En las calles y autopistas porteñas y del conurbano bonaerense se puede comprobar cómo semáforos, rotondas y protecciones aumentan los riesgos en el tránsito si están mal implementadas o interpretadas.
Además del componente pasivo que introducen los semáforos en el conductor, que concentra allí su atención y responsabilidad, otras medidas de seguridad vial y señales de tránsito son perjudiciales si no se tiene en cuenta su impacto en el ambiente y en un conductor casi siempre ignorante.
La rotonda, solución estética al ordenamiento del tránsito a la hora de renunciar a los semáforos, se vuelve caótica si quien conduce ignora quién tiene la prioridad de paso, que corresponde al que circula en la rotonda y no a quien ingresa, como ocurre en Thames y Fleming, junto al Hipódromo de San Isidro.
Un alternativa suele ser la "rotonda partida", que sí utiliza semáforos, pero es un solución "precaria que no funciona, por la geometría inadecuada a estos dispositivos", aseguró Oscar Fariña, especialista en tránsito, en un informe elaborado por la agencia oficial Telam.
Vicente López utiliza un sistema de anuncio luminoso que detecta cuando un automóvil avanza hacia una esquina, pero no está probado ni regulado, lo que a lo largo de calles poco concurridas se une con semáforos aislados que probablemente nadie respeta, explicó Nelson Bustos, otro experto.
Algunas autopistas tienen una barrera rígida al costado de la vía, llamada New Jersey, para que quien se sale del eje de la calzada pueda volver, pero siguen un diseño de hace 30 años y pueden ser traspasadas por los automóviles, por lo que su altura tendría que ser del doble de la actual.
Los barriles de arena, atiborrados en comienzos de bifurcaciones de autopistas, como en la General Paz, se convierten en un paredón si no se sigue un diseño muy específico.
"Los primeros van con menos peso que los últimos y con la arena a partir de un cierto nivel, formando una serie de obstáculos sucesivos, no agrupados juntos como se los pone acá porque es como chocar contra un bloque de cemento", explicó otro especialita, Osvaldo Storani.
En Cabildo y General Paz, junto a un puesto de control policial, hay barriles de acero, "una barbaridad, porque si los chocás salen disparados como una bala de cañón. Deben ser de material rompible", señaló.
En la Avenida Figueroa Alcorta, junto al velódromo porteño, la protección lateral se interrumpe en cada árbol y no sirve, "porque uno se choca con el árbol o hacia el árbol. La protección debe ser continua", advirtió el especialista.
Fuente: Télam