AGRO

Agricultura: malos precios, plagas y bajas de aranceles que no mueven la aguja

Según un informe la rentabilidad de los productores será entre negativa a casi nula. De cara al próximo ciclo agrícola, se espera una caída en la siembra de trigo y maíz y una mayor apuesta a la soja.

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Preocupación. Dos razones que impactarán en la cosecha: la ola de calor y la caída de los precios internacionales. | cedoc

Cuando parecía que “salía el sol” para el campo y se dejaba atrás los efectos devastantes de la sequía y el desastre productivo que generó en la anterior campaña, la aparición de enfermedades inesperadas, la ola de calor de febrero, la caída de los precios internacionales de los commodities granarios, la suba de costos productivos y la falta de medidas contundentes en política agropecuaria por parte del Gobierno nacional pusieron en jaque al presente ciclo agrícola 2023/24.

Según la consultora especializada en el sector Globaltecnos, la situación de la producción de oleaginosas y cereales está “de mal en peor” debido al “el daño sufrido por el estrés térmico e hídrico que se hace notar en el grueso del área agrícola” y por la aparición de la plaga de la chicharrita Dalbulus Maidis, que diseminó la bacteria Spiroplasma kunkelii que causa la enfermedad llamada achaparramiento del maíz, que está generando “la mayor catástrofe productiva que se tenga memoria para el cereal en toda la región centro-norte del país”, debido a su impacto en los rendimientos de los granos.

Si a esto se le suma los magros o nulos márgenes netos en campo arrendado, que en el caso del maíz es USD -270 por hectárea en el caso del maíz o de USD +10 en el caso de la soja, que dejan una rentabilidad de -26% en el primero y de +1% en el caso del segundo, el campo se apresta a enfrentar “la segunda campaña consecutiva de resultados negativos”, con el agravante de que la anterior “fue la peor de la historia argentina en términos productivos, con pérdidas generalizadas para todos los planteos y regiones productivas”.

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“Todo indica que, con los precios internacionales de los granos en el rango de los mínimos, que luego de los derechos de exportación son aún peores en Argentina, precios elevados de los insumos, sumado a un desafiante contexto económico y político, genera un combo sin alternativas a la vista, poniendo en jaque el futuro de las empresas agropecuarias y de todos los actores de la cadena agrícola argentina”, sostuvo el informe.

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Medidas

Lo cierto es que ante este complicado panorama “pasan los días, y los meses, y no aparecen las medidas esperadas por los productores, cómo reducción de la presión impositiva y tipo de cambio único”, apuntó el trabajo de la consultora.

Si bien desde el Gobierno nacional se tomaron medidas que tuvieron impacto directo en el agro en lo que va de la gestión Javier Milei al frente de la Presidencia y de Luis Caputo manejando los designios de la economía como titular del Palacio de Hacienda, como lo fue la correción del cambio oficial, el aumento del Impuesto PAIS al 17,5%, la aplicación de otro “dólar exportador” o cuestiones regulatorias como la apertura total de las exportaciones o la eliminación de las SIRAs, en el campo esperan medidas más contundentes de índole tributario.

Cabe mencionar que en las últimas semanas, Caputo, de cara a la próxima campaña de trigo,  anunció que próximamente se bajarían los aranceles a la importación de tres herbicidas, atrazina, glifosato y 2,4D, pero “más allá de que el sector productivo celebra todo tipo de reducción de impuestos, este tipo de medidas no hace más que agregar ruido a un complejo entramado de relaciones comerciales que terminan afectando toda la cadena y no generan un céntimo de mejora real en los precios reales de la economía”, aseguró el trabajo. Es de resaltar que hay sobradas pruebas de las consecuencias negativas que pueden provocar los cambios cuando no tienen un tiempo mínimo de estudio en cuanto a daños colaterales posibles: ¿Está Argentina preparada para poner en dependencia parte de su matriz productiva alimentaria a importaciones Chinas e Indias?

“El precio del glifosato actualmente se encuentra en aproximadamente 5 u$s/litro, cuando allá por noviembre/diciembre del año pasado valía unos 7,5 u$s/litro. La reducción del precio ya se dio, y no por los anuncios de la baja de aranceles, sino por un menor precio internacional del principio activo y una normalización del flujo de dólares para los importadores, y podría caer más si no fuera por la incidencia en el costo del impuesto PAIS”, detallaron desde la consultora.

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Según la opinión de los especialistas, todos provenientes del reconocido Movimiento CREA, “las esperadas medidas para el sector, sobre la política económica del nuevo gobierno, son por ahora insuficientes. Un hecho positivo y concreto es la liberación de las restricciones a la exportación, y la adecuación de las importaciones de insumos, aunque del resto habrá que ver si llegan más adelante, cómo tipo de cambio único y baja en la presión tributaria, principalmente los realmente significativos cómo los derechos de exportación y el impuesto PAIS”.

Lo que viene

Esta delicada coyuntura no solo genera problemas en la actual campaña, sino que podría teñir de negro el próximo ciclo agrícola 2024/25, que se encuentra a pocas semanas de comenzar con la siembra de trigo. Para la consultora, si se consideran “los precios futuros de los granos, los costos actuales y una producción media, la próxima campaña será, a priori, la tercera consecutiva sin resultados positivos para el productor”.

“Consecuentemente, se generarán varios cambios en la rotación de la campaña 2024/25, menor superficie de trigo”, ya que “no hay resultados positivos a la vista”. No obstante, el gran interrogante para los especialistas es “hasta dónde caerá la superficie de maíz en Argentina: todo indica que será seguramente la más drástica que se pueda imaginar”, ya que “el maíz tardío representa entre el 70 y 80% del área sembrada y para la próxima campaña el resultado económico esperado no solo es negativo, sino que es el peor de todos y tiene en sus hombros la amenaza de la chicharrita que destruye toda intensión posible de siembra”.

Con este panorama, desde la consultora dan por sentado que “la Argentina irá a más soja en la siguiente campaña” y que si bien “podrá estar contento algún funcionario, porque en el corto plazo le dará mayor recaudación por retenciones, a la larga lo sufrirá todo el país”, porque “no es bueno para nadie romper la rotación actual de gramíneas y leguminosas y exponer a toda la cadena a mayor riesgo concentrando todo el negocio prácticamente en un solo cultivo”.

Por otro lado, el trabajo plantea la incógnita de cómo se financiarán los productores de cara al ciclo 2024/25, teniendo en cuenta que invierten por año cerca de USD 10.000 millones, de los cuales el 30% responde a capital propio y el restante 70% por parte de terceros, mayormente crédito comercial. Es por eso que se preguntan “de dónde saldrá el capital necesario para encarar una nueva campaña. Por el lado de los productores su capital operativo se ha ido reduciendo significativamente en los últimos año; los bancos, si bien ofrecen tasas cada vez más bajas, no tienen para mostrar una perspectiva de tasas negativas cómo lo tenían el año pasado, y por el lado del crédito comercial tiene cómo primer objetivo cobrar las deudas pasadas y luego ver muy bien a quién le van a financiar los insumos”.

“Mientras no se termine de regularizar el acceso a dólares, se conozcan las formas y tiempos en la que se eliminará el Impuesto PAIS y se defina el tema aranceles a la importación, las empresas proveedoras de insumos estarán a la expectativa, viendo en qué terreno y que condiciones les toque participar. En este entorno no será sencillo para los productores, cómo usualmente lo hacían, acceder al financiamiento comercial en las condiciones de plazo, tasas y garantías generalmente comunes en el sector”, concluye el informe.

 

Gi