SALUD
alimentación

Los horarios en los que comemos pueden ser la clave para bajar de peso

Estudios afirman que funcionamos de manera óptima cuando nuestros hábitos alimenticios concuerdan con nuestros ritmos circadianos.

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Los estudios muestran que dormir a deshora, o comer a la mitad de la noche podrían ser razón suficiente para tener problemas de metabolismo y aumentar de peso. | Cedoc

Durante décadas, los debates en torno a la salud y el peso se centraban en la dieta apropiada, y, hasta el momento, se creía que sólo se trataba de eso. Nuevos estudios afirman que no sólo lo que comemos puede influir en la salud, sino en qué horarios lo hacemos. Así lo evidencia una serie de investigaciones que sostienen que nuestro organismo funciona de manera óptima cuando alineamos nuestra alimentación con nuestros ritmos circadianos.

Los ritmos circadianos son los ciclos naturales de 24 horas que sirven de indicador: nos dicen cuándo levantarnos, cuándo comer, y cuándo es hora de dormir. Los estudios muestran que dormir a deshora, o comer a la mitad de la noche -por ejemplo- podrían ser razón suficiente para tener problemas de metabolismo y como consecuencia, aumentar de peso.

En estas evidencias se basa el libro The Circadian Code (El código circadiano) de Satchin Panda, profesor y experto en la investigación de estos ritmos. En su libro, el investigador sostiene que quienes comen en un lapso diario de ocho a diez horas -desde que ingieren la primera comida en la mañana y la última a la tarde- tienen mejor salud y metabolismo que quienes comen hasta momentos antes de acostarse.

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Las razones. La metodología se conoce como “alimentación temprana con restricción de tiempo”, y parte de la premisa que nuestro metabolismo sigue un ritmo en el que nuestros sistemas endócrino, enzimático y digestivo están listos para recibir alimento sólo por la mañana y por la tarde.

Los ritmos circadianos son los ciclos naturales de 24 horas que sirven de indicador: nos dicen cuándo levantarnos, cuándo comer, y cuándo es hora de dormir. 

Pero no todos siguen ese ritmo: muchas personas comen hasta momentos antes de acostarse o, incluso, en la madrugada cuando tienen hambre.

El especialista y escritor Satchin Panda descubrió que una persona promedio come durante periodos de al menos quince horas al día: empiezan el día con el desayuno y terminan comiendo tarde, tomando una copa de vino, o alguna porción antes de acostarse. Esto, sostiene, plantea un conflicto con nuestros ritmos biológicos.

Cómo funciona. Los estudios demuestran que en cada órgano hay miles de genes que se encienden y apagan casi a la misma hora todos los días. “Si continuamente ingieres alimentos a una hora del día en la que no estás expuesto a la luz brillante, entonces los distintos sistemas horarios se desfasan”, explicó Courtney Peterson, profesora asistente del departamento de ciencias de la nutrición de la Universidad de Alabama en Birmingham a The New York Times.

Es como si un reloj estuviera en la zona horaria de Japón y otro en Estados Unidos. Envía a tu metabolismo señales conflictivas sobre si hay que aumentar la velocidad o disminuirla”, aseguró.

Lo que sucede es que, al comer a deshora, los órganos involucrados en la digestión se estresan por estar obligados a trabajar cuando están programados para estar en reposo. Esto puede aumentar el riesgo de enfermedades, comentó al diario estadounidense Paolo Sassone-Corsi, director del Centro de Epigenética y Metabolismo de la Universidad de California.

Sin embargo, si bien los estudios muestran que comer más temprano durante el día es lo ideal para la salud del metabolismo y evita ganar peso, no se sugiere que hay que dejar de cenar: una buena opción es hacerlo más temprano y en menores cantidades.