Rafal Bielsa, en diálogo con Jorge Fontevecchia, dió un panorama de cuál será la agenda del gobierno de Boric y cómo fueron sus primeros días en la presidencia. Por otra parte, enfatizó el “dolor” que le genera que en el campo nacional y popular no sea posible reconciliar posturas respecto al acuerdo con el FMI.
F: Rafael, estamos muy interesados en que nos cuentes tu visión de los primeros días de Boric y cómo es este nuevo Chile.
RB: Los primeros días fueron movidos. En el primer día hábil la Ministro del Interior, Siches, trató de ir personalmente a una zona conflictiva, que es la zona donde están los conflictos con el pueblo mapuche y fue recibida con tiros al aire, barricadas, de manera que tuvo que reformular su plan de viaje. Pero marcó claramente, el presidente, que esta es una de sus prioridades.
Por lo demás. Tiene una agenda compleja, hay en curso una Convención Constituyente que tiene la misión de hacer una constitución de hoja en blanco, o sea, desde cero. Está funcionando con las dificultades propias de quienes la integran, porque quienes la integran no son en general, políticos de trayectoria. La gran mayoría son expresiones de intereses muy importantes, pero intereses sectoriales.
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F: Ahora si vos lo tuvieras que comparar, Rafael, con algún momento de la Argentina que pueda permitirle a la audiencia entender el clima que vive la sociedad chilena: ¿Hay algún clima de bisagra en el que la sociedad perciba con optimismo una sensación de cambio? No sé, cómo pudo haber sido en la Argentina, como pudo haber sido el regreso a la democracia, o como pudo haber sido en el momento de asunción de algún gobierno que generara expectativa de cambio?
FB: Chile, que tiene complicaciones en la economía, es un país con los números macroeconómicos en orden. Eso es algo que hace imposible comparar a nuestro país con lo que está pasando en Chile. Por supuesto hay que pensar cómo se van a financiar las deudas históricas, lo que motivó los episodios de octubre del 2019, pero en realidad todo ha vuelto a su normalidad. Una de las válvulas usadas por el gobierno anterior fue abrir la caja y poner mucho dinero en la calle. Ese dinero se volcó muchísimo en el consumo. Consumo y cancelamiento de deudas, básicamente. Eso generó un boom de consumo brutal.
F: Rafael, ¿Cómo ves a la distancia, con la suficiente proximidad, y al mismo tiempo, la suficiente perspectiva, los ruidos internos entre el Frente de Todos y las diferencias que existen entre sectores que apoyan a la vicepresidenta y sectores que apoyan al presidente?
RB: En principio lo siento como un dolor porque yo siempre prefiero que en los sectores nacionales populares que buscan una argentina más inclusiva, a mí me duele que haya expresiones explícitas de incompatibilidad de proyectos. Por el otro lado, también entiendo políticamente lo que está sucediendo, porque efectivamente siempre los hubo.
Me parece que hay dos miradas sobre el mundo de hoy, sobre el papel del conflicto internamente y sobre cómo tener de manera más rápida una normalización de las distintas actividades para que no estemos corriendo con los números de inflación y con los devotos cotidianos. Naturalmente, el acuerdo sucede al conflicto. Si no hubiese conflicto, no habría necesidad de perseguir un acuerdo. Entiendo los argumentos de las dos partes, me parecen razonables y como sucede en casi todos los casos, Jorge, ambos sectores tienen parte de la razón, en una Argentina que tiene muy pocas razones para confiar enérgicamente en el futuro inmediato.
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F: Y si vos tuvieras que didácticamente, explicar allí en Chile, que supongo que debe ser una pregunta que te deben hacer en la cancillería, ¿cuáles son esas dos visiones? y tuvieras que sintetizarlas. ¿Cuál es esa diferencia de perspectiva que finalmente es la que les permite mantenerse en un acuerdo pero al mismo tiempo, diferenciarse? ¿Cuáles son?
RB: En Chile, y te diría que en la península Tonkin, explicar Argentina es muy difícil. Y con el agravante de que las décadas de retroceso de Argentina, cada vez se han hecho más irrelevantes como país. La pobreza en Argentina es la que era en Chile en el 69. Esos materiales, y esa estética, esa desolación frente al futuro. En general, poco a poco se va borrando la memoria colectiva de los chilenos de clase media, que creían que Buenos Aires era la París de América Latina, y que cuando se viajaba se constataba que era verdad. La impresión personal se correspondía con el prejuicio. Lo cierto es que las preguntas son muy genéricas en el sentido de "Bueno ¿cómo anda la Argentina?". Pero cuando uno lee los periódicos de aquí o escucha la radio, lo cierto es que nosotros vamos ocupando cada vez un lugar más lateral en la agenda cotidiana de Chile.