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Federico Delgado: "El ejemplo de un luchador por la justicia"

El director del Observatorio de la Deuda Pública, despide al fiscal Federico Delgado recientemente fallecido.

El fiscal Federico Delgado murió a los 54 años.
El fiscal Federico Delgado murió a los 54 años. | Cedoc

Hace unas horas los hijos de Federico Delgado me dieron la penosa noticia de su muerte que no esperaba, aunque sabía de la gravedad de su estado. En enero de este año me contó de su problema de pulmón, teniendo confianza que iba a salir adelante, y a partir de ese momento, excepto un café que compartimos, como lo hacíamos habitualmente, se recluyó en su casa, para seguir el tratamiento que le indicaran. Desde ese momento nuestras charlas fueron telefónicas, mensajes de what app, y sus recomendaciones literarias para apartarnos un poco de tanto texto político o económico, ya que era un lector insaciable de todo aquello que le interesaba.

A pesar de los altibajos de su salud, en las charlas telefónicas nunca lo vi flaquear, y por momentos me convencía de que estaba bien, costándole decirme la verdad de lo que le estaba pasando, porque tenía pudor de hablar de su enfermedad y victimizarse.

Hace unos meses se agravó y aun estando internado me escribió relativizando esos momentos difíciles por los que transitaba, aunque uno de sus hijos me contaba realidades que a él le costaba mostrar.

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Hace unos pocos días lo visité en su casa, y aunque estaba debilitado, tenía su fuerza interior intacta, o por lo menos eso demostraba, quizá para convencerse a sí mismo que iba a poder vencer ese mal que no le daba tregua. Hablamos de proyectos a realizar, de trabajos que estaba escribiendo, de su preocupación obsesiva por la justicia y de las realidades políticas que observaba con su mirada penetrante y lúcida. Solo muy brevemente me hizo una referencia a sus dolores, y las imposibilidades físicas que cada vez más eran indisimulables. En estos últimos días unas pocas líneas contándome que no estaba bien y me avisaría alguna novedad.

Endeudamiento externo

En todos los medios han salido detalles fundamentales de lo que hizo, de lo que escribió y de opiniones contundentes sobre el funcionamiento de la justicia, y no voy a agregar nada a esos esbozos biográficos que ya han sido publicados. Si me parece importante señalar que ningún medio expresó que hace 23 años investigaba incansablemente el gran fraude, el endeudamiento externo, habiendo hecho una enorme labor en la fiscalía para acumular pruebas, aportar documentos, incentivar a peritos y llegar hasta la Procuración General de la Nación para que se hiciera algo, ante la inacción que veía en el tribunal instructor de la causa. Si bien “Fede” iba a programas de televisión a contar el déficit del funcionamiento de la justicia, nunca habló de la persecución judicial de la que fue objeto, de que le armaron causas para apartarlo de la Fiscalía, de que se llegó al extremo de citarlo a prestar declaración indagatoria como si fuera un delincuente común. Solo pocos amigos lo sabíamos y tratamos de impugnar al magistrado que había tenido la audacia de cuestionar su probidad y su ejemplar desempeño en la Fiscalía Federal. Ese problema personal lo tuvo muy preocupado, y en silencio lucho para desvirtuar esa acusación injusta, hasta conseguir que todo se terminara.

Murió el fiscal federal Federico Delgado, que investigó varias causas de corrupción, DDHH y la Tragedia de Once

En estas épocas de magistrados claudicantes, de fiscales que sobreactúan, de jueces complacientes con el poder político de turno, de aquellos que tuercen la recta interpretación de las normas legales en beneficio de particulares poderosos o de gobiernos corruptos, Federico Delgado fue un ejemplo de Fiscal, ya que siempre actuó con espíritu de justicia y rectitud de juicio, además de un gran valor personal, que lo hizo enfrentar poderosos intereses que nunca le perdonaron que los pusiera en evidencia.

Sus conocimientos del derecho eran enormes, y los completaba con una erudición nada común en los ámbitos judiciales, sumando su gran entendimiento de la ciencia política que le permitía trabajar, con más amplitud, en causas de gran relevancia institucional. Pero fundamentalmente era una gran persona, en quien se podía confiar, porque siempre tenía a mano una reflexión oportuna, un juicio prudente, y una comprensión de todo lo humano que resultaba admirable.

En los libros que publicó, en los dictámenes que emitió como producto de sus investigaciones, está plasmado no solo lo que sabía, sino una percepción poco común del significado del derecho y de todos los impedimentos que permanentemente obstaculizaban su realización, atreviéndose a exponer lo que otros callaban por comodidad, conveniencia o cobardía.

Recientemente, colaboró como miembro del Consejo Asesor del Observatorio de la Deuda Pública de la Universidad de la Punta, y escuchamos su palabra, en un conversatorio que enriqueció a todos los que participaban, además de haber mostrado en un Seminario que organizamos en San Luis, la ilegalidad del endeudamiento público con la solvencia y claridad que era tan característica de sus exposiciones.

Aunque ya no estará presente, todo lo que luchó porque hubiera una justicia distinta, será un sedimento para que desde cada lugar desde donde actuemos sigamos adelante en ese camino que él nos mostró como el único posible para afianzar la justicia, la rectitud y el cumplimiento de la ley.

(*) Director del Observatorio de la Deuda Pública - Universidad de la Punta