POLITICA
Segunda parte

Con la Corte de fondo, el kirchnerismo reedita la pelea con Clarín

Para Alberto F y Cristina Kirchner detrás de la convocatoria de Rosenkrantz está el grupo de medios que supo ser el "enemigo" ideal en la década K. Vigilia, internas y tensión.

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vigilia en tribunales | NA

La decisión sobre el futuro de tres jueces federales reavivó una tensión que no se vivía, en estos términos, desde el final del gobierno de Cristina Kirchner. Y es que el kirchnerismo cree -y lo dice en público y más en privado- que la convocatoria de Carlos Rosenkrantz, el presidente de la Corte Suprema, para abordar este martes 29 el futuro de Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, es una imposición de Clarín.

Hacen la asociación con el grupo de medios por el pasado laboral de Rosenkrantz y su participación activa en la Corte con la Ley de Medios. Es una pelea que al sector que lidera la vicepresidenta le sienta bien, porque le pone nombre y apellido al “enemigo político” ideal. Pero también le trajo en el pasado muchos dolores de cabeza. 

Sin embargo, ahí está, al menos en el imaginario colectivo judicial y político, instalada la pelea. ¿Fue Rosenkrantz, presidente de la Corte, a responder a un interés superior al del máximo tribunal al fijar la agenda de este martes?, es la pregunta de varios tanto en la coalición de gobierno como en el Palacio de Tribunales. 

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De hecho, el presidente Alberto Fernández no apuntó a la Corte cuando se quejó por la convocatoria a la reunión, apuntó con nombre y apellido al presidente del tribunal. 

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Alberto Fernández apuntó contra el presidente de la Corte. 

“No sé cuál es la disyuntiva que tiene el presidente de la Corte”, se preguntó Fernández. No solo Alberto, también Cristina Kirchner lo tienen entre los jueces "no deseados" de la Corte. Rosenkrantz -nombrado a propuesta de Mauricio Macri- fijó la audiencia porque-aclaró- es potestad del titular de la Corte poner la agenda. Lo hizo en un momento en que la tensión con los camaristas y el juez del TOF 5 iba en ascenso.

Pero para Fernández, y para Cristina Fernández de Kirchner, la agenda no es la de Rosenkrantz, es la de Clarín. Hubo, en el medio, un escrache a otro juez de la Corte, Ricardo Lorenzetti. El escrache fue repudiado en público por Alberto Fernández, que comparó el método con el nazismo.

También por la ministra de Justicia, Marcela Losardo, que señaló que detrás del escrache había gente del macrismo y parece que se refería a una ex candidata a intendenta del PRO de Rafaela.

Por todo eso, la suerte de Bruglia, Bertuzzi y Castelli dejó de ser una cuestión técnica y legal y pasó a ser política. Hay en este momento una vigilia y mañana habrá un abrazo al Palacio de Tribunales. En el cuarto piso funciona la Corte. Y los que están afuera esperan que los que están adentro fallen a favor de esos tres jueces, apuntados por el Gobierno, y vueltos a trasladar por el Senado (Es posible, sin embargo, que antes haya un fallo del fuero contencioso y la cosa se dilate).

¿Acompañarán Horacio Rosatti, Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti en la intención de abordar un recurso de per saltum, usado solo una vez en la historia de la Corte, para definir algo que legalmente todavía tiene que sortear otras instancias?

¿Estarán contentos con la convocatoria del presidente del Tribunal? Y más aún: ¿Será cierto que no sólo los cortesanos no quieren a Rosenkrantz como protagonista sino que quienes lo propusieron, los radicales, están negociando con el Gobierno un recambio? En eso dicen que andan Enrique “Coti” Nosiglia y Eduardo Wado de Pedro, el ministro del Interior. Para que eso pase, claro, tendría que irse voluntariamente Rosenkrantz.

La discusión de los tres jueces no se va a resolver ahora. Pero en algún momento a la Corte le va a llegar igual. Sin embargo, la pelea política que más graficó los años del kirchnerismo no solo ya había empezado: se viene la segunda parte.