Una carta de disculpas demorada, breve y autorreferencial, “siendo él siempre el protagonista cuando no lo tiene que ser”, señalarán sus detractores. Y ante ese pedido de disculpas, una respuesta elaborada e inmediata, donde la damnificada expresa su deseo de “mirar hacia adelante”, sin dejar de remarcar la estima que tiene por la comunidad y las instituciones judías. Ariel Cohen Sabban y Esmeralda Mitre llegaron a un acuerdo mediante un juego discursivo público que deja algunos interrogantes.
“Una carta pública para que ella no lo demande”, sintetiza a PERFIL alquien que siguió de cerca este escándalo, que empezó con declaraciones negacionistas del número de muertos en el Holocausto por parte de la hija de uno de los dueño del diario La Nación, y que terminó con la renuncia del entonces titular de la DAIA, luego de haber sido señalado por Mitre como un acosador.
“Estimada señora. Quiero pedirle sinceramente perdón por toda la angustia y mortificaciones que ha sufrido. Los desgraciados sucesos que son de dominio público han resultado, también, sumamente dolorosos para mí y para mi familia. Tengo que reunir fuerzas para poder proseguir con mi vida. Estoy devastado anímicamente”, dice Cohen Sabban en una misiva que le mandó el viernes pasado. “Es un mezquino en su respuesta, habla de la angustia que tiene y no de lo actos propios cometidos. Es la foto de un Ariel que ante todo y todos, sigue queriendo ser protagonista”, dice a PERFIL otra persona que lo conoce desde hace muchos años.
Esmeralda Mitre había sido convocada a la DAIA luego de sus declaraciones donde cuestionó la cantidad de víctimas del Holocausto. Luego, Cohen Sabban le pidió ir a su casa, para seguir la conversación. Según su relato, éste se sentó en un sillón y le pidió que ella se sentara a su lado. “Me siguió abrazando cada vez con más fuerza y me dijo que para pagar el daño de mis dichos además de ir al museo, tenía que viajar a Alemania con diez o 12 estudiantes para ir a visitar campos de concentración”, dijo Mitre quien a su vez sostuvo que Cohen Sabban le pidió 80 mil dólares, volvió a abrazarla entonces y, siempre según el relato de Mitre, le tocó un pecho e intentó besarla en el cuello y la boca.
Vida. Ariel Cohen Sabban es integrante del Bloque Unido Religioso, una corriente de la ortodoxia judía que comanda el rabino Samuel Levin. Con fama de ser un gran recaudador, en 2006 fue elegido tesorero de la DAIA. Sus detractores apuntan a algún manejo cuestionable a favor de la Escuela Talpiot, un instituto educativo donde también fue presidente. En aquel lugar, algunas maestras dijeron ser hostigadas aprovechando su poder, aunque por ahora no hay nada probado.
“Un tipo correcto, severo y exigente”. Así lo define a PERFIL una mujer que trabajó en el Instituto. “Cuando me echaron, me enteré de que había sido él el que tomó la decisión. No le guardo rencor, pero era una persona especial”, agregó. “Un tipo más que inteligente, vivo y muy workaholic”, describe otra persona que supo trabajar con él.
Cohen Sabban asumió en la DAIA como presidente en noviembre de 2015, mandato que cumplió hasta hace una semana cuando, aun con dudas, primero pidió licencia y luego renunció. Entonces se recluyó hasta el momento de escribir la carta.
Entre sus gustos, se encuentra su pasión por el Club Newell’s de Rosario, del que es hincha, lo mismo que uno de sus hijos que vive en Israel. Si hay algo que parece intachable –una característica que aún sus detractores remarcan–, es su rol de padre. “Siempre presente y muy afectuoso con sus hijos”, explican.
Cohen Sabban tienen cuatro hijos, dos de ellos, viven en Israel. El mayor, Eliel, incluso hizo el servicio militar allí. Su esposa Gabriela, “una persona muy agradable” según cuentan, pero sin mucha participación en cuestiones institucionales. “Así se lo ha impuesto él a ella siempre”, desliza otra fuente que conoce a la pareja. “Con este escándalo, las cosas se pusieron feas. Sin embargo, siguen juntos”, agregan. Por eso, ambos tienen planeado un viaje a Miami para descomprimir un poco todo.
Seguramente, Esmeralda Mitre jamás imaginó ocupar una página de la prensa israelí. “El acoso del presidente de una institución judía en Argentina a una actriz”, dice el título en hebreo.