PROTAGONISTAS
Fernando Samra, un reconocido anticuario

“En el coleccionismo vale la calidad, no la cantidad”

Se mueve desde que nació entre muebles y relojes. Habituado a ese universo, Fernando Samra convirtió el afecto por las antigüedades en una profesión.

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Máxima. “Para lo seriado están los autos, los perfumes. En los muebles y objetos, es mejor, si se puede la exclusividad”. Dice Samra. | gtza.express news

Nació en una familia de anticuarios y relojeros, y desde joven Fernando Samra creció entre objetos con historia. Ese ADN familiar marcó la que desde treinta años es su profesión. Ser anticuario, a simple vista, da idea de estar rodeado de objetos que buscan no perder su esplendor, su vigencia, y en un punto la historia que muchos de ellos tienen. Sin embargo, esa profesión conlleva mucho de psicología entendida como el arte de escuchar bien para decodificar a aquellos que se acercan a un espacio como Casa Mayflower –que Samra inauguró en 1999– para buscar un objeto que desean por razones varias, o para desprenderse de uno, también por causas varias.

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Otro tópico del trabajo de anticuario es que siempre hay público nuevo que, cuando progresa en su quehacer profesional “de golpe se da cuenta que el lugar donde vive o recibe gente es su carta de presentación”, explica Fernando Samra a PERFIL. “Una prenda con logo famoso podemos tener todos, pero animarse a lo distinto te singulariza. Es ahí cuando dicen: ‘Voy a galerías para ver cuadros, voy a poner algún mueble que no sea seriado sino diferente y que hable de su dueño”.

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—¿Y te das cuenta cuándo vienen con esa motivación?

—Sí, porque esa persona no busca una cosa en particular sino que mira todo porque, en realidad, no sabe qué quiere. De alguna manera empezás a orientarlo y suelen contarte, por ejemplo, que se mudaron a un lugar nuevo por las razones que fueran, y quieren como reescribir su identidad en ese nuevo espacio.

—¿Hay un patrón común de qué es lo que buscan?

—No todo el mundo necesita lo mismo, ni vive igual. Hay gente que es muy social y recibe amigos, y quiere un supercomedor; a otros les gusta cocinar y quieren tener una gran cocina con una barra para atender a sus amigos ahí, y no necesita una mesa de comedor.

Como en la moda, en la decoración también hay tendencias.

—¿A la hora de comprar, hay diferencia de género , por decirlo de algún modo?

—El varón es mejor comprador porque dice: “Necesitaría amoblar este living. Quiero esto y esto, es más práctico, más resolutivo. La mujer por ahí viene un día, después viene con una amiga, después llama a otra. A veces hay cierta inseguridad. Por eso tienen tanta aceptación algunas cosas repetidas; la gente ve algo en las revistas y de golpe se siente seguro comprando eso.

—¿Cómo los convencés de hacer lo contrario, de no copiar?

—El consejo es parte de las razones por la que empecé con este negocio: les digo que busquen algo que tenga calidad, que les guste, y que sea exclusivo. Para lo seriado están los autos, los perfumes...

—Otra vez al marqueting le sumás un poco de psicología.

—Tengo un muy buen cliente extranjero, dueño de empresas que pasó de comprador a coleccionista. Y siempre dice: “Las obras de arte que voy comprando son mis psicólogos. Porque a la noche llego a casa, miro los cuadros, los muebles que compré, me siento un rato, tomo un café, o fumo, y la verdad que me pacifican el día.

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—¿Cuándo se pasa de ser comprador a coleccionista? ¿Es una cuestión de cantidad, de acumulación?

—Cuando en tu colección empezás a ver muebles de diseño o de firma, y no hablo de que sean caros. Pero sobre todo te hacés coleccionista cuando disfrutás de los objetos que tenés. Hay compras que son una necesidad, quiero una mesa para comer porque no tengo. Otra cosa es cuando lo disfrutás y decís: “¡Ah, pero hay una mesa que tiene un detalle de bronce creada por un diseñador alemán y que está firmada! La mesa cumple la misma función, es para que comas, pero tiene ese plus. Ahí es cuando te convertís en coleccionista. Y no importa la cantidad en el coleccionismo, sí la calidad.

—¿Se notan mucho los cambios de estilo en los que buscan comprar o coleccionar?

—Totalmente, hay modas. Cuando yo era chico el mueble inglés de caoba, serio, era como una cosa importante. Después, de golpe, el mundo se abarrocó en los años 80, y el mueble francés con talla, con forma, con bronce y empezó a gustar. Luego vino el mueble italiano, luego el sueco. En los últimos años, el deco alemán volvió a pegar fuerte y ahora en Europa está volviendo el barroco.

—¿A quién seguís porque marca tendencia?

—A Tom Ford. Por ejemplo, por el uso que tiene de los colores, Dice que es muy obsesivo en eso y, por ejemplo, lo que ves en su arte –sea moda, cine,–él vio en su cabeza antes.