SOCIEDAD
Marcó toda una época

13 frases de Simone de Beauvoir, la mujer que fundó el "segundo sexo", y el feminismo

Independencia, virilidad, belleza, cuerpo, decrepitud y aborto … fueron sólo algunos de los derroteros de Simone de Beauvoir, la escritora que en los años ’40 resignificó la palabra “mujer”. Su historia, su acción y su obra inspiraron el movimiento feminista.

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Simone de Beauvoir. | Facebook Simone de Beauvoir

Pocos libros en la historia de la humanidad fueron “Biblias”, es decir libros fundacionales que cambiaron el rumbo y la interpretación de la historia. Uno de ellos es el que apareció en junio de 1949, escrito por la francesa Simone de Beauvoir, El segundo sexo.

En esos días, el Club France Loisirs de Paris, con la autorización de Éditions Gallimard, sacó a la venta el primer tomo de sus audaces ensayos sobre la mujer. Hoy, se perdió en el tiempo la audacia de esos primeros escritos que subvertían todo lo que se creía saber sobre las mujeres, el "segundo sexo". 

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El segundo sexo despertó a las mujeres en Estados Unidos. La repercusión fue mundial y comenzó la lucha femenina.

A la luz de la biología y la sociología, Simone de Beauvoir sólo quería derribar los muros de los preconceptos que habían encarcelado al género a lo largo de los siglos.

De Beauveoir tenía entonces 37 años y ya había publicado tres obras: la novela L’invitée (1943), que fue traducida al español por Silvina Bullrich; el ensayo Pyrrhus et Cinéas, que Juan José Sebreli tradujo bajo el título Para qué la acción; y –su única-  pieza de teatro, en dos actos, Les bouches inútiles (las bocas inútiles), ambientada en el siglo XIV.

La misma semana en que Simone de Beauvoir dio a conocer las primeras páginas de El segundo sexo, su pareja, el filósofo Jean Paul Sartre, pronunció su famosa conferencia “El existencialismo, es un humanismo?” y salió a desordenar la tranquila vida de París sacando a la calle el primer número de su resonante revista Tiempos Modernos, la nueva batalla de Hernani de los intelectuales de su tiempo, piedra filosofal de la adoración y la execración a Sartre, con bastante del esnobismo de mediados del siglo XX, por cierto.

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Simone de Beauvoir, la despidieron de una escuela de París, por su relación amorosa con una alumna.

Es decir, a pesar de que por entonces, Simone de Beauvoir era conocida, a partir de junio de 1949, la prensa hacía referencia a ella como “Notre-Dame de Sartre”, es decir, la compañera del “padre del existencialismo”. Ella era el segundo sexo y él, desde luego, el primero.  A nadie se le ocurría pensar que Sartre era “el compañero” de Simone, algo que ella misma remarcaría años más tarde.  

Varios años más tarde, en su autobiografía La fuerza de las cosas, Simone de Beauvoir reflexionaría sobre ella misma parada en el umbral que la llevó a cruzar la calle sin mirar atrás y escribir El segundo sexo, el libro que en una semana vendió 22.000 ejemplares a la par que le significaba el repudio de los intelectuales de su propio círculo.

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Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, eran pareja; él le ofreció casarse, pero ella no quiso.

Al leer el volumen, uno de sus pares, François Mauriac, publicó en Les Temps Modernes –el "bebé" recién nacido de Jean Paul Sartre- un artículo escandaloso en donde decía, entre otras cosas: “ahora, lo sé todo sobre la vagina de vuestra jefa”. 

El tsunami intelectual que desató El segundo sexo, del que ni siquiera el estado Vaticano quedó afuera, se tradujo casi inmediatamente a varios idiomas y en Estados Unidos un millón de mujeres devoraron el nuevo maná. Por eso, Simone de Beauvoir se convirtió instantáneamente en el tótem pagano del movimiento que buscaba la “libración de la mujer”, ya que el término feminista, por entonces, ni siquiera había sido acuñado.  

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Pareja abierta, Simone de Bauvoir y Jean Paul Sartre compartían amantes.

En el siglo VI antes de Cristo, el filósofo Pitágoras había escrito: “Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y al hombre; y hay un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y a la mujer”. Con ese principio rector, ¿cómo confiar en la mirada del fundador de la cultura de Occidente?

Mujeres inspiradoras de la historia: de Marie Curie y Frida Kahlo a Simone de Beauvoir, entre otras

Hasta entonces, todo lo que se había escrito sobre la mujer en la humanidad era el fruto de las miradas masculinas, arte y parte de todo lo que la escritura invalidaba. Por lo tanto, no servía más.

Ciertamente, no fue ella la primera mujer que pensó qué era ser mujer, pero la repercusión de sus reflexiones fueron un cachetazo. La hija de la burguesía cristina, que compartía con un hombre, Sartre, no un hogar sino un cuarto de hotel tenía dos caras: pontificaba a sus pares en el rol de madre superiora, pero era una mujer de costumbres disolutas. 

En esa dualidad, transcurrió su presencia en el siglo XX hasta que la neumonía extinguí su voz y su vida, el 14 de abril de 1986. Y así hasta hoy se la sigue consagrando.

