Nicole se vio obligado a pasar nueve meses encerrado en casa cuando sus padres se enteraron de que quería ser mujer, pero se escapó y logró refugiarse en el primer albergue en Rusia para los homosexuales y transexuales. Nicole eligió un nombre femenino pero habla de él en masculino. Toma hormonas femeninas y se sometió a una operación de extirpación de los testículos.
Los residentes de este refugio llegan desde todos los rincones de Rusia, y en el caso de Nicole de Azerbaiyán, una exrepública soviética del Cáucaso. Su familia lo encerró en su casa quiso dejarse el pelo largo y tomar hormonas femeninas, encierro que lo atormentó con ideas suicidas. Sus padres terminaron cediendo y le ayudaron a comprar un pasaje para Rusia pero con una advertencia: si vuelve lo matarán y se matarán.
Nicole es uno de los residentes del primer refugio para los jóvenes LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) en Rusia, donde la homofobia se expresa abiertamente, sobre todo desde la adopción en 2013 de una ley contra la "propaganda" homosexual dirigida a menores de edad. Este centro se encuentra en un complejo bajo seguridad en las afueras de Moscú y tiene capacidad para servir de hogar a 14 personas.
El refugio abrió en abril de 2016 para albergar a homosexuales procedentes de Chechenia poco después de que el periódico opositor “Novaïa Gazeta” revelara las persecuciones contra los gais en esta república rusa del Cáucaso muy conservadora, y que han suscitado indignación internacional.
Desde octubre recibe a "todos los LGTB que sufren", a los que fueron rechazados por sus familias, perdieron el empleo o sufrieron agresiones, según explicó Olga Baranova, la directora del “Moscow Community Center”, el grupo de apoyo que lo administra.
Un país homofóbico
Otro residente del refugio, Grigori Chibirov, llegó desde Osetia del Norte, en el Cáucaso ruso. "Me siento seguro con gente como yo. Todos son simpáticos y nos apoyamos los unos a los otros", dijo el joven de 22 años, rubio y con las uñas pintadas de azul. Abandonó su región porque sus padres y hermanos se avergonzaban de él.
"No puedo vivir allí a causa de lo que soy", dice. Recuerda haber sufrido acoso desde niño. Su familia lo obligó a raparse el pelo cuando lo destiñó. Lo despidieron de varios trabajos y en la calle lo insultaban. Sobre la tolerancia en Rusia, Grigori es pesimista. "¿Quizá dentro de 50 o 100 años? Pero es poco probable mientras (Vladimir) Putin esté en el poder", estima, citando la ley sobre la "propaganda" de la homosexualidad, símbolo de los "valores tradicionales" defendidos por las autoridades. Casi ninguna personalidad pública expresa su homosexualidad en Rusia y la policía prohíbe las manifestaciones de tipo gay pride.
El refugio permite a los residentes quedarse seis semanas, en habitaciones de dos o tres camas. Les dan comidas diarias, consejos, trabajo y asesoramiento jurídico y en lo que va del año 2018 recibió 37 solicitudes de ingreso. El centro da prioridad a los proyectos realistas e intenta ayudar a los demás. La mayoría de los residentes son hombres homosexuales, pero también hay transexuales y mujeres lesbianas.