Detrás de cada presidente, hay un gran empresario. Tan grande, que a veces, es mucho más que eso. Con Carlos Menem, fue Alfredo Yabrán, decían. Con Néstor Kirchner, Lázaro Báez y Cristóbal López -con las diferencias que ameritan-. Nicolás Caputo no sólo es el empresario detrás de Mauricio Macri.
Es su amigo de la juventud, su consejero, su alter ego -ambos son empresarios y políticos- y su sombra. Un socio que lo acompañó en su camino hacia la Presidencia y el poder.
Caputo, alias “Niki”, es un próspero empresario de la construcción, privada y pública. Hizo negocios tanto con el kirchnerismo como con el macrismo.
A diferencia de la obviedad manifiesta que caracterizó la relación Kirchner-Báez, Caputo utiliza su principal constructora, Caputo SA, para hacer negocios privados -como las Torres Catalinas de Retiro o el Shopping Abasto- y obra pública con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner -enemiga política de su amigo Macri-. Caputo SA fue fundada por su abuelo a finales de los 30. Pero en la Ciudad de Buenos Aires ideó una forma de pasar un poco más inadvertido y consigue contratos con SES SA, de la que posee el 50% de las acciones.
Un dirigente del macrismo fue más que gráfico para definir la influencia de Caputo sobre el próximo presidente: “Para tomar las decisiones importantes, Macri escucha a dos personas: Horacio (Rodríguez Larreta) y Caputo. Si Horacio te baja el pulgar pero Niki te apoya, estás adentro. Ahora, si Niki es el que te baja el pulgar, no hay forma de convencer a Macri”.
Antes de que comenzara la campaña, cuando Macri ya sondeaba a los técnicos y especialistas de su futuro gabinete nacional, la escena se repetía. En las reuniones sobre los temas que lo competen (transporte, obra pública, infraestructura) Caputo estaba presente, opinaba, preguntaba, como un Jefe de Gabinete en las sombras. Un ministro de la Ciudad tiene una frase para explicar la incidencia del empresario en el gobierno de Macri: “Tengo un jefe grande y un jefe chico”, en alusión a la altura del jefe de Gobierno y a la baja estatura de “Niki”.
Además de su influencia en la política del macrismo, Caputo hizo buenos negocios con su amigo del Colegio Cardenal Newman. PERFIL publicó este año que durante sus dos mandatos como Jefe de Gobierno porteño, Macri le otorgó a Caputo contratos por al menos $ 1.000 millones, según los registros presupuestarios de la Ciudad.
Algunos de esos negocios son polémicos. SES SA es una constructora, pero junto a varios de sus socias, ganó hace pocos meses uno de los contratos más importantes del ámbito porteño: el mantenimiento y limpieza de los hospitales, un negocio denunciado por sobreprecios. El Ministerio de Salud de la Ciudad le entregó a SES más de $ 414 millones por este servicio en algunos hospitales. En las 36 licitaciones para el mantenimiento y limpieza de todos los hospitales porteños se presentaron las mismas nueve empresas. Son de la misma cámara empresaria, cuya creación le atribuyen a Caputo. Ninguna presta servicios de limpieza.
A “Niki” no le gustan las cámaras. Ayer, fue a votar a la escuela número 2 Faustino Sarmiento, sobre avenida Presidente Quintana. Los fiscales de Cambiemos no estaban a gusto con la presencia de un fotógrafo. El colegio fue escenario de una anécdota llamativa. La presidenta de mesa, los fiscales y la fuerza de seguridad que custodiaba la urna bajaron a la calle para que una mujer mayor votara desde el auto, en la vía pública. Un hecho inédito. Dos fiscales generales se opusieron en vano. En ese mismo colegio, uno de los hombres más poderosos del país que viene estuvo allí y casi nadie lo sabía.