POLITICA
descartan un efecto domino

El Gobierno tranquiliza a la CGT tras la prisión de Suárez

Los funcionarios transmitieron a los sindicalistas que no buscan gremialistas presos. Igual, creen que al Caballo lo dejaron solo.

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Díalogo. Sabor, Quintana, Triaca y Cabrera son los que llevan la negociación con el sindicalismo. | cedoc
“A los muchachos les jode lo del Caballo. Pero les dejamos claro que no es un programa sistemático del Gobierno ni nada por el estilo. Estaban preocupados”. Un ministro del Gabinete define así el impacto de la detención de Omar “Caballo” Suárez en la relación entre las centrales obreras y el oficialismo.
Es que, tras la captura del titular del sindicato SOMU (obreros marítimos), los principales dirigentes de la CGT unificada comenzaron a indagar entre los funcionarios cuánto había pesado la intervención ordenada por la Justicia, y ejecutada por el Gobierno, en la causa. Su principal dilema: si había una orden de Mauricio Macri de que los gremialistas vayan presos. Los interlocutores de Cambiemos intentaron aquietar las aguas.

“(A Suárez) le soltaron la mano”, confían en el macrismo. “Era un tema que conocían todos”, agregan.
Un dato: ningún sindicalista, fuera del SOMU, se acercó a la interventora del gremio, Gladys González, para pedirle por el Caballo. “No se preocuparon por Pedraza (ferroviarios) ni por Zanola (bancarios)”, acotan en el Gobierno.
Uno de los pocos que expresaron a viva voz su preocupación fue Facundo Moyano, el menor del clan del camionero. En el macrismo creen que no habló sólo por él.
Ahora en la CGT están preocupados por la normalización del gremio y no por el paradero judicial de Suárez. Quieren que el sindicato tenga una actividad normal.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca; el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana; el titular de Producción, Francisco Cabrera; el secretario de Trabajo, Ezequiel Sabor, y el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, son quienes suelen interactuar con los gremios. Los cuatro primeros participaron de la primera cumbre de funcionarios con la nueva CGT. Santilli, por su lado, es el macrista en el que más confía Hugo Moyano, y quien llevó al camionero a Olivos para un almuerzo reservado con el presidente hace un mes.

Divisiones. En la Casa Rosada hay quienes están satisfechos y hasta festejaron la detención de Suárez. Pero aquellos a los que les toca dialogar a diario con la CGT no festejaron: aseguran que las causas del Caballo son delitos que no tienen que ver con actitudes gremiales. Y señalan que en breve podría destaparse una causa contra Antonio Caló, del gremio de metalúrgicos, pero de mucha menor envergadura. Habrá que esperar. Por lo pronto, Caló aún no presenta un frente de batalla.
También convergen otras irregularidades: las que atesora en su poder la Superintendencia de Servicios de Salud sobre las auditorías que se iniciaron en las obras sociales. La liberación de fondos para los gremios (se les debían unos $ 27 mil millones y ya se les pagaron unos $ 2.500 millones) también conllevó auditorías. Los resultados comenzarán a verse a fin de año.

En ese marco, ¿sirvió la detención como forma de presión? “No, si los corremos desde ese lugar lo que generamos es una actitud corporativa de defensa. No todos son el Caballo ni hicieron cagadas. Pero sí fue un llamado de atención”, confían en la Rosada.
Mientras tanto, se hará esperar la cumbre del triunvirato de la CGT con Macri. La idea que manejan los funcionarios es ir destrabando temas antes de que llegue el encuentro. “No lo vamos a sentar a Mauricio si no se resolvieron las cosas”, sintetizan.
Por lo pronto, la semana que viene seguirán las reuniones por sectores. Ya el oficialismo recibió un aviso: la suba del piso del impuesto a las ganancias no les alcanzó. Pero respiran aliviados: argumentan que, como afecta a un 10% de los asalariados, no será un reclamo generalizado.