Nancy Guerrero lleva más de dos décadas en el terreno humanitario. Nacida en Colombia y formada en comunicación y desarrollo, dirige hoy la oficina para América Latina de Médicos Sin Fronteras (MSF). Su historia personal está marcada por la violencia y el desplazamiento, y su trabajo refleja la convicción de que “salvar vidas incluye cuidar a quien te cuida”.
Desde su despacho regional, Guerrero coordinó intervenciones en crisis que van desde la pandemia hasta los conflictos armados. En diálogo con Martín Picón para Perfil, explicó que el compromiso de MSF va más allá de la atención médica. “Médicos Sin Fronteras me enseñó que la neutralidad no significa indiferencia. Significa estar con las víctimas, aunque eso incomode”, aseguró.

Gaza: un hospital sin luz ni anestesia
La guerra en Gaza, explicó Guerrero, representa una de las situaciones más críticas en la historia reciente de la organización. “No hay hospitales, no hay refugios, no hay descanso ni para los muertos”, lamentó. Según la médica colombiana, el personal trabaja con recursos mínimos y en condiciones extremas. “Tenemos cirugías sin anestesia y bebés que nacen bajo los escombros. En los últimos meses perdimos a compañeros que se negaron a abandonar a los pacientes”, relató.
Para la directora regional, el mayor desafío es mantener la esperanza. “En Gaza ya no se habla de reconstruir, sino de sobrevivir día a día. La gente duerme con el uniforme puesto por si tienen que correr al hospital. Eso también es resistencia”, expresó.
Haití: violencia, hambre y olvido
Guerrero describió también el deterioro en Haití, donde MSF trabaja desde hace más de tres décadas. “La situación es dramática: hay miles de desplazados, violencia armada y un sistema de salud que colapsó. En nuestros centros atendemos casi tres mil sobrevivientes de violencia sexual”, reveló.
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La ejecutiva advirtió que el país caribeño se enfrenta a una “crisis invisible” y reclamó atención internacional. “Que no olviden a Haití. La indiferencia también mata”, insistió. Según explicó, la inseguridad impide que los equipos lleguen a barrios enteros. “Los grupos armados controlan el acceso. En algunos lugares, las mujeres llegan caminando durante horas con los hijos en brazos para recibir atención médica”, detalló.
Migración y fronteras latinoamericanas
Otro foco de preocupación para la organización es la migración en América Latina. Guerrero señaló que en 2023 más de 500 mil personas cruzaron el Tapón del Darién, una selva que separa Colombia y Panamá y que se convirtió en una de las rutas más peligrosas del continente. “Las migraciones son una de las mayores crisis humanitarias que estamos viendo. La gente no migra porque quiere irse, migra porque quiere vivir”, afirmó.
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El trabajo de MSF en esas zonas incluye atención médica, psicológica y protección a mujeres y niños. “Nos encontramos con personas que han sido víctimas de violencia sexual, de extorsión, de tráfico humano. La frontera es un lugar donde se pierden los derechos”, subrayó. También denunció que la falta de políticas coordinadas entre países agrava la tragedia: “No se trata solo de abrir o cerrar fronteras. Se trata de garantizar que nadie muera en el intento”.
Cuidar al que cuida
Con más de veinte años en la organización, Guerrero no oculta el desgaste emocional que deja el trabajo en contextos extremos. “La gente ve las fotos de hospitales destruidos, pero no siempre ve a quienes están detrás de esas batas. Salvar una vida no cambia el mundo, pero cambia el mundo de esa persona. Y eso es suficiente razón para seguir”, reflexionó.
Médicos Sin Fronteras, explicó, también trabaja para proteger la salud mental de su personal. “Cuidar al que cuida es fundamental. No se puede sostener una misión si quienes la ejecutan están quebrados emocionalmente. Hemos perdido a compañeros por estrés, por trauma, por agotamiento. No somos héroes, somos personas que elegimos ayudar.”
Independencia y compromiso
Desde su fundación en 1971, Médicos Sin Fronteras mantiene una independencia política y económica que le permite operar en zonas donde ningún otro actor humanitario logra entrar. “El 98% de nuestra financiación proviene de donaciones privadas. Eso nos da libertad para decidir dónde intervenir según las necesidades, no según los intereses de los gobiernos”, explicó Guerrero.
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En América Latina, MSF está presente en 13 países y desarrolla proyectos en contextos de migración, violencia urbana y desastres naturales. En Argentina, la organización mantiene una oficina de apoyo y promoción de su trabajo internacional. “Cualquier persona puede sumarse: con su tiempo, con su voz o con una donación. Ningún aporte es pequeño cuando se trata de salvar vidas”, concluyó Guerrero.
DCQ