Dilma denunció que hay “un golpe” detrás de su juicio político

Agencias
Dilma Rousseff pasó ayer al contraataque y pidió a los brasileños que la ayuden a defender la democracia contra el “golpe” que se esconde detrás del pedido de impeachment que le inició la Cámara de Diputados y que podría derivar en su destitución.
“Por la salud de la democracia tenemos que defenderla contra el golpe”, dijo Dilma, poco después de recibir a Mauricio Macri en el Palacio del Planalto, al cerrar una conferencia nacional del sistema de salud pública.
“Es una lucha en defensa de la democracia del país. No nos engañemos, lo que está en juego son las opciones políticas que adoptamos en los últimos trece años”, afirmó la presidenta, al referirse a los programas sociales impulsados por el PT tanto en su gobierno como en el de su antecesor y padrino político, Lula da Silva.
Ante un público enfervorizado que gritaba “no habrá golpe”, Rousseff advirtió que se defenderá con todas las herramientas previstas en la Constitución contra el impeachment. “Las razones que fundamentan la propuesta con que fue abierto el juicio político son inconsistentes, son improcedentes”, afirmó.
“Esta conferencia va a entrar en la historia porque abordó tanto la salud de los brasileños como la de la democracia. Estamos juntos en esta lucha y hasta 2018 seré incansable en la tarea de construir una salud de calidad”, dijo Dilma, al reafirmar que se propone permanecer en la presidencia hasta el último año de su mandato.
El jueves, el ministro de la Presidencia, Jaques Wagner, reveló que el gobierno pretende movilizar a los ciudadanos contra la decisión del Congreso de juzgar a la jefa de Estado y pidió a la sociedad civil, partidaria o no de Rousseff, que salga a la calle a defender la democracia. “No se trata sólo de los hinchas de Dilma, sino también de los hinchas de la institucionalidad y de la democracia”, afirmó.

Enemigos. El proceso para el juicio político contra Dilma, acusada por unas maniobras fiscales para maquillar las cuentas, fue iniciado el martes por el titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, “enemigo personal” de Rousseff, pese a integrar el PMDB, partido oficialista al que pertenecen el vicepresidente, Michel Temer, y varios ministros.
Cunha inició el impeachment luego que los diputados del PT que integran la Comisión de Etica de la Cámara se sumaran a un pedido para que se anule su mandato por tener cuentas secretas en Suiza.
Hasta ese momento, Dilma y Cunha compartían un “abrazo de ahogados” basado en una negociación de “cajoneos” mutuos: los diputados petistas no votarían para destituir al presidente de la Cámara que, a cambio, no abriría el proceso de impeachment

La industria “no está feliz”
Desde San Pablo
Diplomáticos, los industriales paulistas no lo dicen abiertamente, pero es evidente que apoyan el proceso de impeachment Hablando con la prensa ayer, poco después de su encuentro con Maurício Macri, el presidente de la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), Paulo Skaf, dijo que el gobierno brasileño perdió la credibilidad y la confianza de la sociedad y generó una crisis política que se extiende a la economia.
 “La industria, como cualquier brasileño, no está feliz con la situación de Brasil, con este lío generalizado, con esta
mezcla de crisis política y económica, con la crisis moral, con la crisis de falta de vergüenza”, afirmó. Según Skaf, es “muy difícil, pero no imposible”, que el  gobierno de Dilma Rousseff recupere la confianza. Pero ante ese escenario, pidió también rapidez al al Congreso para tomar su decisión sobre el impeachment. “La falta de una definición detiene aún más el país. Esto no es broma: vamos a perder 1,6 millón de puestos de trabajo este año.”