Un marino retirado de la Armada, procesado por falso testimonio en un juicio a represores, deberá hacer visitas guiadas a la ESMA y otros cinco campos de la muerte de la dictadura militar para conocer y reflexionar sobre "la crueldad" del terrorismo de Estado.
Así lo resolvió el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi al hacer lugar al pedido de suspensión del juicio a prueba de Angel Esteban Valoy, suboficial retirado de la Armada, de 73 años, a cambio de las visitas guiadas mencionadas y trabajos comunitarios en la parroquia porteña Santo Cristo.
La suspensión del juicio durará un año y dependerá de que Valoy cumpla con lo resuelto por el juez, visitando, además de la ESMA, los ex centros clandestinos de detención "Club Atlético", "Automotores Orletti", "El Olimpo", "Virrey Ceballos", "El Vesubio" y también el Parque de la Memoria, en la Costanera Norte.
El magistrado había procesado a Valoy por supuesto falso testimonio en el juicio a los represores de "El Vesubio" porque al comparecer como testigo se mostró reticente cuando le preguntaron sobre su sobrina María Isabel Valoy y su marido, Diego Guagnini (hijo de Catalina Guagnini, la fallecida dirigente de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y del Partido Obrero), ambos desaparecidos desde junio de 1977.
El suboficial comentó que "estos chicos andaban en algo raro" y se hallaban "fugitivos de la ley o algo por el estilo". En verdad Valoy y Guagnini, "Tina" y "Lito", pertenecían a la organización armada de origen peronista "Montoneros" y militaban en el partido de Lanús, al suroeste del conurbano bonaerense.
Para el juez Martínez de Giorgi los dichos del suboficial son "mecanismos de lenguaje destinados a la justificación de los crímenes aberrantes que funcionan aún hoy como eximentes de responsabilidad". Y agregó que el procesado "debía haber sabido, en su condición de familiar y miembro de las fuerzas armadas, de la atroz ilegalidad de la actuación del aparato militar".
Además, el suboficial recibió de los secuestradores a Emilio Guagnini Valoy, hijo de su sobrina y el marido, que por entonces tenía sólo 18 meses, y lo mandó a vivir con la familia de la madre en San Miguel de Tucumán.
Para el magistrado es de suponer que tras las visitas a los centros clandestinos y al trabajo en la parroquia Valoy adquirirá "conciencia" y podrá "reflexionar" sobre aquellos sucesos por lo que podrá "colaborar en las pesquisas" y evitar "la comisión de nuevos delitos".
Fuente: DyN