Cristina Kirchner participará jueves y viernes de la cumbre del G20 en Rusia. Tendrá allí la oportunidad de fotografiarse con los principales líderes del mundo e incluso de mantener reuniones bilaterales con sus pares. La Presidenta se encuentra embarcada en recuperar la agenda política desde la derrota bonaerense.
La crisis financiera mundial y la inminente invasión a Siria aparecen como los ejes centrales de la agenda del encuentro. Argentina –que preside el Consejo de Seguridad de la ONU– adelantó que se opone a una invasión en Siria, con el argumento de que no será cómplice de más muertes, haciendo alusión a la guerra que los norteamericanos libraron en Irak. “La intervención militar extranjera en forma de respuesta automática a la utilización de armas químicas sin siquiera esperar a que las Naciones Unidas determinen si se utilizaron y quiénes las utilizaron implica una derrota del sistema multilateral y un menosprecio a su sistema legal”, advirtió el viernes la Cancillería en un comunicado tras una reunión de la Unasur. De esa forma, el Gobierno volvió a fijar una posición común con los países sudamericanos, en contraposición con los deseos de los Estados Unidos.
La jefa de Estado podrá codearse en San Petersburgo con los principales líderes mundiales y buscar protagonismo en la escena internacional. En el Gobierno leen su participación como una secuencia más en su estrategia de campaña.
La primera reacción tras la derrota en las primarias fue alinear a la tropa. Cristina decidió luego retomar la iniciativa política mandando un proyecto al Parlamento para reabrir el canje de la deuda, tras un fallo judicial de Estados Unidos que les dio la razón a los fondos buitre. Casi en simultáneo, se dedicó al frente interno, impulsando una rebaja en el impuesto a las ganancias, para captar votos de la clase media de cara a las elecciones de octubre. El viernes logró el respaldo de 12 gobernadores peronistas, en un encuentro en Corrientes. Y la semana que viene centrará su agenda en la política
exterior.