El martes pasado, las primeras versiones aseguraban que la internación era apenas por molestias gástricas, pero algunas horas después resultó que se trataba de una afección vascular que iba a requerir un stent. Cuando la gente comenzaba a preguntarse si los vaivenes preelectorales de los últimos meses habían sido mucho para el corazón sexagenario del senador santafesino, Carlos Reutemann sorprendió en una breve conferencia de prensa antes de abandonar el hospital, manejando él mismo y con una bella rubia menor de 40 en el asiento del acompañante. Plena salud.
Igual, ella ya había jurado acompañarlo también en la enfermedad. El ex corredor se casó en diciembre de 2006 con Verónica Ghío, una atlética mujer que sigue a rajatabla el principio de discreción que impone su marido. Cuando lo conoció, cursaba estudios de Comercio Exterior y trabajaba en el área de Seguros. Fue en el tumultuoso año 2002, cuando el santafesino coqueteó con la candidatura a presidente, espaldarazo duhaldista mediante. “Vi algo que no me gustó”, fue toda la explicación que dio antes de bajarse de la carrera. La tía de Verónica trabajaba en Ceremonial de la Casa de Gobierno, pero no tuvo ocasión de oficiar de celestina y la presentación cayó en manos de una amiga en común.
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