COLUMNISTAS

El triunfo de "la morsa"

Por Jorge Fontevecchia|¿Por qué Aníbal Fernández se impuso en la elección a pesar de la denuncia del programa de Jorge Lanata?

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En el libro “Ciudadanía y legitimidad democrática en América Latina” compilado por Isidoro Cheresky, el autor se refiere a la formación de identidades políticas basadas en “la construcción de un antagonismo o bien un desacuerdo ante un ‘otro’ que permite crear un vínculo en torno de la común condición de opresión” (el pueblo como resultado de la acción hegemónica descripta por Laclau).

En el 2003, ese “otro” estaba fuera de la Argentina, encarnado en el FMI. Cuando se resolvió el problema de la deuda con sus dos reestructuraciones y hasta se cancelaron anticipadamente los créditos con el FMI, para el kirchnerismo fue preciso crear otro cuco. Ese cuco fue Clarín quien, como el FMI en los primeros años, vertebra y es el significante de múltiples actores, en su caso: el periodismo crítico, los jueces independientes, el gran empresariado y hasta “la pata local” de los fondos buitres.

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Una vez que se logra identificar (bautizar) ante la sociedad a ese “otro”, todo los ataques de ese “otro” no sólo no producen daño sino, como si se tratara de un agujero en el que cuanto más se saca más se agranda, hacen bien. Su crítica, cuanto peor sea, mejor. Porque cuanto más feroz arremete, más claramente confirma su intencionalidad.

Quizás en esto se encuentre parte de la explicación a la falta de consecuencias electorales que tuvo la gravísima acusación de Lanata a Aníbal Fernández. Probablemente, si el condenado por el Triple Crimen hubiera realizado la misma acusación ante un juez en lugar de un programa de televisión del Grupo Clarín, y la noticia hubiera llegado a la opinión pública simultáneamente por todos los medios de comunicación a través de la vía judicial, quizás hubiera producido un efecto en la sociedad mucho más contundente, porque ni Lanata, ni Carrió, ni Clarín son percibidos hoy como imparciales. El primer gran especialista en medios masivos de comunicación, Marshall McLuhan, ya decía en los años ‘60, y se lo entiende simplificadamente: “el medio es el mensaje”.

Quizás Néstor Kirchner quiso realmente destruir a Clarín y fracasó en su tarea. Y no sea el kirchnerismo tan sofisticados como para haber fabricado a un “otro” ideal, por su enorme y continua visibilidad, como es la mayor corporación de medios del país, con el único fin de mantenerlo siempre con su posición dominante para usarlo como “opresor aglutinante”, engrandeciendo al Gobierno en una lucha ficticia. Pero si ese no era su objetivo, sorprende que el kirchnerismo no haya aplicado la Ley de Defensa de la Competencia obligando a deshacer la fusión de Multicanal, de Clarín, con Cablevisión, de David Martínez, en lugar de pasarse tantos años primero en el Congreso y después en los tribunales con la Ley de Medios.

Si la acusación contra Aníbal Fernández no hubiera sido en Clarín podría haber tenido más consecuencias.

Consciente o inconsciente, en algún momento el kirchnerismo descubrió que Clarín le resultaba un cuco electoralmente rentable, que no le venía mal tenerlo de continuo contendiente y comenzó a provocar a su audiencia, cebando el odio neogorila para dejarlos en ridículo con sus propios excesos, como le sucedió a Elisa Carrió, que a lo largo de los años pasó de ser la candidata más votada de la oposición a perder nueve de cada diez votos que tuvo. Que uno de los testimonios del programa de Lanata se haya grabado en la casa de Carrió y, peor aún, que no haya aparecido alguna aclaración durante la emisión, degradó parte de la credibilidad de la importante y verosímil denuncia.

Ayer en Río Gallegos, tras votar, la Presidenta se quejó de Clarín por un dato equivocado sobre el nacimiento de su futura nieta y dijo que era el “Diario de Yrigoyen al revés¨. Pero quizás crear un “Diario de Yrigoyen al revés” pueda ser la más genial invención política, una construcción mucho más rentable y eficaz que un verdadero  “Diario de Yrigoyen a favor” como lo demostró el propio Yrigoyen y el kirchnerismo con sus intrascendentes diarios militantes.

En los países tradicionales, donde los candidatos renuncian, por ejemplo, porque se descubre que mintieron a sus parejas, que en el principal canal de televisión se acuse de asesino al Jefe de Gabinete y candidato al segundo mayor puesto de gobierno, lo hubiera hecho perder no sólo la elección sino tener que renunciar a su candidatura. En el contexto del “Diario de Yrigoyen al revés” puede suceder lo contrario.