La gestión de Cambiemos volvió a demostrar que las promesas de campaña sobre mayor respeto a las instituciones eran solo eso, promesas de campaña, con la detención irregular, injustificada e ilegítima de Milagro Sala.
Lejos estamos, desde esta columna, de defender a la Tupac Amaru o a su conductora, la propia Milagro Sala, de todas las acusaciones que acumulan en Jujuy. Pero nada de lo hecho justifica una detención sin motivos, que constituye una persecución política.
Basta escuchar al fiscal Jujeño Mariano Miranda, que informó que Sala fue detenida por presunta "instigación a cometer ilícitos” y “el delito de tumulto al haberse alzado en contra de decisiones gubernamentales".
La Tupac Amaru acampa desde hace 32 días frente a la gobernación de Jujuy. Reclaman la renovación de los contratos de cooperativas y, sostienen, no rechazan el Plan de Regularización y Transparencia de Cooperativas y Beneficios Sociales que impulsa la nueva gestión. Milagro Sala asegura que le pidió tres audiencias al gobernador radical Gerardo Morales, y dice que todas fueron rechazadas.
Es conocida la disputa entre Sala y Morales, que basó buena parte de su campaña electoral en su enfrentamiento político con la agrupación kirchnerista. ¿Cuál es el delito en promover un acampe en una plaza pública? ¿Por qué no, en todo caso, pedir la orden judicial para desalojarlos? ¿Por qué no concentrarse en desfinanciar a la Tupac Amaru para reducir su poder? Todas las respuestas apuntan a un crimen inventado. A una persecución política, de las que Cambiemos prometía, en campaña, que se iban a terminar. Que además sienta antecedentes peligrosos para la democracia.
En cada columna en la que critico al nuevo gobierno recibo reclamos por medidas similares de la gestión anterior. No defiendo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, que por otra parte ya terminó, pero: ¿los errores de un mandato justifican repetirlos en el siguiente? ¿Qué habrían dicho si Cristina hubiese ordenado detener a los "veteranos continentales" de Malvinas que acampaban en Plaza de Mayo? ¿O a Felix Díaz en la Avenida 9 de Julio [más allá de la nefasta política oficial frente a los Qom en Chaco?
Con Felix Díaz, Cambiemos parece querer imponer un "buen salvaje" (antikirchnerista) ante los "criminales", "malos salvajes", como Milagro Sala (kirchnerista). De la misma forma en la que los despedidos en el Estado ahora son "ñoquis" (¿Qué serán los del sector privado?) y los periodistas echados de los medios son "fanáticos". La misma persecución, la misma parcialidad, pero con signo político inverso. La perpetuación de la grieta. Que se profundiza aún más al leer los comentarios profundamente racistas y xenófobos que ya circulan contra Sala en redes sociales, incluso desde sectores ilustrados.
Sin encuestas serias de aprobación a mano -parecen haber sufrido la misma suerte que el índice oficial de precios al consumidor, que no se informará al menos hasta agosto-, todavía parece que a Macri no le entran las balas. Pero la mayoría de las medidas que viene tomando parecen apuntar más al núcleo duro del 30% que lo votó en las PASO que al 51% que lo consagró como presidente en el balotaje. Podría ser un error de cara a 2017 (la carrera empieza antes de lo pensado), cuando Cambiemos busque la mayoría legislativa (o al menos primera minoría) que no consiguió en 2015. Sin medidas que favorezcan a los más necesitados (no hubo, en más de un mes, ningún avance hacia el "hambre cero" que se prometía en campaña), esa misión será cuesta arriba.
La detención de Milagro Sala plantea un antecedente peligroso y nuevos interrogantes de cara a marzo. Ese mes reabre el Congreso y comienzan a disputarse las paritarias. ¿Ordenaría Macri detener a Hugo Moyano por el delito de "tumulto"? ¿Metería preso a Roberto Baradel por "alzarse en contra de decisiones gubernamentales"? ¿Habrá que temer, como César, los idus de marzo? Esperemos que la respuesta sea no-positiva.
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