"Dos ángeles con un corazón más grande que el Everest", fue la expresión que eligió Tania Montenegro para expresar el agradecimiento que sintió por una pareja de desconocidos que le cambiaron la vida. Estas personas la vieron junto a su hija discapacitada de 4 años regresando del jardín de infantes con mucha dificultad en una moto y, sin dudarlo, le obsequiaron un auto.
Tania Montenegro contó lo que vivió en su Facebook y su historia se viralizó. La mujer y su hija viven en la localidad de Candelaria, Misiones, y ahora disfrutan de la comodidad de un Toyota Corolla, que fue entregado con todos los papeles correspondientes.
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En su posteo, Montenegro escribió: “Les quiero contar una historia, una historia no muy común, una historia única, una historia que no le pasa a nadie, les quiero contar sobre como un día cualquiera, se me cruzaron dos ángeles con el corazón más grande que el Everest”.
“Hace 6 días, para ser exacta, el jueves 28 de junio, yo como todos los mediodías alisté a mi hija Valentina, la cual muchos ya saben que padece de una discapacidad motriz, la cual la deja con una dificultad para caminar a base de eso usa andadores ortopédicos para desplazarse”, detalló la mujer.
“Cuando ya está estaba preparada para ir al jardín, la monté al único medio de transporte que tenía en ese momento que era la moto su papá, siendo consciente de la irresponsabilidad de acarrear a mi hija en una moto, pero también consiente del peso de mi bebé, del andador y sabiendo que la escuela solo queda a 5 cuadras (en subida por eso hablo del peso)”, explicó.
Ese viaje, que ya formaba parte de la rutina de la madre con su hija, fue diferente. “Al llegar pasa algo muy raro, algo que me sorprende, mi nena no se quiso quedar. No comprendía porque si ella siempre se queda contenta en el jardín, a fin de esto y aún sin comprender el llanto de mi bebé, decidí volver a mi casa con ella. Salí del jardín con ella alzada y su andador en el otro brazo, cruce la calle, acomode el andador en la moto mientras Valentina esperaba sentada en un murito, senté a Valentina, me coloque el casco y salí despacito con ella charlando buscando el motivo de su berrinche. Al avanzar dos cuadras escucho el llamado de una mujer, freno la moto y una mujer me dice ¿Podemos hacerte una pregunta?”, escribió Tania.
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“Respondo que sí, pensé que preguntarían una dirección o algo así, me pide que me estacione lo hago sin problemas me quito el casco y espero su consulta, en eso el señor baja del auto para hablar me hace una oferta – ¿Qué decís si te cambio el auto por la moto? Yo rápidamente respondo, no señor disculpe no tengo plata a lo que rápidamente este hombre me contesta: No te estoy pidiendo plata, te vimos con tu bebé y queremos regalarte el auto para que andes con ella”, relató.
“Mi corazón en ese momento se desprendió de mi cuerpo, mi cerebro dejo de procesar y dejé de comprender lo que estaba pasando, no lo podía creer... hoy hace 6 días firmé los papeles de MI AUTO…”, continuó y concluyó: “Un auto, más allá que un bien material es la comodidad de mi hija… Estas personas no me dieron simplemente un auto, estás personas me cambiaron la vida, para mí no es un auto, es dejar de andar con mi bebé en colectivos llenos de gente, es dejar de cargar 25 kg en mis brazos, es que mi hija no se moje, no pase frío y no pase calor cuando tenga que ir a los turnos en el hospital, le dieron a ella la posibilidad de ir a conocer lugares nuevas y poder ir cómodos sin miedo… Estás personas que para mí son ángeles que los envío dios para bendecirme me cambiaron la vida.. mi corazón explota de felicidad y no me va a alcanzar la vida para agradecerle esto. Dios los va a bendecir siempre”.
RB/ff