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Simone de Beauvoir, su padre quería que fuera un hombre y estudiara ingeniería.

Algunos episodios autobiográficos, a modo de ejemplo, entre tantos otros, podrían subrayar esas dos facetas (la primera “mujer” que se piensa sujeto, y a la vez objeto de estudio; la “madre superiora” que renuncia voluntariamente a la maternidad para pontificar discípulas. 

Esa “pequeña familia” a la que aludía en La invitada (1943) en donde, a través de una ficción no tan ficticia, hacía pública la relación sentimental libre que mantenía con el primer sexo –Sartre- y con sus discípulas, sus propias alumnas. 

Olga Kosakiewitcz, por ejemplo, que rechaz{o los lances de Sartre, pero terminarìa casándose con “el pequeño Bost”, un alumno de Sartre quien a su vez, también era el amante de Simone de Beauvoir

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Feminismo. No fue la primera en hablar de los derechos de la mujer, pero ordenó las ideas y la tropa, y lideró el colectivo feminista.

Entre 1936 y 1938, de Beauvoir enseñaba filosofía en el Liceo Molière, en París, pero la despidieron cuando se hizo pública la intimidad amorosa que la unía a una de sus alumnas, Bianca Bienenfeld.  

Nada más que “amores contingentes” que, no obstante, acrecentaban su “mala fama” y todavía faltaba una década para la aparición de su piedra fundamental, El segundo sexo.

Simone de Beauvoir

“¿Qué había significado para mí ser mujer? Nunca había tenido sentimientos de inferioridad. Mi feminidad no me había molestado en nada. Para mí, le dije a Sartre, eso no había sido nunca un problema”, escribía Simone de Beauvoir en 1964.

El 6 de mayo de 1968, por la revuelta estudiantil del Mayo francés, se declaró el estado de sitio en París

A lo que, citado por ella misma, Sartre le respondió: “Pero, de todas maneras, Castor –el apodo que le dio su amigo René Maheu y que su pareja repetía-, tú no has sido criada de la misma manera que un niño. Deberías analizarlo mejor”.

Y parece que lo hizo. Como había ocurrido con Ada Lovelace, hija de Lord Byron, su propio padre le confesó alguna vez que, al nacer, hubiera deseado tener un hijo varón para que estudiara ingeniería en la prestigiosa Escuela Politécnica de Parìs, también llamada l’X. 
Aunque ese episodio fue sepultado como una anécdota más, tal vez fue el detonante de su necesidad de brillar como mujer, de ser la primera mujer, refundar a Eva. 

Hoy como ayer, las mujeres lavan platos; ¿qué significa saber hacerlo?

Lo cierto es que Simone de Beauvoir tuvo un día una revelación: “ese mundo era un mundo masculino. Mi infancia había sido alimentada por mitos forjados por hombres y yo no había actuado ante ellos de la misma manera que lo habría hecho si hubiese sido varón. Esto me interesó tanto que abandoné todo para ocuparme de la cuestión femenina en su totalidad”, recodaría tiempo después en busca del ovillo.

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No quiso casarse ni tener hijos, dijo que la familia es "la mayor de las perversiones".

Así, esa búsqueda interior, la necesidad de fortalecerse como sujeto de valía en un entorno masculino regido por leyes masculinas, le hicieron detestar todo lo que hasta entonces el mundo había amado y permitido. Para empezar, el matrimonio al que toda niña bien debía consagrarse, una “institución burguesa repugnante, similar a la prostitución, en la que la mujer depende económicamente de su marido y no tiene posibilidad de independizarse".

Las mujeres según los hombres

La poligamia fue la nota de color más tenue en el despliegue de la paleta cromática shocking de su personalidad.

La píldora anticonceptiva, el aborto, el deseo sexual, adelantar a los 13 años el consentimiento sexual de las mujeres, la eutanasia, la decrepitud, la vejez, el lesbianismo, la prostitución, la independencia económica, la adopción, la ambigüedad moral, la muerte como fin fueron sólo algunos de los temas que cepilló esa hermosa mujer nacida en el seno de una familia formal (abuelo banquero arruinado; padre abogado, con el berretín frustrado de ser actor; madre cristiana y devota; hermana menor que no debía seguir a la oveja negra). 

Imposible dar una apretada síntesis en tan pocas líneas, pero sì hay algo seguro: la mejor manera de conocer su estela es comenzar a leerlo.

Podría comenzarse por sólo algunas de sus frases más célebres: 

  • "Una mujer libre es justo lo contrario de una mujer fácil"
  • "El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres"
  • "La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad"
  • "Nadie es más arrogante, violento, agresivo y desdeñoso contra las mujeres, que un hombre inseguro de su propia virilidad".
  • Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada: no pretender modificarla
  • "Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia"
  • No se nace mujer: se llega a serlo
  • "El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente"
  • En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación
  • Encanto es lo que tienen algunos hasta que empiezan a creérselo
  • El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y el boceto de nuestro proyecto
  • El hecho de que exista una minoría privilegiada no compensa ni excusa la situación de discriminación en la que vive el resto de sus compañeros
  • Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa