El llamado Grupo Internacional de Contacto con Venezuela aceptó hoy, al término de su segundo y último día de reunión en Costa Rica, la invitación del viernes pasado de Argentina y el resto de los países miembros del Grupo de Lima para reunirse con miras a debatir una salida política para la crisis de Venezuela que excluya la idea de una intervención militar extranjera. Además, se comprometió a enviar una misión política a Caracas a fin de presentar y debatir alternativas pacíficas.
La resolución la hizo pública la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, al leer la declaración final de las dos jornadas de debate entre los participantes que componen este foro alternativo al de Lima. “El Grupo de Contacto Internacional continuará reuniéndose con sus socios regionales e internacionales —tuiteó luego la vocera de Mogherini más tarde—. Agradece y acepta la invitación extendida por el Grupo de Lima para encontrarse. Decide mantener intercambios similares con los países del CARICOM y otros interlocutores relevantes”.
La declaración final del Grupo de Contacto fija como prioridad evitar cualquier escalada mayor del conflicto en Venezuela a la vez que establece, como imperativo, la reinstauración de la democracia, el imperio de la ley y la separación de poderes. Además, sus miembros rechazan con fuerza el uso de la fuerza contra los civiles y condenan los procesos judiciales fraudulentos, según reza la letra del documento.
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De cara al futuro, el Grupo de Contacto anuncia la instalación de una misión humanitaria en Caracas, para lo cual convoca a los donantes a incrementar sus contribuciones al tiempo que ofrece su gestión para coordinar estas tareas a partir de una propuesta de la Unión Europea de organizar una primera cumbre con este propósito. “La solución debe ser venezolana pero la comunidad internacional tiene el deber y la responsabilidad de facilitar esa solución. Sin injerencia, sin ninguna forma de despliegue militar, pero creando las condiciones para que surja un proceso político”, había manifestado ayer Mogherini al cierre de la primera jornada.
Del cónclave, el tercero del grupo, formaban parte además representantes del bloque caribeño CARICOM —donde Venezuela conserva una influencia en base a la extendida diplomacia del petróleo tejida por Hugo Chávez— y la Santa Sede, que ya se había involucrado sin éxito en gestiones de diálogo previas entre chavismo y oposición. Promovido por Europa a comienzos de febrero, el GCI está conformado por Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido además de los latinoamericanos Costa Rica, Uruguay, Ecuador y Bolivia. Entre sus miembros, figuran gobiernos que reconocen al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como mandatario encargado —España, por caso— y otros que no lo hacen e, incluso, mantienen un alinemiento férreo con la administración de Nicolás Maduro —como Bolivia. En este sentido, se presenta como un foro más flexible al de Lima en cuanto a sus voces.
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Uruguay, por caso, se alejó del Grupo de Lima en febrero al negarse a seguir la línea política de sus miembros de reconocer a Guaidó y sus embajadores en sintonía con Estados Unidos. Tampoco lo hizo el Papa Francisco, que lo llamó “una imprudencia pastoral”, y México, que abandonó el foro tras la asunción de Andrés Manuel López Obrador. Costa Rica, en cambio, forma parte de ambos grupos y podría ser uno de los puentes para acercar posiciones con miras a tejer una estrategia en común entre Europa y la región.
MB EA