POLITICA
estrategia electoral

La Presidenta apuesta a no dar definiciones sobre su sucesión

Herederos. Scioli y Randazzo, los que más miden en el espacio.
| Cedoc Perfil
Cristina Kirchner profundizará la estrategia del amague permanente. En actos, tuits y declaraciones dadas a la pasada, se ubicará al borde de la toma de partido o, por el contrario, de la expulsión definitiva de alguno de los presidenciables de su espacio. Con ese juego ambiguo, intentará ocupar la centralidad de la escena política hasta último momento y condicionar a quien sea su sucesor. En especial a Daniel Scioli.
Cuando parecía que la Presidenta se entregaba a una especie de manso statu quo preelectoral, del que Scioli podía sacar ventaja por ser el aspirante que puntea las encuestas, Cristina Kirchner volvió a retarlo elípticamente en público y frente a su propia tropa cuando condenó el marketing político basado en un color. Parte de la clase política lo leyó como un “aviso” para Scioli, pero también para Florencio Randazzo, que empapeló la Capital con carteles en los que posa junto a ella. “En contra de nosotros no dijo nada”, se conformaron humildemente en el búnker de campaña de Sergio Urribarri, otro de los presidenciables del amplio universo kirchnerista.
 En rol de jefa de la interna por la sucesión, Cristina se permite sugerir enojos o preferencias. Pero a la vez no da nombres propios ni realiza acciones concretas que sí están a su alcance, como la de retacear o facilitar recursos a determinados precandidatos.
“A  ella le interesa la continuidad del modelo. Y para eso necesita poder condicionar a todos”, explica un activo funcionario cristinista. Con ese objetivo, el oficialismo reactivó la posibilidad de que la mandataria ocupe una banca en el Parlasur después de 2015.  Así, la Presidenta instaló la idea de que ninguno de los aspirantes de su espacio –Scioli en particular– tendría libertad total para armar su gabinete o sus bloques legislativos. Una percepción que todo el sistema político, incluido el sciolismo, parece haber aceptado. El gobernador bonaerense, por su parte, ya ancló su suerte a unas PASO kirchneristas. Un camino que lo obliga a extremar su habitual paciencia y a sobreactuar su convicción ideológica, ante cada amonestación velada de la Presidenta. En paralelo, sumó a sus filas a Rafael Follonier, ex militante del ERP en los 70, funcionario de Casa Rosada hasta hace pocos días, y dirigente muy cercano a Néstor Kirchner. Una incorporación que le agrega rosca y le resta noventismo a su candidatura.