En el gabinete nacional se instaló la convicción de que Cristina Kirchner no modificará el rumbo del Gobierno aunque sufra una dura derrota el 27 de octubre. Y la mayoría de los ministros cree que, por el contrario, terminará por imponerse una profundización de las líneas generales que marcaron el rumbo de su mandato.
"No me imagino a la Presidenta resignando poder", había confesado hace una semana, a PERFIL, el diputado provincial Fernando "Chino" Navarro. Los que escucharon a la jefa de Estado en los últimos días sostienen que está convencida de que el resultado de las urnas no tiene que ver con las políticas de fondo que lleva adelante. Ayer, ella lo graficó con un eufemismo: "Nos tiramos a la pileta aunque no haya agua", dijo. Mantener el modelo es pagar las deudas con reservas, insistir con el cepo cambiario, calentar la economía incentivando el consumo, tener una inflación alta pero controlada y mantener a raya la cotización del dólar.
Futuro. El ala dura del Gobierno va más adelante y ya imagina el escenario de la sucesión. La idea que tiene ese sector es aferrarse al 25% de los votos que le aporta el núcleo duro que sigue al kirchnerismo a sol y a sombra, y volver al poder, con aliados, en 2019. Se lo confió esta semana a otro dirigente K el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, de buena llegada a la Presidenta.
Otro sector, más moderado, preferiría que el Gobierno tomara otro rumbo luego de octubre. Se trata de un grupo mayoritario de funcionarios y dirigentes que todavía tiene esperanzas de que una eventual derrota lleve a Cristina Kirchner a realizar lo que consideran “retoques necesarios”, con políticas de más “racionalidad”. En ese sector se inscriben, por ejemplo, Florencio Randazzo (Interior y Transporte) y Julio De Vido (Planificación). Quieren, por ejemplo, que se saque de encima a funcionarios “piantavotos”. El primero en la lista es el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. “Su sobreactuación es una fantochada, termina siendo un problema. Antes lo podía hacer porque había un ciclo económico virtuoso que se lo permitía. Pero ahora, los empresarios ya no le tienen miedo. Se burlan de él”, dijo a PERFIL el asesor de un importante ministro del gabinete.
Hay otros funcionarios que, a criterio de una parte del Gobierno, cumplieron un ciclo. Se trata de Carlos Tomada (Trabajo), Luis Manzur (Salud) y Julio Alak (Justicia). Manzur asumirá como diputado nacional, Alak está acechado por La Cámpora en su propio ministerio y Tomada está desgastado por los años de gestión que lleva encima. Los rumores de cambios en el gabinete después de octubre corrieron por los pasillos de la Casa Rosada en las últimas dos semanas, pero habrá que esperar para ver si se cristalizan o son sólo una expresión de deseos de un puñado de integrantes del kirchnerismo. Uno que se irá, con certeza, es Norberto Yahuar, de Agricultura, que asumirá como diputado nacional. El desgastado Moreno quiere poner en su lugar a Ider Peretti, titular de la Confederación General Económica (CGE). Se espera que la Presidenta tome más medidas similares a la rebaja en el impuesto a las ganancias, que impactan directamente en el bolsillo de los argentinos, y le sirven para mantener uno de los pilares del modelo económico: el incentivo al consumo.
Cristina Kirchner encargó una encuesta que la convenció de que la derrota en las primarias no obedecía a cuestionamientos de fondo de las políticas del Gobierno. Y el diagnóstico que se impuso en el Gobierno fue que existe un problema de “comunicación”. La medición indica que lo que molesta son las formas. Por eso, sólo habrá retoques. Entre las conclusiones de la encuesta figuran los debates estériles. “No podemos pasar un mes debatiendo el memorando con Irán, que a la gente no le importa”, reconoció un funcionario.
La gran incógnita es qué relación tendrá Cristina Kirchner con Scioli después de octubre. Los caminos son dos: o vuelve a un vínculo distante o apoya su candidatura presidencial. Sabe que el sciolismo pedirá plata y el control total del PJ como recompensa por haberse puesto al hombro la campaña. Pero el ala más dura del kirchnerismo insiste en no entregarle los “logros” del modelo a Scioli. Son los mismos que creen que la Presidenta le delegó la campaña al gobernador para que acompañe a la derrota al candidato oficialista Martín Insaurralde. En lo que todos coinciden es en que después de la elección se acelerará la carrera por la sucesión presidencial. Y que muchos que no quieren jugar con Massa lo empezarán a hacer con el gobernador aun sin la venia de la Casa Rosada. Habrá que ver si Cristina Kirchner, en los próximos dos años, tiene margen como para ser la gran electora que bendiga a un candidato o si será el peronismo con una interna el que termine por resolver el futuro de la Argentina.
Un look juvenil
Cristina Kirchner encabezó ayer un acto en Ezeiza con un look renovado, más juvenil, con calzas que llamaron la atención y motivaron una explosión de comentarios en las redes sociales.
El vestuario la mostró más delgada. Mantuvo, sin embargo, el luto: todo su atuendo era de color negro, lo que contrastaba con el collar blanco que colgaba de su cuello. La jefa de Estado, se sabe, hace una hora de caminata por día mientras la función se lo permita. Cuida su look desde que era joven. Las monjas del colegio Misericordia, al que iba, se acuerdan de que llegaba “pintada como una puerta” y que la tenían que obligar a lavarse la cara. Muy coqueta, CFK siempre preservó su imagen. Sonriente, la jefa de Estado desplegó su nuevo look y lanzó un elogio muy particular a su cuñada, Alicia Kirchner: “Sos igual que tu hermano con pollera”.