"A mi hermano no lo esperen", dice, amable pero firme, mientras trata de ubicarse sin llamar la atención en la fila de 15 personas que esperan frente a la mesa 722, en el colegio Riverside de Acassuso.
A las once menos cinco, la mañana está fría, pero bajo el sol del patio, las mesas van lento. Mucha falta de boleta, acusaban las autoridades de mesa.
Sin embargo, fuera de los rayos del sol y vestida de negro sólo cortado por la cinta naranja que le sostenía el pelo en una cola de caballo, Marcela Noble Herrera esperó su turno para votar, sin despegarse de su celular ni sacarse los anteojos oscuros.
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Sólo se detuvo ante el fotógrafo de PERFIL, a quien le dijo, relajada y sin resistirse a ser fotografiada, "¡Qué molesto!".