POLITICA
derivó en su renuncia

La investigación de Noticias sobre Rodolfo Barra

Bajo el título "Herr Ministro", la investigación sobre el pasado nazi del Procurador del Tesoro de Javier Milei fue la tapa del 22 de junio de 1996. Allí aparecía una vieja fotografía en la que se veía a un joven muy parecido al entonces Ministro de Justicia de Carlos Menem haciendo el saludo nazi. Era el mismo funcionario que impulsaba la causa para hallar a los culpables de los atentados terroristas contra la Embajada de Israel y la AMIA.

Rodolfo Barra en Revista NOTICIAS
Rodolfo Barra en Revista NOTICIAS | Cedoc

Todavía recuerdo a uno de los redactores jefes de la sección Política Nacional levantar la voz en medio del cierre: "Todo lo que investigamos sobre el ministro de Justicia es cierto, pero ¿qué juez se va atrever a darnos la razón cuando nos haga juicio?".

El ministro al que se refería era Rodolfo Barra y la investigación sobre su pasado nazi fue la tapa del 22 de junio de 1996. Bajo el título "Herr Ministro" aparecía una vieja fotografía en la que se veía a un joven muy parecido a Barra haciendo el saludo nazi. Era el mismo funcionario que impulsaba la causa para hallar a los culpables de los atentados terroristas contra la Embajada de Israel y la AMIA.

Noticias revelaba su pasado como militante del grupo extremista Tacuara, acusado de ataques antisemitas y asesinatos durante la década del 60. La revista se preguntaba si era "confiable la Justicia en sus manos". La primera reacción del Gobierno fue desmentir la información y amenazar con un juicio. Después guardó silencio y, por último, dejó que Barra se defendiera en una solicitada en la que aceptaba con mucho pudor y poca claridad su pasado oculto. Las presiones internacionales lo obligaron a renunciar tres semanas después, antes de que el presidente Menem emprendiera un viaje a los Estados Unidos, temiendo enfrentarse a la influyente comunidad judía de ese país. Seis meses más tarde, en una entrevista con Darío Gallo, el periodista que realizó la investigación, Rodolfo Barra le reconoció que todo lo publicado era cierto y que no le iniciaría juicio alguno.

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La trama de aquella nota había comenzado tan sólo dos semanas antes. Revelarla ahora sirve para mostrar tanto la hipocresía de una clase política como el rol que puede cumplir el periodismo para desenmascararla. Además, es un ejemplo de investigación periodística con las dosis necesarias de eficiencia, decisión y suerte.

Rodolfo Barra
Rodolfo Barra 

Un ex diplomático, que aún sigue siendo una fuente cercana de la revista, trajo un dato inquietante: otro diplomático, ex embajador argentino en Chile, le había exigido 3 millones de dólares al ministro del Interior, Carlos Corach, para no contar detalles oscuros del Gobierno. El nombre en cuestión era el de Oscar Spinoza Melo. La pesquisa empezó por ahí: hablar con él para que confirmara si eso era cierto y, en todo caso, preguntarle a qué historia oscura se estaba refiriendo. Nada hacía suponer aún que la investigación conduciría al ministro Rodolfo Barra.

El encargado de llamarlo fue Darío Gallo. Spinoza Melo respondió exaltado:

—A este Gobierno, al cual responsabilizo de lo que me pueda pasar, sería incapaz de pedirle algo que no sea por vía judicial.

Ofreció cinco copias de las cartas que el año anterior le había enviado a Corach. En la nota fechada el 28 de agosto de 1995 había escrito: "Pocas cosas me sorprenden del actual gobierno, cuando veo que el ministro de Justicia es el Dr. Barra, la misma persona que fue jefe de prensa de la UNES y conspicuo miembro de la organización nazi Tacuara. Es fácil comprender por qué los atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA son tan difíciles de investigar y sobre todo de encontrar a los culpables".

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La UNES era la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, una rama juvenil de la agrupación extremista Tacuara. El ex embajador siempre se caracterizó por ser un hombre tan excéntrico como polémico. Circulaba por la ciudad con un auto al que le faltaba la luneta trasera. Lo hacía porque sospechaba que el Gobierno, al cual había enjuiciado por echarlo de la diplomacia, podría ser capaz de "plantarle" droga allí y responsabilizarlo por ello: "Directamente ando con el vidrio roto, para que el que quiera meter algo lo haga y después no me hagan cargo a mí".

