POLICIA
Preso en la cárcel de Rawson

“Todo lo que hice fue por amor”: la carta del ruso acusado de liderar una secta

Desde una celda de la Unidad Penitenciaria Nº 6 de Rawson, Konstantin Rudnev escribió una carta en la que se define como víctima de una condena mediática. “Un periódico puede ser un látigo”, sentenció. El fundador de la secta Ashram Shambala, acusado en Argentina por trata de personas y reducción a la servidumbre, asegura que “no lo escucharon, me imprimieron” y que “la prisión no destruye el mal, lo engendra”. Su abogado defensor cuestiona la investigación y adelanta que pedirá la prisión domiciliaria por razones de salud.

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Encierro. El acusado de liderar una secta (en la foto con su pareja) se encuentra en la Unidad Penitenciaria Federal Nº 6 de Rawson. | cedoc

Preso desde hace más de seis meses en una cárcel de máxima seguridad, el ruso Konstantin Rudnev rompió el silencio con una extensa carta escrita desde su celda en Rawson, donde espera el avance del proceso judicial en su contra. El hombre de 57 años, acusado de liderar una organización transnacional que operaba bajo la fachada de un centro espiritual en Bariloche, envió un texto de tono espiritual y defensivo en el que asegura que fue condenado “por los periódicos y no por la Justicia”.

“Me han juzgado durante muchos años –no las personas, sino el papel–. No me escucharon, me imprimieron. No me conocían, pero me citaban. No me veían, pero me condenaban”, escribió el líder de la secta Ashram Shambala, una agrupación surgida en los últimos años de la Unión Soviética que llegó a tener miles de adeptos en Rusia y que hoy enfrenta acusaciones por trata sexual y reducción a la servidumbre.

En el texto, que fue enviado a PERFIL, Rudnev realiza una dura crítica a lo que considera una persecución mediática: “No creemos en nuestros ojos, sino en los titulares. No en el corazón, sino en las palabras ajenas. Vivimos en los periódicos en lugar de vivir en el alma”.

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Más adelante agrega: “Un periódico puede ser un látigo. Una palabra puede ser una cámara de tortura. Sin embargo, no guardo rencor. Porque he comprendido que quienes escriben maldades sobre mí no saben lo que hacen”.

Rudnev se encuentra detenido con prisión preventiva desde abril, acusado de haber captado a una joven embarazada de 22 años en Rusia y haberla traído a la Argentina con fines de explotación. La mujer dio a luz en marzo en un hospital de Bariloche y, según la fiscalía, el grupo intentó anotar al bebé como hijo del líder para obtener nacionalidad argentina y residencia en Brasil.

“Por amor”. La carta, dirigida “a quien quiera escuchar”, mezcla un tono místico con reflexiones sobre la fe, el castigo y la soledad del encierro. “Todo lo que hice fue por amor. Solo quería que las personas dejaran de temer a ser amables”, escribió y sumó: “No pido que nadie crea en mí, lo que pido es que miren por sí mismos. No lean sobre mí, solo recuerden lo que sintieron cuando vieron mis ojos”.

“Pueden encarcelarme. Pueden distorsionar cada una de mis palabras. Pueden escribir mil titulares repugnantes sobre mí o producir cientos de falsos programas de tertulia. Pero no pueden quitarme la capacidad de ver a las personas como seres luminosos”, afirmó.

Desde su celda, también comparó la prisión con una forma de sufrimiento espiritual:

“La prisión no es una prueba del cuerpo, sino del alma. Una prueba de la fe, compasión y humanidad. Una palabra corta, pero un dolor infinito”, sostuvo. Y añadió: “La prisión es una herida en el cuerpo de la humanidad. Es un rudimento del pasado, un error grosero de la evolución. Al ser humano solo se le puede corregir con amor, cuidado y luz, no con miedo, violencia y soledad”.

El contexto judicial. Rudnev fue condenado en Rusia a 11 años de prisión por abuso sexual, huyó de Montenegro y fue capturado en la Argentina junto a otros veinte integrantes del grupo. La Justicia de Río Negro lo acusa de ser el líder de una estructura criminal que operaba bajo la fachada de prácticas de yoga y espiritualidad, pero que en realidad se dedicaba a la captación de mujeres jóvenes mediante engaño y coerción.

En las viviendas allanadas se encontraron colchones en el suelo, ventanas tapadas y objetos eróticos. Según la acusación, la organización buscaba asentarse en Bariloche y luego extenderse hacia Brasil.

El fiscal Fernando Arrigo sostiene que el grupo actuaba con una jerarquía rígida y que las víctimas eran sometidas a aislamiento, control y manipulación psicológica. En el expediente también figura el intento de alterar la partida de nacimiento del bebé recién nacido, lo que derivó en imputaciones por falsedad ideológica y sustitución de identidad.

La defensa. Su abogado, Carlos Broitman, asegura que el proceso judicial “nació viciado de irregularidades” y que la hipótesis de trata se originó a partir de una confusión ocurrida en el hospital de Bariloche. “Pensaron que era una víctima de trata porque no traía el nombre de un hombre como padre del bebé. Le dijeron que sin eso el niño no podría salir del hospital”, sostuvo el defensor en diálogo con PERFIL.

Broitman remarcó que la mujer “no conocía a ninguno de los imputados y menos aún a Rudnev”, y que “nunca lo vio, nunca le pidió nada, nada de nada”.

El abogado adelantó además que pedirá la prisión domiciliaria por razones de salud, ya que el ruso “atraviesa una situación médica delicada agravada por la incompatibilidad idiomática entre el ruso, el traductor automático y los médicos”. Según informó, algunos estudios fueron realizados en el hospital de Rawson, aunque otros no pudieron completarse.

La defensa presentó un recurso ante Comodoro Py para que la Cámara de Casación revise la decisión de mantener la prisión preventiva. “Este proceso va a caerse una vez que se examine la prueba. Lo que hay hasta ahora dista mucho de la realidad de los hechos”, afirmó el letrado.

En los párrafos finales de la carta, Rudnev insiste en su inocencia: “No se puede corregir a una persona quitándole el amor. Cuando se castiga a uno, sufren miles. Pero cuando se perdona, el mundo sana”, dice.

El gurú, que alguna vez se proclamó maestro espiritual en Rusia, y que hoy enfrenta cargos por trata y explotación en la Argentina, cerró el texto con una frase que resume su mensaje: “Mientras unos creen en los periódicos, otros creemos en los milagros. Y yo sigo entre aquellos que creen”.

El testimonio de la traductora

Svetlana Komkova, traductora rusa e imputada en la causa, asegura que todo se trató de un malentendido. Durante una audiencia ante el juez Gustavo Zapata, aseguró que su única intervención fue como intérprete para una joven embarazada que no hablaba español: “Nunca vendí a ninguna persona, ningún bebé. Soy traductora profesional. No entiendo cómo puedo estar acusada de algo así”, dijo.

En su declaración explicó que corrigió una letra para que el apellido del bebé no quedara con forma femenina en ruso. “Vi que estaba escrito con una ‘a’ final, lo que en ruso solo se usa para apellidos femeninos. Le expliqué que un varón con apellido femenino sufriría burlas en Rusia. Solo taché esa letra. No era que no querían poner el apellido de la madre, era una cuestión de gramática”, explicó.