La purga en la Secretaría de Inteligencia (SI) no terminó en diciembre con el reemplazo de la cúpula del organismo y con la jubilación del ex jefe de Operaciones Antonio Horacio Stiuso. Ya serían unos 180 agentes los que quedaron afuera y están buscando trabajo.
La caza de brujas fue principalmente contra los espías que respondían a las áreas que controlaba el polémico Stiuso, el hombre que manejaba los hilos de la ex SIDE. Pero también fueron desplazados los principales jefes de las diferentes direcciones.
Dejar a unos 180 agentes en la calle y cortar el vínculo de otros cientos de inorgánicos que están colgados en el limbo, esperando que les llegue el sobre color papel madera con el sueldo desde diciembre, fueron los primeros pasos. Otra medida, que realizó el jefe de la SI, Oscar Parrilli, fue rodear a los jefes de las diferentes áreas de la ex SIDE de cuadros de La Cámpora. Todas las segundas líneas quedaron integradas por los jóvenes militantes de la agrupación ultra K que maneja Máximo Kirchner. Hasta el jefe de Reunión Interior, Fernando Pocino, quedó bajo la mira de los inexpertos soldados de Cristina.
Aunque la purga que se realizó en la ex SIDE durante el gobierno de Fernando de la Rúa fue mucho más importante en cantidad de agentes que quedaron en la calle, la que acaba de hacer Parrilli es más profunda aunque con un destino incierto debido a la creación de la Agencia Federal de Inteligencia. ¿Cuántos ex agentes irán a golpear las puertas de Clarín? ¿Cuántos habrán ofrecido sus servicios a la oposición? ¿Cuántos están presentando sus currículum en las agencias privadas como Croll? Son algunas de las preguntas que se hacen en las rondas nocturnas que muchas veces tienen como escenario el hotel Faena, donde los espías se cartean mentiras entre la música y el bullicio de los turistas.
Fuentes con acceso a la oficina de Parrilli admitieron a PERFIL que temen que de un momento a otro haya “un ataque viral contra el Gobierno” con divulgación de información clasificada, que pueda estar en manos de los agentes desplazados, a través de “las redes sociales”.
Esa información es, en gran medida, lo que alimenta en la Casa Rosada la idea de “un golpe blando, a través de acción psicológica, para que Cristina se vea obligada a adelantar las elecciones o a tener que dejar el Gobierno”, especuló un viejo agente que sigue los lineamiento de la conducción política de “La Casa”.
Después de que Parrilli anunciara que “la Presidenta dio la directiva para relevar al señor Stiuso de la obligación de guardar secreto desde el ‘72, cuando ingreso a la SIDE, hasta el 5 de enero de 2015, cuando obtuvo su jubilación ordinaria”, para que declarara en la investigación por la muerte de Alberto Nisman, el titular de la SI se dirigió personalmente frente a un grupo de “patrones” de la ex SIDE y les dijo que lo mismo iba a ocurrir para todos los funcionarios del organismo que puedan estar involucrados en algún expediente judicial. “Acá, el secretismo se va a terminar”, les habría advertido Parrilli.