COLUMNISTAS

La Doña, el Nene y el Santo Padre

Por Tomás Abraham. Reflexión sobre la "alianza nacional y popular" posible tras la designación del Papa argentino.

Mitra de combate.
| Cedoc

Fratelli e sorelle:

El jueves pasado cruzaba el Río de la Plata en el Buquebus rumbo a Montevideo. El barco zarpó a las 15hs. Cansado y sin ganas de leer, me puse los auriculares y sintonicé mi radio en alguna estación AM. La única que me llegaba con alguna nitidez era radio Continental con el programa de Fernando Bravo. Había gran expectativa porque estaba por ser elegido el Papa. Me sumé al suspenso. Mientras esperaba el nombre del nuevo Pontífice, sin ningún otro interés que de informarme de un nuevo prelado desconocido para mí que nada sé del funcionamiento de la Curia Romana, miraba como dos hileras delante de mi asiento, el Nene Sanfilippo tomaba champagne con unos amigos mientras se acercaba gente a saludarlo. Se sacó unas fotos con parte de la tripulación.

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Comentaban algo sobre el partido del día siguiente entre Nacional y Boca. Futbolero como el que más, trataba de escuchar lo que hablaba ese grupo sin el coraje de acercarme y pedir participar del encuentro. De todos modos me deprime el listado interminable de anécdotas que cuentan, como si la vida no fuera más que una mochila de anécdotas de vestuario, jugadores y partidos de hace medio siglo para eruditos de museo… como yo… así que me reconforté como un pobre de espíritu que al no tener acceso a lo deseado se convence de que es mejor no haberlo logrado.

Yo lo vi jugar al Nene. Un oído en Roma vía Continental y el otro tratando de pescar algo de la conversación futbolera, hasta que las voces se mezclan, se dice que el heraldo francés está en el balcón, que está por dar el santo nombre… Georgium…. Marium… gritos, Bravo dice… ¿Bergoglio?, repite ¿Bergoglio? Sí, no puede ser, es… la miro a mi mujer y le digo que parece que el Papa es Bergoglio y me mira sorprendida y le presto un auricular, y sí, es cierto, dos orejas confirman que el dato es objetivo: ES BERGOGLIO, no lo puedo creer, soy el único que lo sabe en todo el pasaje de primera clase en la que viajo por ser pasajero frecuente, no por eso dejo de ser humilde, y me paro.

Mi esposa sospechando lo que voy a hacer, anunciar como delegado del heraldo francés en voz alta a todos mis compatriotas que el Papa es argentino, me ordena que me siente y me calle. No seas loco, agrega. Pero no puedo sentarme. Voy a matar dos pájaros de un tiro, pienso, me acerco al Nene y le trasmito la noticia. Y lo hago. Como no lo conozco, no le digo Nene sino Sanfilippo, nombre de basílica sino de patrono, Sanfilippo el Papa es Bergoglio…¿qué?, me mira porque no me conoce…el Papa…Bergoglio… ¿en serio?, sí, le digo, Bergoglio…y sigo de largo para que se quede con las ganas y no crea que un cholulo se aprovecha de una información que cambia la historia para hablar de fútbol.

Pasado un cuarto de hora me levanto otra vez de mi asiento interrumpiendo el programa de Bravo que estaba cada vez más emocionado porque su hija recibió la confirmación del nuevo Papa, y habla de Su Santidad con adoración. Yo que nada sabía de las tendencias confesionales del periodista, enterado que bien las tiene, invento una estratagema para acercarme otra vez al Nene. Como si fuera al baño paso a su lado y le digo: y es de San Lorenzo!, un invento, todo para caerle simpático… y me entero una vez en tierra – supongo que no hace falta decir que lo hice desde el agua y no del cielo aunque casi– que, efectivamente, ¡el Papa es cuervo!

Todo lo que vino después fue vertiginoso. El mundo estallaba. Al perder la sintonía argentina, muevo el dial por las radios uruguayas en el que comentan que el nuevo Pontífice es argentino, los comentarios son raros, un poco distantes, hasta que uno se deschava y dice: PARA QUE QUEREMOS PAPA SI TENEMOS PEPE.