¿Sería cierto lo que contaba sobre Barra? Spinoza Melo le había dicho a Gallo que quien le podía confirmar su historia era un imprentero que había militado en Tacuara junto al ministro de Justicia. El problema —le dijo— era que sería difícil que aceptara hablar con un periodista sobre ese pasado. Apenas le dijo de quién se trataba, el periodista recordó su nombre. Lo conocía de un trabajo anterior. Sabía que debía ir despacio con él si pretendía sacar algo en limpio. Lo fue a ver al día siguiente a su imprenta, con la excusa de que estaba haciendo un trabajo histórico sobre el nacionalismo argentino. El hombre lo miró desconfiado y le dijo que volviera otro día porque estaba saliendo en esos momentos.

Darío Gallo creyó que si no hablaba entonces, lo perdería para siempre. Cuando le preguntó si lo podía acompañar, el imprentero no supo negarse. Gallo lo recuerda así: "Empezamos a caminar, yo le preguntaba generalidades sobre el nacionalismo en la década del 60 y de a poco lo fui llevando hasta el tema de Tacuara. Esperábamos para cruzar la 9 de Julio y ahí le pregunté si sabía algo del asesinato del abogado judío Raúl Alterman. Me acuerdo que me miró con una sonrisa y que ahí entendió todo: “Ah, ustedes le quieren dar la cana a “Barrita”".

De a poco, con desconfianza, el hombre fue aportando algunos datos sueltos, entre ellos el principal: había sido compañero de Barra en la organización extremista. Y le prometió algo a Gallo: que lo conectaría con otro ex militante de Tacuara que le completaría la historia. El imprentero cumplió.

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A los pocos días Gallo entraba a una vieja librería cercana a la Facultad de Medicina. Primero hablaron de comida en general y de pastas en particular, uno de los temas preferidos del periodista, que se acababa de comprar una "Pastalinda", el tradicional aparato para fabricar pastas. Pero de a poco fueron a lo que los había convocado. El librero comenzó un largo relato sobre lo que había sido su militancia en aquella organización y cuál era el rol del joven al que recordaba como "Barrita" o "el Petiso".

Al final, el hombre esbozó un intento de autocrítica para explicar aquel pasado compartido: "Tengo una teoría que hice por aquellos años, y es que la mayoría de nosotros tenía problemas de familia, o nuestros padres tenían problemas entre sí, o una personalidad muy marcada que dejó su huella. Por ejemplo, el padre del “Petiso” era comisario y era un tipo muy bravo".

En su libro Hacer la Corte, Horacio Verbitsky contó que el padre del ministro se llamaba Antonio Barra, que fue quien en mayo de 1974 presentó un proyecto para ascender a José López Rega de sargento a comisario general. Sobre la relación padre-hijo, Verbitsky escribió: "Es instructivo mencionar que el cinturón del temible comisario flameó sobre su infancia como una sombra humillante, formativa de su personalidad".

El librero y el periodista de Noticias quedaron en volver a encontrarse cuando el primero hallara fotos de la época en las que se viera al ministro, además de documentos que llevaran su firma. Gallo recurrió a un viejo artilugio suyo para incentivar a sus fuentes: le garantizó que si le traía lo prometido, le prepararía tagliatelle caseros. Aunque parezca menor, a veces una fuente necesita un gesto de confianza del periodista para decidirse a dar el próximo paso. Un guiño íntimo que puede traducirse de esta forma: "Soy confiable, yo tomaré la información que le pido, no tergiversaré sus palabras y resguardaré su nombre".

Rodolfo Barra
Rodolfo Barra 

La nota sobre el pasado desconocido de Rodolfo Barra salió publicada en la edición del 22 de junio de 1996. Barrita había ingresado a la UNES con apenas 14 años y desde el principio cumplió funciones en la Secretaría de Prensa. Las vueltas de la vida harían que tres décadas después fuera el impulsor de lo que se llamó "Ley Mordaza", que promovía un aumento de las penas por los delitos de calumnias e injurias, la prohibición a los periodistas de publicar las declaraciones juradas de los funcionarios, entre otras pretensiones que nunca se llegaron a aprobar en el Congreso.

Sus camaradas de entonces todavía lo reconocían como un joven inteligente y serio. "Era serio y disciplinado, nunca arrugaba", afirmaba uno de los que fueron sus jefes.

