Carlos Becerra (63 años) era el Secretario General de la Presidencia en aquel otoño de 1987, cuando Aldo Rico y un grupo de militares del Ejército se acuartelaron para reclamar cambios en la cúpula castrense y, sobretodo, eludir los juicios por graves crímenes durante la dictadura.
Becerra es abogado y aún sigue ligado desde Córdoba a la Unión Cívica Radical. Durante la breve gestión de De la Rúa ocupó el mismo cargo y también fue jefe de la SIDE. A 25 años de la agitada Semana Santa, el ex funcionario recordó a este portal los momentos de máxima tensión en la Casa Rosada ante el levantamiento carapintada.
-¿Cómo se enteró del levantamiento? ¿Dónde estaba? ¿Quién se lo comunicó?
-Estaba en Buenos Aires, yo era secretario general de Presidencia y estaba “cama adentro” todo el día. Vivía en funciones. El capitán Barreiro citado por un tribunal de Córdoba por delitos de lesa humanidad fue un disparador del descontento que habia dentro de las Fuerzas Armadas. El operativo de Rico y los Carapintadas se produjo y apareció con el Regimiento de Campo de Mayo. El disparador fue judicial y después fue institucional de altisima gravedad.
-Pocos años después de Semana Santa, Aldo Rico declaró que los asesores presidenciales le ocultaron a Alfonsín la rebelión hasta último momento. ¿Fue así?
-Esos dichos de Rico no son ciertos: el presidente Alfonsín estaba totalmente al tanto de lo que pasaba en cada una de las fuerzas, más en las fuerzas de seguridad. El ministerio de Justicia hacía un informe sobre cómo marchaban cada una de estas causas judiciales en los distintos tribunales del país que involucraban a los mandos castrenses. Lo que sucede es que públicamente los oficiales que dieron el no, reclamaban un cambio en el Ejército. Habia una situación de crisis dentro de las Fuerzas. Se juntaron varias cosas: la derrota en Malvinas y el regreso de la democracia generaron discusiones permanentes sobre el rol del Ejército durante la discadura. Se generó una situación de tensión al juzgarse primero las Juntas militares y luego el presidente cumplió con el Decreto de Enjuiciamiento: se determinó que tenias responsabilidades distintas, pero igualmente responsables los mandos intermedios. Los Tribunales Militares se apartaton y las causas se transfirieron a la Justicia Civil. Se empezaron a citar a comandantes como imputados... El escenario se tensó y se vivió zozobra.
-¿Recuerda su primera conversación con el ex Presidente o la primera “reunión de crisis” luego del levantamiento carapintada?
-Hubo una reunión con él y todo el Gabinete y el ministro de Justicia. Hubo varias reuniones. El estaba sumamente preocupado, pero con la entereza de un estadista, de un valiente, que estaba dispuesto a enfrentar la situación y a defender la democracia hasta la última consecuencias. Hasta en el ejercicio de su comando, yendo en persona a Campo de Mayo, demostró el ejercicio de un valiente que se fue a meter donde estaban los hombres armados para dialogar sin armas y lograr que las depusieran.
-Hubo funcionarios que confesaron empuñar armas. ¿Usted tuvo que tomar alguna en defensa propia en el '87?
-Hubo un momento, fue la noche del sábado. Teniamos una serie de dudas de cómo iban a reaccionar los mandos militares y obtuvimos una información concreta de que habia un grupo de carapintadas que habian salido en dos camiones de Campo de Mayo y no sabíamos el destino. Al final fueron detenidos en la zona del Puerto. Tuvimos el dato que su intención era atacar la Casa de Gobierno. La Rosada fue desaloja, le dijimos al personal que se fuera y la mayoria de los funcionarios nos quedamos en la Casa de Gobierno empuñando armas para defenderla. Raul Alfonsín estaba en su despacho también dispuesto a resistir. El Cuerpo de Ganaderos estaban cuerpo a tierra y preparándose para una virtual ataque que por fortuna no ocurrió.
- Ríos Ereniú dijo años después que Alfonsín ordenó la represión, pero que debía realizarse el domingo por la mañana si no se llegaba a una solución pacífica. ¿Estaba planeado “asaltar” Campo de Mayo?
-El escenario era muy complejo. La Plaza de Mayo estaba llena de ciudadanos y en miles de argentinos se habian apostado sobre Campo de Mayo dispuesto a “asaltarla. Afortundamente, esto no ocurrió. Hubo una primera barrera de contención con legisladores de todos los partidos: habian peronistas, radicales, socialistas... Estaban Antonio Cafiero, Manzano, Miguel Angel Toma, Federico Storani, Jesús Rodríguez, Leopoldo Moreau. De todas maneras, la esperanza del Presidente era que éste gesto de autoridad y valentia de Alfonsìn para acudir a Campo de Mayo culminaba allí. Cuando vuelve y dice: “La casa está en orden”. Hay una ultima parte que no se repite en la historia y agrega a esa célebre frase: “Y no hubo derramamiento de sangre”. Un asalto a Campo de Mayo hubiese sido una carnicería. Alfonsín fue un hombre de la democracia y eso responde a lo dicho por Ereniú.
-¿Recuerda cómo se preparó esa escena ante la multitud?
-Ese discurso no se planificó. Alfonsín se bajó del helicóptero, no habló con nadie y se fue al balcón. Fue absolutamente improvisado, no lo preparó nadie.
-¿Cómo fue su rol y el de Enrique "Coti" Nosiglia los días posteriores como “superministros” de crisis?
-Sin duda que la participación de Nosiglia ha sido siempre de un gran patriotismo y una gran preparacion institucional. Teniamos problemas en todo el país, con pequeños levantamientos y eso generó la necesidad de que el ministro de Defensa revea la situación de las Fuerzas Armadas y hacía falta analizar con profundidad los peligros a los que se sometió el sistema democrático y cómo íbamos a seguir.
-Se dijo que durante aquella Semana Santa, usted y Nosiglia prepararon un “plan B” en el caso que los rebeldes mataran a Raúl Alfonsín...
-Siempre existió la posibilidad de que alguien se le ocurriera hacer una cosa de esas. No es que hubiera un plan B. Pero matarlo a Alfonsín primero nos tenían que matar a nosotros, porque él estaba dando instrucciones en su despacho y nosotros alrededor de él.
-¿Le quedó grabada alguna palabra o frase que le haya dicho por esos días el ex Presidente?
-Tengo recuerdos lindos. La imagen mas fuerte es cuando le informé los de dos camiones con efectivos para atarcarnos. Alfonsín estaba descando, se vistió, entró a su despacho, nos llamó a los dos o tres que estabamos por ahí. “A ver, ¿qué es lo que tenemos que hacer? Bueno. Si esto ocurre, está todo listo. Vamos, muchachos, tenemos que preparar las cosas que hay que preparar”. Era un demócrata cabal.
(*) De la redacción de Perfil.com.