POLITICA
UNA RELACIÓN QUE LLEVA DOS DÉCADAS

Pérez Chada, el abogado de Macri que suma clientes al calor del poder

Conoció al presidente en 1997. Por momentos tuvo tensiones con el estudio que representa a la familia. También defendió a Arribas, Michetti y Angelici. Galería de fotos

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CARTERA. Alejandro Pérez Chada tuvo dos clientes de peso: Macri y el Grupo Clarín. En los últimos dos años defendió a Arribas, Angelici y Michetti, entre otros. | Cedoc

El Grupo Clarín, Mauricio Macri, el jefe de la ex SIDE, Aerolíneas Argentinas y el presidente de Boca tienen algo en común: el abogado. Se trata de Alejandro Pérez Chada, un experimentado penalista de 60 años. Outsider del clan y de los negocios de la familia Macri (ajeno sobre todo a la conducción de Franco), conoció al actual presidente hace veinte años. Desde ese momento, se volvió el representante de Boca y se ganó la confianza de Macri. 

En confianza, asegura no tener ninguna ambición política. Y si bien rechaza el mote de operador judicial y hasta pretende mantener su perfil bajo histórico, a Pérez Chada se le agrandó la cartera de clientes y la capacidad de influencia sobre Comodoro Py. Amigo íntimo del ex juez Juan José Galeano (le dio un lugar en su estudio, una vez que fue destituido por el desmanejo de la causa AMIA), el abogado de Macri consiguió algo más en el último año y medio: resultados favorables para sus defendidos.

Después de haberse recibido en la UBA, su plan era llegar a ser juez o fiscal. Empezó una carrera de manual: escaló de meritorio a secretario de un juzgado en San Martín. Pero a principios de los 90 integró el pelotón de funcionarios que abandonaron la estructura bajo protesta por los bajos sueldos y los ascensos menemistas por la ventana. 

Tras su salto a la actividad privada, consiguió dos clientes que lo marcarían: Clarín y Macri. “Es solvente y honesto, pero con esos dos se sacó la lotería. Sobre todo después del triunfo de Macri”, opina un abogado que suele enfrentarlo.

A Clarín llegó de la mano del jurista Julio Martínez Vivot, breve ministro de Defensa del dictador Reynaldo Bignone. Antes de morir –Pérez Chada era su ayudante en la cátedra de Derecho del Trabajo de la UBA–, Martínez Vivot lo impulsó para que continuara como representante del grupo. Su primera defensa fue exitosa: le ganó un juicio al ex árbitro Guillermo Nimo, quien se había sentido agraviado por el diario Olé.

Sus casos más recientes estuvieron orientados a probar la compra legítima de Papel Prensa y a denunciar a Guillermo Moreno por el uso de fondos públicos en las campañas contra Clarín.

A Macri lo conoció en 1997. Se lo presentó el entonces vice de Boca, Pedro Pompilio. Rápidamente se consolidó como el abogado del club en causas penales, hasta la actual presidencia de Daniel Angelici. Su acercamiento a Macri se tradujo en una relación de sociedad y competencia larvada con el estudio fijo de la familia y el Grupo Macri: el de Santiago Feder (quien murió en 2014) y Ricardo Rosental. 

Le hubiese gustado que Macri no asumiera la presidencia en condición de procesado, pero no lo logró. Como premio consuelo, el 29 de diciembre de 2015, apenas 19 días después de la jura, el juez Casanello desvinculó a Macri de la trama de espionaje y pinchaduras. 

Ya con Macri en la Rosada, Pérez Chada sumó nuevos clientes. Cuando empezaron a llover denuncias contra funcionarios de primera línea, el Presidente lo recomendó. Asumió la defensa del director de la Aduana –Juan José Gómez Centurión–, de Gabriela Michetti, del jefe de la AFI –Gustavo Arribas– y del ministro Juan José Aranguren. A Centurión y a Arribas les consiguió sobreseimientos exprés.

“A veces sopa, a veces caviar”, es la muletilla que suele invocar Pérez Chada para evitar caer en el exitismo o la depresión. A la fecha, y por algunos años más, tiene el segundo menú asegurado. 

El vínculo con el jefe de los espías

Amigo íntimo de Macri desde los tiempos de Socma y de Boca Juniors, Gustavo Arribas también eligió contratar al abogado del presidente. Frente a una de las denuncias por corrupción más incómodas contra un funcionario del Gobierno, Alejandro Pérez Chada fue el encargado de limpiarlo judicialmente. En pocos meses logró que el juez federal Rodolfo Canicoba Corral sobreseyera al director de la Agencia Federal de Inteligencia. Arribas estaba acusado de haber recibido coimas por parte de la constructora brasileña Odebrecht, dentro del escándalo conocido como Lava Jato. 

Si bien no se cruzaron en los 90, Pérez Chada y Arribas tienen un antecedente en común: la representación de jugadores de fútbol. Recibido de escribano, el jefe de la AFI se dedicó a la compra y la venta de futbolistas durante varios años, incluida la muy polémica transacción (investigada por lavado) del delantero Carlos Tevez desde Boca hacia el Corinthians. 

En 2002, Pérez Chada hizo el curso necesario, pagó un seguro y se inscribió en la AFA como negociador de jugadores. Pero no llegó a concretar ninguna operación. Y en 2011 renunció a cualquier pretensión de explorar ese negocio: la AFIP le bloqueó preventivamente el CUIT, ante una investigación general sobre presuntas evasiones fiscales en las triangulaciones de los pases.