según fuentes judiciales consultadas por PERFIL, la jueza de garantías Estela del Carmen Mollo envió un exhorto con el pedido de detención internacional de Hernández y hasta envió un oficio a Interpol.
Como todo policía, la foto de frente y a color del comisario mayor Hernández está en el legajo que tiene el Ministerio de Seguridad de Buenos Aires. Sin embargo, esa imagen no aparece en el Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenada por la Justicia (Buscar), que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación. Tampoco en los registros de búsqueda de personas de la cartera de Seguridad bonaerense ni en Interpol.
Las dos fotografías que trascendieron del jefe policial no son oficiales: una de ellas fue tomada por el sitio AB Magazine Online, en una protesta por inseguridad que hace cuatro años organizaron los vecinos de Aldo Bonzi. En aquel entonces, el comisario Hernández estaba a cargo de la Jefatura Distrital de esa zona.