INTERNACIONAL
Una tarea clave

Monólogo sincero de un diplomático

El embajador coreano en la Argentina, Lim Ki-Mo, explica los principales desafíos que enfrenta en su trabajo.

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Embajador Lim Ki | Cedoc

Como funcionario diplomático tuve la oportunidad de vivir todo tipo de situaciones, coyunturas mundiales y anécdotas personales. En 2011 edité mi libro “Monólogo sincero de un diplomático”, donde hablo de la vida del diplomático. Allí, la labor de funcionario sólo sirve como un contexto profesional y como fuente de distintos episodios que se narran. Escribí este libro con la intención de abrir la posibilidad de descubrir un mundo desconocido, pero también echar luz sobre los lugares comunes, mostrar los matices del éxito y del fracaso profesional, de la felicidad y preocupaciones de una familia. Todo ello buscando siempre aportar la más fina sensibilidad sin añadir elementos artificiales.

En el imaginario de muchos la vida de un diplomático puede parecer como una vida llena de lujos y de felicidad. Sin embargo, no es tan fácil y simple como aparenta. Se viven situaciones de todo tipo y muchas de grandes contraste. Los recuerdos de una infancia personal de gran pobreza chocan con espacios de abundancia que muchas veces tuve la oportunidad de recorrer en mi adultez.

El libro también aborda reflexiones y anécdotas sobre la burocracia, el sistema jerárquico y los nombramientos políticos a dedo. Cuestiones de la función pública que van más allá del ámbito laboral y que llegan a afectar la vida personal, en un espacio de trabajo donde la vanidad siempre está puesta en juego.

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Todas esas historias personales se entrecruzan con una labor profesional de vital importancia, no solo para instituciones públicas, sino para los países y sus relaciones con el mundo. Me tocó, por ejemplo, transitar hace 20 años los problemas que mi país tuvo en relación a la crisis con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Como observamos cada vez que leemos el diario o vemos por televisión un noticiero, vivimos en un mundo complejo, con intereses contrapuestos, con juegos de poder que muchas veces no llegamos a dilucidar. Es allí donde las relaciones diplomáticas tienen un rol central para promover las mejores relaciones posibles entre las naciones, para intentar dar soluciones a los problemas mundiales o a las disputas entre países.

Corea es un claro ejemplo de eso, con un protagonismo regional y mundial logrado a partir de su desarrollo, que obligan siempre a una labor diplomática muy activa, sensible y eficaz.

Como autor del “Monólogo sincero de un diplomático”, inmerso en el espacio y tiempo que me toca vivir en esta profesión, propongo un esfuerzo en mantener el ánimo y los pensamientos positivos ante diversas situaciones. La búsqueda de la felicidad planteada como una práctica diaria que se propague en todos los ámbitos de la vida. Esto no significa que siempre haya salido airoso en mi trabajo. Sin embargo, el mensaje que siempre intento dar es que ese resultado no importa, lo que realmente vale es salir renovado y volver a intentar hasta superar los obstáculos.

En el libro, la familia supone un valor sagrado, pero la experiencia de crianza y educación de mis hijas, expuestas a una constante adaptación a nuevos entornos e idiomas, a veces genera profundos sentimientos de soledad y desarraigo frente a escenarios que a veces pueden parecer hostiles.

Pasando por diferentes episodios del quehacer diplomático y el tipo de vida que conlleva, me vi obligado a promover esa búsqueda de felicidad de forma casi instintiva, y muchas veces a reflexionar sobre lo difícil que es alcanzarla cuando las situaciones lo dificultan. Pero pude descubrir que el camino hacia ella es el amor. El comienzo y el fin de la vida resultan en el amor. Cuánto nos amamos a nosotros mismos, cuánto amamos a aquellos que están cerca de nosotros en tiempos y espacios cambiantes, cuánto amamos a los que coincidimos en lugares sin llegar a conocernos. Al escribir mi experiencia pude darme cuenta que reuniendo todos los recuerdos de aquellos a los que amamos es donde se descubre la verdadera esencia de la vida.

(*) Embajador de Corea del Sur en Argentina