Sergio Maydana no invirtió demasiado en el disfraz con el que asistió a una de las ediciones de una tradicional fiesta en Paraná. Ya tenía los zapatos, el pantalón y la chomba de polo. Una peluca y un par de dientes de cartón completaron el traje de Gigoló, apodo con el que se conoce a Javier Bazterrica, el hombre que saltó a la fama por haber estafado mujeres sin más armas que la simulación, un arte que el mismo Maydana parecía dominar hasta este jueves, cuando fue capturado por un doble crimen junto a su pareja, la oficial de la Bonaerense Flavia Rodríguez. Ambos permanecían escondidos en una habitación que alquilaron a una mujer en Bernal Oeste (ver aparte), tras los homicidios del médico Guillermo Luna y Laura Favre, un matrimonio amigo, en agosto pasado.
Hasta ese lugar llegaron los detectives de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de La Plata, guiados por intervenciones telefónicas. Comprobaron que los prófugos, ya sin medios para sostener la fuga, vivían una situación de “desesperación y agotamiento de alto nivel”. Según revelaron fuentes del caso, el “financista” –convertido en “panadero” tras los crímenes– y la agente de policía estaban “muy desmejorados”. No había rastros de la vida de lujos que Maydana aparentaba en Facebook.
Ahora residían en una pequeña habitación de paredes resquebrajadas y cables pelados. Dormían en el piso, pero sobre un colchón de dos plazas. Una mesa, un anafe y un viejo televisor sobre una caja de manzanas eran sus únicas pertenencias. Casi no tenían medios para alimentarse pese a que Rodríguez cursaría un embarazo de tres meses.
La investigación determinó que sus deseos de entregarse fueron parte de una artimaña para ganar tiempo. Usaron, también, a sus abogados –a los que no les pagaron honorarios– para conocer las novedades de la causa y tejer su propia estrategia. En ese sentido, los efectivos encontraron en el allanamiento del domicilio donde se ocultaban una especie de libreto para repetir en caso de ser detenidos.
Lo que no planeó Maydana es que él mismo estaba siendo engañado por la Policía. Durante el tiempo que duró la fuga, los familiares de la pareja simulaban querer que se entregaran, pero en las conversaciones los pudieron escuchar alentar a los prófugos y burlarse de la Policía, que montaba guardia en sus domicilios. No sabían que se trataba de un montaje implementado para ir cerrando el cerco sobre la pareja.
La investigación de la fiscal Leyla Aguilar apuntó también a ahogar económicamente a los prófugos. En ese sentido, secuestraron la totalidad de los pagarés que les posibilitarían cobrar los préstamos personales del emprendimiento montado con Luna y se implementó la inhibición general de bienes que impidió la venta de una vivienda.
Tras la detención, su nuevo abogado, Diego Storto, aseguró: “No se entregaron antes a la Justicia porque tenían miedo. Dicen que están amenazados”. Según el defensor, la noche de los crímenes “iban a participar de una cena con los fallecidos, pero se incorporaron otras dos personas, una con frondosos antecedentes, que tiene contactos con el narcotráfico. Había sido paciente de Luna y había quedado disconforme con algo que le había hecho (una cirugía estética) y tenían negocios”, sostuvo, y apuntó a “Simpson”, un hombre al que ya habían mencionado los detenidos. “No está probado que ellos hayan sido los autores. Hay más personas, la Justicia las está buscando”, una versión que la fiscal desmintió y sería una coartada.
En tanto, permanecen separados: el financista fue alojado en la alcaidía Petinatto de Olmos y Rodríguez en Melchor Romero.