SOCIEDAD
SEMANA 01 DE 2013

Lea. Sufra. Dude. Piense. Elija.

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Se comenta. Se teme. Se tapa. Pero allí está. No es la Fragata la que llega triunfal. Es el iceberg generacional el que se nos viene encima. La noticia más grave de la primera semana 2013 ahonda los vicios sociales que supimos acrecentar (y tolerar) en las 52 del 2012. Como ciudadanos, nos debería dar vergüenza vivir como merecidos estos días de escape al mar o a donde se pueda y sea. No está el mundo para que fardemos de ser su país superpiola. Despertamos ya o entramos en deriva furiosa. Retomamos los principios de la antesala y rehacemos una Nación o seguimos presos en las mazmorras de la Aduana.

No es un brulote. Los comparativos sociales de ambos tiempos no nos favorecen: créase o no, con Cisneros se vivía mejor (sic). Tampoco un dicho "de onda". Con reciclar el final del Virreinato y maniatar el Contrabando, hoy seríamos República, tendríamos Constitución vigente y ley actuante. Pensarlo no cuesta mucho. De no hacerlo, 2013 nos pasará una factura feroz en lo individual y en lo público. La época se derrite y pide sociedades que sepan aferrarse del tobogán. El mundo hierve. No hay región a salvo del veloz cambio que sacude la vida planetaria. En lo que dura un suspiro, seremos universales por prepotencia de realidad y entre nosotros no hay quien atienda la venida del Témpano. El país se hace cada día más feudal y chantún. E ignorante. Partido en dos, con media historia fuera y media dentro, la escuela es espejo de su desidia y apatía. En todos los órdenes rodamos vaciados de sentido. Prepotea el Gobierno, dormita la oposición, las dirigencias curran y una mayoría creciente de argentinos aferrados a una ilusión fallida van cada mes a mayor velocidad del sofoco a la irritación. Esta "antipática" lectura de inicio 2013 es la más saludable, patria y urgente que podría ocurrírseme (y no siento necesario pedir un "perdón por la tristeza" que pudiera provocar).

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Es que, un segundo no más... Alce los ojos. Mire el mar. Analice los mimos bélicos del "ir a por Más" del gobierno jíbaro que habemus e imagine los resultados benéficos a obtener por todos (sic) si los cacareados "Menos" y "Más" se ecualizaran en lo Justo. ¿No sería formidable, usted no respiraría mejor, si el Gabinete nacional se reuniese cada semana y una vez por mes con legítimos representantes de sectores amplísimos de la sociedad? ¿No serían actos preventivos, adultos, eficaces, para impedir que el Fondo Buitre de nuestros Magnos Errores Sociales nos empuje hacia un acechante Acantilado 2013? Dicho, también, con "perdón por la sospecha" (disculpas que elevo para el caso de que haya entrado en pánico imbécil: júzgueme usted) .

Pena de país. De los más jóvenes y provistos y a la vez de lo más "viejos" y vaciados del mundo. Cayéndose sobre sí mismo, sacudido a diario por "cortinas de humo" que distraigan de mentiras y desdichas, e impongan (en gesto drogón) una sola noticia dominante. Como la que se "comió" al entero diciembre 2012. Ley empollada durante el Serpentario de Plomo y de la que sus antagonistas 2012 (¿sic?) fueron hermanos, primos y socios en disputa, cuando el pariente recién venido del frío pretendió 30 por ciento del papel que mucho se usa para licuar qués, ocultar dóndes, matar porqués. Bastó que el más avezado se negara para que se armara la rosca. Voceros de ambos gastaron sublimes frases sobre la función y la disfunción del periodismo. Una rabiosa disputa de pequeros. Muerto uno, fantasma otro, peleando a través de vicarios y mercachifles por el control de los quioscos y las ideas a inocular en los 44 millones habitantes sitiados en el País del Hastío, el Feudalismo y el Olvido.

Y con platea, popular y gilada asustados por los Mayas.

Al igual que el país con sus adultos, la escuela excluye, no incluye. Salvo excepciones, quienes tienen la suerte de acudir se ven aislados por currículas de hielo. Poco entusiasmo en maestros y en alumnos. Padres con roles cambiados. Métodos que chocan, estrategias que cambian, programas vetustos. Educación que privilegia al alumno que rinde (aun de modo mecánico) y no contiene al grueso del alumnado que quiere aprender y no encuentra estímulo pues le cuesta el mundo, el país, la familia, la escuela y la edad que padece.

¿Importa más aprender que "enseñar"? Sí. Más el quántum de cultura que el alumno asimila por simpatía que la excelencia del método que provenga de retóricas no afinadas a la época en cambio. Más la pasión por conocer respirando en el aula, que el rendimiento feliz de unos pocos. Lo que importa es ayudar a crecer adolescentes humanos y no Romeos y Julietas practicando el tiro al pichón y patadas a las cabezas.

“Hace falta un golpe de estado educacional” clama poéticamente la docente platense Mónica Claus. ¿La escucharán? También hace falta desaprender. Vigilar al número (en especial los públicos) y vivir a fondo la aventura y el amor de la palabra). (Digo, rezar mucho, mucho,el diccionario. Día a día. Ya).

 

(*) Especial para Perfil.com