Celebrar a San Valentín el 14 de febrero terminó convirtiéndose en una moda políticamente correcta, pero también con notables beneficios económicos para la actividad comercial y el marketing turístico.
En América Latina son muchos los países que, comenzando por el nuestro, celebran a los enamorados el 14 de febrero: Chile, Ecuador, Paraguay, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, México, Venezuela, y Honduras.
En Nicaragua, Panamá, Perú y Costa Rica el festejo se amplió para celebrar, en un mismo día, tanto el amor como la amistad.
Por cuestiones comerciales, los colombianos pasaron la celebración de San Valentín al 16 de septiembre, para que, en ese mes que tan pocas excusas daba para comprar flores o bombones, los negocios del rubro pudieran reactivarse con las venta.
Del mismo modo proceden los brasileños, que trasladaron los festejos amorosos al 12 de junio.
Y los bolivianos –aun más prácticos- celebran los asuntos del corazón por partida doble, tanto el 14 de febrero, con San Valentín, como el 21 de septiembre, en “el día del amor”.
En Egipto se celebra a los enamorados el 4 de noviembre y en Israel, el 30 de julio con el Tu Be Ay.
San Valentín, festejo cristiano en Arabia Saudita
Tal vez más sorprendente sea la decisión de un país musulmán como Arabia Saudita de sumar improvisadamente a su “santoral” una fiesta del calendario cristiano, como lo es San Valentín.
Se dice que fue una “decisión” del príncipe Mohamed bin Salmán para demostrar que era un líder político abierto a las costumbres occidentales.
De todos modos, los árabes festejen pero sin hacer públicamente la más mínima mención al santo cristiano. Cada 14 de febrero, las vidrieras se llenan de joyas y relojes para mujeres, chocolates e incluso lencería fina siempre de color rojo. Una costumbre que disgusta a muchas mujeres ya que mientras ellas circulan por la calle con estricto velo en el rostro, sienten pudor de que esa parte de su “intimidad” se ventile en los escaparates públicos.
San Valentín en Francia: una lotería
Cada país tiene su propia tradición en materia de festejos. En Francia, por ejemplo, desde hace mucho tiempo cada 14 de septiembre se organizaba une loterie d’amour, una práctica bastante original para encontrar novio: los hombres de un lado de la vereda y las mujeres, sobre la otra.
Se fichaban, se relojeaban y hacían una cita. Sin embargo, aunque el método era muy práctico terminó mal. Si ya en la cita, el hombre se desencantaba, podía dejar plantada a la mujer sin ningún miramiento, una falta de romanticismo y discreción que las mujeres respondían con la misma vara: despechadas, quemaban en la calle la foto del hombre que las había rechazado.
Y entonces los franceses buscaron una forma más clásica: regalar rosas, el parabién de los floristas que gracias a San Valentín ganan en un solo día lo que ganarían en una semana de muy buenas ventas.
San Valentín en Ghana: chocolate puro
Es lógico que el segundo productor mundial de cacao, Ghana se haya sumado a la lista de quienes festejan el Día de San Valentín con chocolate.
En efecto, detrás de Costa de Marfil, el 30% de los ingresos de este país africano proviene de la exportación de cacao. Un tema que, hay que decirlo, también es preocupante, porque en el rubro no sólo se hizo habitual el trabajo infantil sino también la tala indiscriminada.
Al menos desde hace 13 años, se talaron más de 100.000 hectáreas de bosques nativos de Ghana para convertir el suelo en campos de cultivo de cacao.
En fin, desde 2007, cada 14 de febrero se celebra San Valentín en Ghana, obviamente regalando chocolates, ya que los expertos en marketing turístico trabajan para posicionar el destino resaltando su potencial agroeconómico.
San Valentín en Japón: “deme tres”
Aunque se piensa que los japoneses son tímidos para expresar sus emociones, San Valentín se festeja desde 1930 en el Imperio del Sol Naciente.
Sin embargo, la jornada del festival de Tanabata, tal como se denomina, se parece más a nuestro día de la dulzura que a la ratificación de un sentimiento amoroso. Suelen regalarse chocolates y no es una práctica exclusiva de las parejas sino también al jefe y entre amigos. Pero ojo, porque quien regala es solamente la mujer.
Sin embargo, un mes más tarde, el 14 de marzo, los japoneses devuelven el gesto de la mujer que los homenajeó para San Valentín con un regalo tres veces más costoso (es una ley no escrita) en el Happy White Day. Entiéndase, los japoneses disfrutan haciéndose regalos por cualquier motivo, incluso si sólo es porque se visitan.
San Valentín en Bulgaria: “chin chin”
Si el San Valentín con chocolates resultara un festejo para golosos, los búlgaros tienen otra manera de celebrarlo: con vino. En realidad, cada 14 de febrero se realiza la segunda celebración de su protector del vino San Trifón (el primer día es el 1 de febrero).
Rendir homenaje al patrón de los viñedos y los enólogos es una tradición agrícola muy ancestral. El 14 de febrero se podan las vidas en honor a Trifon Zarezan y se festeja comiendo pollo relleno con trigo burgol y unas abundantes copas de vino local. Trifón fue un mártir cristiano que tenía fama de curar a los animales y murió perseguido en la actual Turquía.
Su historia fue retomada por el cristianismo y "remixada" con el correr de los siglos hasta aproximarse casi inexplicablemente al culto a San Valentín.
Se dice que, un día que Trifón estaba podando sus vides, se cruzó una paisana por delante de sus ojos y, muerto de amor a primera vista, se rebanó parte de su propia nariz con la tijera de podar. Por eso, la cultura popular terminó fundiendo ambos festejos: el de San Valentín y el de las vides
En Gales, San Valentín en “cucharita”
Los galeses se adelantan a todos ya que recuerdan a St. Dwynwen, la patrona galesa de los amantes, el 25 de enero.
Se dice que la muchacha era una princesa galesa del siglo IV, que tomó los hábitos para ahogar sus penas de amor. Cierto o no, poco tendría que ver esa génesis con el regalo más preciado entre los galeses: una cuchara de madera tallada, a la que llaman “cuchara del amor”.
Parece que la tradición se remonta al 1500, época en la que los marinos galeses solían matar los tiempos muertos en altamar tallando figuras de madera que luego regalarían a sus enamoradas.
Es decir, con tantas opciones ya no será necesario que los enamorados envíen cartas a la casa de Julieta Capuleto, en Verona, que por cierto, ni ella ni sus reales deudos responderán.
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