Yo ya no daba más. Un papa de mi barrio de la infancia, el de Flores, que quién sabe si no nos sentamos en la misma hamaca de la plaza o en el mismo sube y baja, un pontífice entre el Nene y Pepe, era el colmo. No creo en los mimilagros, pero cuando suceden ciertas cosas es para creer o no creer.

Estos días son maravillosos. Los argentinos hemos cambiado. Veo tantas sonrisas beatíficas en el rostro de periodistas de TN. Una sonrisa beatífica es fácil de tener. Una bella alma, un poco masoquista, con un rostro lampiño, estira los labios tres centímetros por lado, y afloja la mirada sin llegar a la fatiga, una mirada dulce y cansina, y se queda un rato sin moverse. Así, con un rictus de célibe sin apuro. Leo que en el diario La Nación cuando todavía no se había cerrado la serie nominal de Georgium Marium…Franciscus, etc, la sala de redacción era todo un llanto y abrazos.

La sonrisa beatífica compite con la sonrisa habitual chicanera de los columnistas de 678, y redoblan las campanas en el país de la gente sonriente. No es una mala noticia de que una sociedad que hace años vive en estado de crispación por divisiones basadas en el odio, la envidia y la soberbia, de acuerdo a las palabras del Papa, lo haga ahora por grupos de portadores de sonrisas divinas, unos, y de sonrisas cancheras, otros.

Algarabía de los opositores, jolgorio de todos aquellos que querían verla a la Doña molesta y alterada por algo inesperado que le salió mal, redoble de todos los que sacan apurados letra sobre las relaciones entre la dictadura y la Iglesia que no pueden impedir que “e pur si muove”.

Esperé con ansiedad el encuentro entre Cristina y Francisco. ¿Cómo sería?, me preguntaba. El domingo tenía la misma ansiedad por ver de qué modo se saludarían el Titán Palermo y el Melli Barros Schelotto. Fue hermoso el abrazo entre los ex jugadores de Boca, uno pincha, el otro del lobo, hermanados como dos criaturas de Dios. Hasta Carrió y Solanas se abrazan. Prat Gay y la Donda también. La Presidenta le preguntó al Papa si podía tocarlo, como si fuera una reliquia. El no sólo le dijo que sí sino que la besó. No sigo con un hipotético beso con Máxima porque no haría más que repetir lo que todo el mundo comenta.

Hay sectores del kirchnerismo revolucionario que denuncian este retroceso en la larga marcha de la liberación nacional. Se reunieron en la Biblioteca Nacional y manifestaron su total rechazo a la idea de un papa peronista. Dicen que se pretende confundir a las masas. Años trabajando en sus cartas abiertas para construir el Mito, y ahora se lo quieren cambiar desde el interior mismo del movimiento. Nestornauta venía bien hasta la fecha, esta aparición de Jesucristo de la mano de un Vicario argentino redobla los tambores de la batalla cultural. Convocan a no bajar los brazos.

El temor que tienen los escuderos del kirchnerismo como Horacio Verbitsky y Horacio González respecto de Bergoglio está fundado. Tanto el Papa como la Presidenta, se legitiman en la tradición pastoral derivada de las dos variantes del populismo: la sacra y la secular. Se disputan no sólo un mismo territorio y el control de sus habitantes, sino el modo de asistencia y de subordinación política al jefe o jefa a cargo de un rebaño.

Pero no estoy de acuerdo a pesar de esta competencia pastoral con el llamado a profundizar las divisiones entre argentinos. Por mi parte brindo por la nueva alianza nacional y popular. Todos de ahora en más hablarán de los pobres. Vi en el programa de Mariano Grondona, como los pobres eran servidos como si fueran masitas que se repartían entre invitados y amos de casa. De las masas liberadas a las masitas degustadas hay algo más que un desplazamiento al diminutivo. De los pobres a los pobrecitos. Ya en el 82 el periodista de Hora Clave hablaba emocionado de los soldados de Malvinas como de “mis negritos”.

El Papa habla de los pobres, nuestra Presidenta también. Los dos tienen un sueño compartido, otro más que el ya conocido: que los pobres sean incluidos en el cielo como en la tierra. Sólo los gorilas no pasarán por el ojo de la aguja.

Al fin tendremos un doble discurso real y efectivo.

Buon riposo.