SALUD
"Dieta planetaria"

Expertos recomiendan comer solo una porción de carne roja por semana: "Podría prevenir millones de muertes"

Un informe internacional de la Comisión Eat-Lancet advierte que reducir drásticamente el consumo de carne vacuna puede mejorar la salud y contribuir a proteger el medio ambiente.

Asado
Asado | TN

La carne roja, como la de vaca, cerdo o cordero, no debería representar más que una parte mínima de una dieta saludable, según un nuevo informe internacional de expertos presentado por la Comisión Eat-Lancet este viernes en París, Francia.

La recomendación, que mantiene las conclusiones de un estudio previo de 2019, busca guiar a la población hacia hábitos alimentarios más equilibrados y sostenibles, generando debate en la industria agroalimentaria y entre los consumidores.

Según los expertos, la mejor dieta “se basa en fuentes vegetales, con una parte moderada de alimentos de origen animal y la menor cantidad posible de azúcares añadidos, grasas saturadas y sal”.

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La propuesta busca no solo mejorar la salud pública, sino también reducir el impacto climático de los sistemas alimentarios, responsables de un 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

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El informe establece límites concretos: el consumo de carne de res, cerdo o cordero debería limitarse a 15 gramos por día (alrededor de una porción semanal). En contraste, recomienda priorizar 200 gramos de verduras, 300 de frutas y 210 de cereales integrales diarios, además de 250 gramos de lácteos y 30 gramos de pescado o aves.

Aunque estas cifras son muy similares a las de 2019, la actualización se apoya en “pruebas sólidas y actualizadas” que demuestran que este modelo alimentario se asocia a una menor mortalidad y reducción significativa de enfermedades crónicas como la diabetes y problemas cardiovasculares.

La "dieta planetaria" y el impacto ambiental de la carne

Más allá de la salud, la Comisión Eat-Lancet enfatizó que los sistemas alimentarios actuales están llevando al planeta a un punto de quiebre. Según el informe, la industria agroalimentaria fue el principal motor de la transgresión de seis de los nueve límites planetarios: cambio climático, pérdida de biodiversidad, uso de la tierra, agua dulce, contaminación por nitrógeno y fósforo, además de nuevas amenazas como pesticidas y microplásticos.

Los datos revelan que menos del 1% de la población mundial vive hoy en un “espacio seguro y justo” que garantice tanto derechos alimentarios como sostenibilidad ambiental. Mientras tanto, el 30% de las personas más ricas del mundo genera más del 70% del impacto ambiental asociado a la alimentación.

El análisis muestra un déficit común en todas las regiones: las dietas carecen de suficientes frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales, mientras que abunda la carne, los lácteos y los alimentos ultraprocesados.

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En este sentido, el informe propone una transición hacia un modelo de consumo centrado en vegetales y cereales, acompañado de reducciones drásticas en carne roja. “La dieta planetaria saludable es beneficiosa tanto para las personas como para el planeta”, afirmó Walter C. Willett, copresidente de la Comisión y profesor de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.

El impacto no es menor ya que, incluso si el mundo abandonara los combustibles fósiles, los sistemas alimentarios actuales podrían empujar la temperatura global por encima del umbral de 1,5°C respecto a la era preindustrial, considerado el límite crítico para evitar desastres climáticos graves.

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Además, el documento advierte que cambiar las dietas globales “podría prevenir hasta 15 millones de muertes prematuras al año” y generar ingresos por 5 billones de dólares anuales gracias a la restauración de ecosistemas y la resiliencia climática.

La Comisión también sugirió medidas concretas, como subsidios a alimentos saludables y “impuestos” a la carne, para acelerar el cambio de hábitos.

El debate entre salud, cultura alimentaria y la industria de la carne

La propuesta de reducir la carne a una mínima expresión no tardó en generar polémica. Desde 2019, federaciones agroalimentarias de todo el mundo cuestionaron las recomendaciones de Eat-Lancet, calificándolas de “caricaturescas” y “desconectadas de los hábitos locales”. La industria insiste en que la carne roja magra y los lácteos “ofrecen opciones ricas en nutrientes, asequibles y culturalmente relevantes”.

En el Argentina, por ejemplo, el promedio de consumo semanal el año pasado fue de 937 gramos de carne roja. Alcanzar los niveles recomendados de 15 gramos diarios significaría una reducción sustancial. El informe también prevé que en países de bajos ingresos la ingesta de proteínas animales podría incluso aumentar para combatir déficits nutricionales.

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Expertos en salud pública señalan que la clave no es solo la cantidad, sino la forma de producción. “Debe garantizarse el derecho a la alimentación, a un trabajo justo y a un medioambiente saludable”, sostuvo Shakuntala Haracksingh Thilsted, copresidenta de la Comisión.

Para Ali Morpeth, cofundador de Planetary Alliance, los cambios graduales no alcanzan: “Necesitamos transformaciones audaces y sistémicas que reorienten las cadenas de suministro y aseguren mercados del futuro”.

Del lado de la industria, Kate Arthur, directora de nutrición de la organización británica AHDB, defendió la inclusión de carne y lácteos dentro de una dieta equilibrada, en línea con la guía alimentaria Eatwell. Sin embargo, reconoció que menos del 1% de la población cumple con estas recomendaciones, lo que marca un desafío para la salud pública.

El debate se da en un contexto de urgencia debido a que informes recientes advirtieron que, sin “acciones urgentes sobre las dietas”, los objetivos de reducción de emisiones a 2030 y 2050 serían inalcanzables.

RV/ff