Una mujer despechada y un sicario quedaron detenidos en Pindobaçu, a 400 km de la ciudad brasileña de Salvador, por haber confesado la planificación de un asesinato con ribetes insólitos.
La versión oficial, que tuvo repercusión en los diarios de Europa y Latinoamérica, cuenta que María Nilza Simoes sospechaba que su esposo la engañaba con Erenildes Aguiar Araújo, alias “Lupita”, y la mandó a matar.
Simoes le pagó a un asesino a sueldo 1.000 dólares por la ejecución, sin imaginar lo que vendría después. El sicario Carlos Roberto de Jesús descubrió que conocía a su víctima desde la infancia y, por ende, decidió no cometer el crimen.
En cambio, el asesino y la "Lupita" montaron una escena macabra, con mucho ketchup y un machete para fingir la sangre y los cortes en el cuerpo, y tomaron fotografías.
La sorpresa de Simoes llegó cuando, poco después de haber recibido la foto del supuesto cadáver, vio a la víctima con su verdugo. Al hacer la denuncia porque había sido estafada por el sicario (que le “robó” los 1.000 dólares) ambos fueron detenidos.