Cada día, miles de mujeres se ven obligadas a abandonar sus hogares. Se suman así a los más de 50 millones de desplazados y refugiados que hay en todo el mundo debido a conflictos armados, violencia, pobreza, persecuciones o desastres naturales.
Cuando las estructuras de salud son dañadas, destruidas o son inexistentes, los mecanismos de apoyo social colapsan y el acceso a la asistencia sanitaria se hace difícil, las mujeres que huyen se vuelven todavía más vulnerables.
Mujeres y niñas que abandonan sus hogares por obligación son afectadas especialmente por emergencias obstétricas, violencia sexual, complicaciones del embarazo y del parto, además de la exposición a enfermedades de transmisión sexual, entre otras.
La atención médica de refugiados, desplazados internos y migrantes es tipo de intervención médico-humanitaria emblemática de Médicos Sin Fronteras (MSF) desde sus inicios, en 1971.
En las últimas décadas, la organización comenzó a enfocar especialmente en las problemáticas de salud de las mujeres debido a que más de la mitad de la población que se desplaza son mujeres y niños.
En sus intervenciones en este tipo de contextos de migración y desplazamiento, se enfoca en la atención de urgencias obstétricas y de las consecuencias de la violencia sexual así como también de otros problemas médicos como la planificación familiar y la atención de recién nacidos.
Lo que une a estas extraordinarias mujeres es el desafío de huir hacia lo desconocido y de sobrevivir lejos de sus hogares, enfrentando condiciones adversas, en muchos casos como único soporte de sus familias y con un limitado acceso a la atención sanitaria.