Hein de Vries estaba en Corea cuando se anunció el noviazgo de Guillermo con una chica argentina. Entonces, intuyó que era algo serio y que llegaría al matrimonio. Varios años después, quiere el destino diplomático que sea embajador de Holanda en el país de donde provenía esa chica.
—Se dice siempre que Máxima aportó frescura a la monarquía, ¿podría explayarse un poco al respecto?
—Uno de los mayores elogios a la princesa Máxima es haber atravesado momentos difíciles siempre con una actitud positiva, conciliadora y feliz. La autenticidad, desde el primer momento, fue el principal atractivo. La sensibilidad y el cariño genuino que emana su pareja con Guillermo, también. Máxima, por otro lado, estrenó un estilo en la monarquía. Este estilo marcó un hito que va más allá del aspecto y el buen gusto que la caracterizan y que tiene que ver con la frescura, la sonrisa, su calidez y accesibilidad. Esto la convirtió entre sus pares en una figura distinguida y generó mucha admiración. Sin duda, tanto Máxima como Guillermo tienen la voluntad de conservar sus identidades cercanas al pueblo.
—En una reciente entrevista, usted dijo que Máxima supo sortear y manejar con inteligencia y simpatía momentos difíciles. ¿Cuáles fueron esos momentos?
—Es lo que todo el mundo le pregunta continuamente, acerca de la ausencia de sus padres en la ceremonia. Esto, creo, es lo que todos conocemos públicamente, no hay nada que esconder, y tiene que ver con una decisión privada y compartida por ambas familias.
—¿Qué características humanas, podría decir, tienen en común ambos pueblos?
—La simpatía y el humor constante de los holandeses tiene mucho que ver con los argentinos. También amamos las celebraciones populares y compartidas con todos nuestros compatriotas. Somos grandes anfitriones y celebramos constantemente la amistad.
—¿Por qué la monarquía holandesa es una “monarquía del siglo XXI”?
—Porque contribuye a la estabilidad de la sociedad y a la continuidad y progreso del país.