De a poco, las fuentes comenzaban a aportar información. Algunos ex tacuaras lo hacían con cierta satisfacción: consideraban a Rodolfo Barra un "traidor" por formar parte de un gobierno "neoliberal". Los cronistas que trabajaron en la investigación lo llamaron a Barra doce veces para conocer su opinión.

Por fin, envió a su vocera con una breve declaración: "El doctor no va a hablar sobre el tema, sólo va a declarar lo siguiente, textualmente: “Si fui nazi en mi juventud, me arrepiento”. Eso es todo".

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Tres días después, el ministro publicó una Carta Abierta para aclarar su posición: "Nunca integré organización alguna que (pudiéndolo advertir con la experiencia y conocimientos de los 14 años de edad) fuese nazi": Al mismo tiempo llamó al titular de la DAIA, Rubén Beraja, para garantizarle que sólo había militado en la UNES hasta los 15 años.

En la edición de la semana siguiente, la revista mostraría los documentos aportados por el librero ex tacuara, que confirmaban que su militancia iba en serio y que sus posiciones «ultranacionalistas» se extendieron por lo menos hasta los 26 años. También se publicaron documentos fotográficos de la época: en ellos se veía a jóvenes tacuara tomando el Cabildo y haciendo el saludo nazi.

En una nota firmada por el Barra tacuara, el futuro ministro criticaba «la sarta de mentiras» de la historia oficial sobre el 25 de Mayo, embestía contra las «verdades liberales» y afirmaba que aquella revolución «fue exclusivamente militar y realizada por señores. Si el pueblo hubiera votado, todavía estaríamos dependiendo de España». Después de Tacuara, Barra integró un foro nacionalista denominado «Patria Grande». Se encargaba de cursar invitaciones para ir a escuchar, por ejemplo, las disertaciones de antisemitas confesos como los sacerdotes Leonardo Castellani y Julio Menvielle.

A partir de 1974 integró el staff de Alberto Ottalagano, el declarado fascista que fue rector de la Universidad de Buenos Aires. Él lo designó titular de la Escuela de Servicios Sociales. Hacía mucho que había dejado de tener 15 años.

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El 1º de julio de 1996 la Asamblea Rabínica (integrada por mil quinientos rabinos de todo el mundo) publicó una solicitada exigiendo su renuncia. Barra seguía defendiéndose. Fue a la DAIA a explicarles: "Yo no era antisemita, sino anticomunista. Me habían hecho creer que Lenin y Trotsky eran judíos". En una carta que dejó, citó al padre José-María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, la orden con la cual colaboraba el ministro: "Yo amo mucho a los hebreos porque amo mucho —con locura— a Jesucristo, que es hebreo". Cuanto más aclaraba, más oscurecía.

Salvo Página/12 (y en especial Horacio Verbitsky), el resto de los medios prefirieron esquivar el tratamiento de un tema que tenía en vilo al Gobierno. Clarín, por ejemplo, evitó mencionarlo durante diecinueve días. Por eso se vio en apuros cuando el jueves 11 de julio de 1996 publicó la renuncia de Barra y los motivos de un escándalo del que sus lectores nunca se habían enterado por sus páginas. Era la primera vez que Menem echaba a un ministro, acusado por un medio de comunicación.

Cuando concluyó el episodio, uno de los testigos de época y fuente de la investigación recibió un llamado de un funcionario que dependía de Carlos Corach y que también había militado en Tacuara. Lo acusaba de traición y lo conminó a batirse a duelo.

Mientras tanto, el librero y el imprentero le exigieron al periodista de Noticias que cumpliera con su palabra. Darío Gallo preparó en la casa de uno de ellos, en Juncal al 1700 de la ciudad de Buenos Aires, una de sus especialidades, los tagliatelle caseros. «Nuestro país es insólito —se quejó uno de ellos a la hora de los postres—, echan a un ministro porque fue nacionalista. Ya no se respetan ni los ideales.»

En diciembre de ese mismo año, Barra aceptó entrevistarse con el mismo periodista que motivó su caída. Le confesó entonces que la investigación de la revista había sido correcta y que no haría juicio. Insistió, sin embargo, en relativizar su participación en Tacuara. "Renuncié porque la comunidad judía podía sensibilizarse y no quise causarle problemas a mi Gobierno". Cuando se le preguntó por qué se había negado a explicarle su posición a la revista en su momento, atinó a reconocer: "Me traicionó la soberbia del poder".

 

*Fragmento del libro "Noticias bajo fuego" de Gustavo González